Divorciados
Si estás leyendo esto es que ya me he marchado de casa y espero que no me busques. Es demasiado tarde para arreglar las cosas, con el corazón roto te digo adiós.
No hablaré del tópico del pasado, no haré referencias a que el pasado fue muy bonito y que lloraré por los momentos que jamás volverán. No me lamentaré por los hijos que nunca tuvimos, ni recorreré nuestros álbumes de fotografías descargando mi íra. Un adiós es más que suficiente para esta pequeña alma en pena.
Las palabras no nutrían en nuestros días a días, hacíamos cosas cada vez más distantes. Si yo decía "A", tú siempre elegías la "B"; éramos las dos caras de una moneda. Entonces, ¿para qué alargar más este sufrimiento?
Sé que tú tampoco estabas a gusto con mis cambios superficiales, con mi manera de vivir la vida, de hablar... Pero te faltaron agallas para decírmelo. Quizás, tan solo quizás, las cosas hubieran sido distintas, pero eso ya nunca lo sabremos. ¿Aún no se han inventado máquinas del tiempo?
Arregla los problemas en tu casa, deja de mirar hacia otro lado, como hiciste conmigo, y saca a lucir lo mucho que vales. Últimamente estabas muy descuidado, lejos de los años donde tan solo mencionar tu nombre hacías tiritar a cualquier persona. Sabía tan bien, que yo era parte de la culpa de tus desvelos en la noche.
Ahora, con un problema menos, podrás centrarte en tí. Quítate esos parásitos que te están chupando la vida, y cuando todo esté bien y yo me tranquilice, puede que al menos tengamos una amistad federal.
Pese a todo te quiero, España.
Atentamente, Cataluña.