¡Shh, shh!, que viene, que viene …
No recuerdo exactamente el año. Pero sí que aún estábamos en el viejo local de Grupo Municipal Popular, que estaba situado junto a la añorada Biblioteca Lobo de nuestro insigne Palacio Consistorial. Y que fue en una de esas densas tardes de reunión de grupo de concejales, cuando nuestra portavoz nos sorprendió con un dossier que acababa de presentarle el Equipo de Gobierno andalucista para someterlo a nuestro estudio y primeras consideraciones. Nuestra sorpresa fue mayúscula: se trataba del proyecto del tranvía. Del famoso tren-tranvía …
Era sólo un esbozo, medianamente elaborado y poco fundamentado (el proyecto sigue sin estarlo) de lo que se pretendía: partir nuestra ciudad en dos con un eje ferroviario. Aquello resultaba tan descabellado; que mi mueca -mezcla de asombro e indignación- se quedó encajada en mi rostro el resto de la reunión.
Desde esos días hasta hoy, ese dichoso tren-tranvía ha sido objeto de controversia entre los castigados ciudadanos de San Fernando. Máxime con las millonarias inversiones que se han aplicado a las molestísimas obras y sucesivas “re-obras”, mientras otras necesidades perentorias de nuestra ciudad siguen durmiendo el sueño de los justos.
Nos dijeron que el proyecto era una prioridad para el gobierno autonómico socialista, y más concretamente, se pretendía dar respuesta a la vieja aspiración de nuestra vecina Chiclana de conectarse con la vía ferroviaria y con Cádiz capital mediante un transporte alternativo sostenible. Esto último me pareció razonable. A lo que me negaba -al igual que muchos compañeros del por entonces mi partido político- era a asumir que la solución fuera en un tren-tranvía que, para más inri, pasara por la principal vía de la Isla de León. Esa servidumbre era y es un auténtico despropósito. Así pues, nos dispusimos a combatir democráticamente con todos nuestros medios a aquel descabellado proyecto.
No nos resultó complicado encontrar apoyos en comerciantes, algunas asociaciones de vecinos y muchísimos conciudadanos que mostraron su desacuerdo con el proyecto. Para ello, y en un despliegue sin precedentes, logramos reunir unas 9.000 firmas que solicitaban un referéndum vinculante para que el pueblo tuviera la palabra final. Yo mismo acompañé al entonces Secretario General Local, para depositaresas miles de firmas en la Notaría de la calle Héroes del Baleares en la primavera de 2007.
Pero, la política muestra a veces su peor cara, y tras los comicios municipales de ese mismo año el Partido Popular, de manos de la Sra. Pedemonte protagonizó la mayor traición que se ha llevado a cabo con los isleños: a cambio de entrar en un gobierno local de coalición, se olvidó de la feroz oposición al proyecto del tren-tranvía e hizo caso omiso al mandato de casi 10000 ciudadanos que querían ser escuchados en las urnas. Y, me consta, que la mayoría de los mismos, eran también totalmente contrarios al polémico tranvía. Por eso, leer estos días en la prensa los reproches del Sr. Loaiza a nuestra Alcaldesa a cuenta del tranvía, provoca náuseas.
Sin lugar a dudas, la vertebración ferroviariade nuestra sufrida provincia sigue siendo una necesidad. Y resulta muy conveniente Chiclana tenga el acceso a las vías del tren, sin duda alguna. Como también Conil, Vejer, etc. En resumidas cuentas: la unión ferroviaria Cádiz-Algeciras que siempre ha sido una justa reivindicación. Ese es el enfoque que debería de haber tenido el proyecto desde un principio.
Buscando en su día en mi biblioteca personal pude comprobar que ese razonable enfoque no es una aspiración actual; sino que tiene sus antecedentes a finales de siglo XIX. En la Gaceta Gaditana de 1991 puede leerse “En 1864 la Diputación Provincial de Cádiz auspició un proyecto ferroviario que uniese las dos zonas antedichas al hilo del Plan General de Ferrocarriles esbozados por el Ministerio de Fomento”. Se consideraba entonces esta línea como esencial para completar la red de ferrocarriles provincial con un trazado eminentemente litoral: San Fernando (enlazando con la línea Cádiz-Madrid), Chiclana, Vejer, Facinas, Tarifa, Algeciras, San Roque, Puente Mayorga, Campamento y La Línea.
Nadie puede saber qué hubiera sido de nuestra provincia si ese Ferrocarril del Estrecho hubiese sido una realidad desde los inicios del siglo XX. Pero podemos estar seguros de que nos hubiera ido mucho mejor con esa unión ferroviaria de las dos bahías. Máxime con la importancia que tiene hoy en día el Puerto de Algeciras (el segundo más importante del Mediterráneo y el sexto de los puertos europeos) y también con la trascendencia que ha tenido en los últimos años el turismo en nuestras costas como fuente de ingresos para los gaditanos.
Pero, una vez más, nuestra nefasta clase política ha estado en otras cosas. Entre otras, algunos de sus representantes llenándose ilícitamente los bolsillos a costa de nuestros sudores y lágrimas.
Hoy por hoy, no sabemos si llegará a circular ese desastroso y costoso tren-tranvía. Ni por cuanto tiempo lo hará si lo llegamos a verlo. Lo mismo llegan antes los “hombre de negro” de la UE y nos sacan de los bolsillos 100 millones de euros que habría que devolverles.
Mientras tanto, en los chiringuitos de nuestra playa podemos ir pensando a quién votar. Feliz verano.