La última voluntad
Hoy, jueves Santo, nos hemos reunidos muchos de sus amigos para, de alguna manera, darle la satisfacción que añoró y manifestó en vida el gran Autor Pedro Romero Baro. Para ello, nos hemos reunido en torno a una caracola realizada para esta ocasión y depositada en el Bar "Los Pabellones", donde tantas mañanas recalaba Pedro y se le ha recitado un poema de su poeta preferido:
Para la libertad sangro, lucho, pervivo.
Para la libertad, mis ojos y mis manos,
como un árbol carnal, generoso y cautivo,
doy a los cirujanos.
Para la libertad siento más corazones
que arenas en mi pecho: dan espumas mis venas,
y entro en los hospitales, y entro en los algodones
como en las azucenas.
Para la libertad me desprendo a balazos
de los que han revolcado su estatua por el lodo.
Y me desprendo a golpes de mis pies, de mis brazos,
de mi casa, de todo.
Porque donde unas cuencas vacías amanezcan,
ella pondrá dos piedras de futura mirada
y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan
en la carne talada.
Retoñarán aladas de savia sin otoño
reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida.
Porque soy como el árbol talado, que retoño:
porque aún tengo la vida.
MIGUEL HERNÁNDEZ, El hombre acecha, (1938-39)
Seguidamente y siguiendo en todo momento la voluntad de Pedro, sus amigos, lo han acercado hasta su Nazareno de Santa María y alli, junto a su figura, se ha dado lectura al precioso pasodoble que escribió Pedro para la Comparsa de los Gitanos del Puerto de Santa María.
Señor de Cai,
Cristo gitano del Barrio Santa María,
vengo a rezarte con mi fé y mi alegría,
en una copla de mi mundo el carnaval.
Greñuo moreno,
tu pelo negro bajando Jabonería,
tu cruz a cuesta de tormentos y agonías,
tus pies descalzos sangrando de caminar.
Silencio, silencio soberano,
que va bajando la Cuesta
el Señor de los Gitanos.
Silencio, silencio y ternura,
que detrás viene su Madre
la Virgen de los Dolores,
con carita de amargura.
Rezando las monjas en el convento,
entre salmos y entre versos,
entre incienso y azahares.
Sólo con mirarlo me conmuevo
viendo su cara divina,
y en la frente ese desprecio
de una corona de espinas.
Padrecito, Nazareno,
no te olvides de tus hermanos
que llevamos a cuesta una cruz,
por se gitanos.
Comparsa "Huele a Romero" año 2008 Pedro Romero
Desde allí, quiso visitar la Playa de Santa María y quedar para siempre junto a la "piedra barco" que tantas veces inspiró al maestro.
Que descanse en Paz y las olas le sirvan de compás por los siglos de los siglos.