Ensayos invernales
A mediados de enero, pasadas las fiestas navideñas, las cuadrillas de cargadores inician los ensayos para poner a punto su maquinaria y poder ofrecer lo mejor de si mismas el día de la salida procesional. Ensayos invernales esperanzados con la primavera. Sudando a cuerpo descubierto, con el calor secándose al frío viento que se cuela heladoramente por la orfandad de caídas, y la posibilidad de obtener un molesto resfriado o una perniciosa gripe.
Fechas de reencuentro con capataces y compañeros de palo, de conocimiento y presentación de los nuevos que se incorporan a la cuadrilla. De relanzamiento de amistades olvidadas temporalmente, debido a la estresante vida actual y que solo en contadas ocasiones nos permite coincidir con aquellos con los que compartiremos salida procesional. Los trabajos, estudios, obligaciones familiares, a veces impiden ese contacto deseable a lo largo del año.
Puesta a punto de voces, de comprobaciones de alturas, de practicar amarres de almohadas, de estilos de mecíos, de levantás parejas, de maniobras de salidas y entradas en imaginarias iglesias, de superar incómodos cables excesivamente bajos, de andares con pasitos cortos y a las bandas, o de abrir el compás que el tiempo apremia y se han de cumplir los horarios.
De simular en un destartalado y perdido polígono industrial o en una gris plazoleta interior de cualquier barriada, que discurrimos por la examinadora Carrera Oficial; que atravesamos el dificultoso dintel del Carmen agachando los cuerpos; o que bajamos airosamente la calle Ancha en toda su apoteosis. Simulación perfecta de lo que ocurrirá en unas escasas semanas.
Y una atención especial a la música, con mayor interés en este año de 2013 de tantas novedades y cambios de bandas. ¿Qué estilo toca esa banda que viene por primera vez a la Isla? ¿Qué repertorio tienen preparado para interpretar en la calle? ¿Interpretarán…? Y lo más importante y crucial para capataces y cargadores con la vista puesta en el buen andar: ¿Cómo suenan los tambores? ¿Qué redobles nos acompasan? Y aquellas cuadrillas que van acompañadas de una escueta capilla musical, ¡a cogerse el compás tocan!, que no perder el paso sin que te marquen el ritmo es bastante complicado.
Con la búsqueda en el cuarto de la azotea -o en el trastero- de las cuerdas y la almohada, el cargador inicia los ensayos, punto de partida para una Cuaresma intensa y gratificante.