Nostálgico
El ser humano es un animal que busca realizar proezas que nadie, ni nada, han podido hacerlas para vanagloriarse y sentirse orgulloso de su historia. Pero eso mismo que crea, la historia, es algo contra lo que aún no ha podido salir airoso.
Entre nuestro amplio abanico de emociones se esconden varias que son funestas para nuestra moral. Entre esas, la que posee la corona de la fatalidad es la nostalgia. Su nombre proviene del griego, nóstos regreso al hogar y álgos dolor, y al mismo tiempo recoge toda nuestra vida.
Deseamos que Alexander Hartdegen nos traiga la máquina del tiempo y nos permita pilotar en ella para volver atrás, o que Dumbledore nos de su pensadero para poder revivir nuestros momentos más preciados con seres que desaparecieron un buen día.
Querríamos entrar en esos laberínticos momentos de nuestro pasado para recrearnos en nuestro primer beso, revivir nuestro momento de mayor éxito, despedirnos de la persona que días después supimos que jamás volveríamos a ver, corregir errores que nos trajeron momentos amargos, o desfasarnos como cosacos en nuestras fiestas realizadas.
Pero… ¿Por qué quedarnos en nuestros momentos personales? Quién no querría viajar a Moscú para ver la gran revolución, pasear por la antigua Grecia y charlar con Platón, discutir de estrategias con Napoleón, entender a la naturaleza como lo hicieron los amerindios, observar las estrellas con Galileo o ver el honor del samurái.
Nostalgia… Que palabra tan simple y a la vez tan compleja. Podemos darnos a la reminiscencia a través de materiales fotográficos, auditivos, o tal vez algún preciado objeto que en el pasado significó algo importante. Charlar, o revivir en nuestra mente lo que un día fuimos, pero que jamás volveremos a ser.
Igual que el árbol que germina de una semilla jamás puede volver a ser la semilla; nosotros nunca más seremos adultos, jóvenes, o infantes. Pero, ¿eso nos quita el derecho a perder nuestra esencia? Para nada.
Es hermoso reencontrarte con antiguos compañeros, amigos, o familiares lejanos, y rememorar el pasado con esas sonrisillas y picarescas que nos definían antaño. Fantasear como jóvenes aventureros, revivir como locuelos historias completadas y festejar para que en un futuro se pueda realizar más reencuentros.
Cierto es que hoy en día, te asomas a tu antiguo instituto, o recorres tu plazoleta, o vas a los eventos que antes solías ir como aficionado y ves a las nuevas generaciones. Claro está, no se te podrá escapar una sonrisilla mientras piensas; ¿yo fui así? ¿Fuimos mejores, peores, o distintos? Preguntas sin respuesta, pues el tiempo no lo permitirá.
Por ejemplo, en el mundo del fútbol, seguro que en los encuentros de Cristiano Ronaldo contra Ronaldinho; cuando el último militaba en el AC Milán; éste no pensaría que si se hubieran visto cuando jugaba en el FC Barcelona las cosas hubieran sido diferentes.
Y en un claro ejemplo más cotidiano, ¿cuántas veces se ha dicho la frase de si no sé quién levantara la cabeza, otro gallo cantaría? Situaciones familiares donde se extraña a personas que ya partieron al otro barrio a criar malvas. Aunque también más de uno, o una, pensarán para sus adentros cómo vivirían sus actuales situaciones con parejas pasadas, o amigos con los que ya no se hablan.
El tiempo pasa para todos igual y no hay retorno. Podremos llorar, que no es nada malo, podremos reír con cierta melancolía, o podremos negar lo que un día fue… Pero jamás podremos vencer al tiempo… Los senderos que queremos retroceder ya no existen… Tan sólo nos queda andar hacia delante, que no es poco.