Publicado el: Jue, 6 Abr, 2017
~Archivo de opinión

Trampas y cebos

Foto. Tribunadelasdelicias.com

No es que vivamos en una de las ciudades más hermosas del mundo, pero hemos de reconocer que San Fernando tiene unas hermosas vistas. No es difícil encontrar una bonita estampa en un atardecer por alguna de nuestras marismas, entre el oleaje de Camposoto, en la historia de la Calle Real o en algún rinconcito de la Cacería...

Podría seguir nombrando más y más sitios, pero entonces no acabaría nunca el artículo de opinión. Además, que como bien digo en el título, esto que he expuesto es sólo el contexto de lo que quiero tratar.

Estamos rodeados de trampas y cebos camuflados en nuestro día a día. Nos aíslan y nos consumen sin que disfrutemos de nuestro entorno, o de nuestra vida. Nos atrapan para que gastemos tiempo sin control... Y cuando nos queremos dar cuenta, ya es de noche y ponemos otra insulsa cruz a nuestro calendario.

Quiero destacar que esto no es exclusivo en los niños y los jóvenes. No me gusta generalizar y meter en el mismo saco a todos basándome en la edad. He conocido a personas de generaciones posteriores a la mía que vienen pisando fuerte en lo que se refiere a experiencia vital. Estas trampas nos enganchan a todos sin tener en cuenta nuestra edad, sexo, clase social o credo.

La más peligrosa, y adictiva, es la red social estrella... Facebook. Es increíble que San Fernando tenga más páginas y grupos que muchas otras ciudades con más habitantes. Que si me dices que son para un bien común, pues entonces me callo, el problema es que se ha desvirtuado su buen objetivo; la información y resolución de conflictos han pasado a segundo plano.

Hay usuarios que se pasan días y días atentos a los comentarios de los demás, generando polémicas, problemas y discusiones. Se perdieron los modales y la escucha activa. Estamos más centrados en la vida del vecino que en la nuestra.

Muchas veces me pregunto, como estas personas, pueden dar lecciones de vida, si precisamente de eso es lo que carecen. Hemos perdido el norte utilizando estas herramientas sociales, las hemos transformado en herramientas dogmáticas. Imponemos nuestra mierda a todo aquél que se atreva a rechistarnos.

Luego tenemos Whatsapp, la hermana de la red azul. No hay cosa más molesta, a mi parecer, que quedar con un grupo de amigos y que estén todos más pendientes de los mensajes instantáneos que de mantener una conversación cara a cara. Es triste pasear y ver a grupos de personas sentados en un parque pendientes del móvil en vez de a la vida que se les escapa delante de sus propias narices.

Las videoconsolas, o los videojuegos, es otra trampa de cuidado. Por la televisión y las series nos han vendido que esto es exclusivo de "frikis"... Ya me gustaría a mí pensar que nadie, que no se considere "friki", no ha jugado nunca a Fifa, a Candy Crush o a Call of Duty, a Clash Royal... Claro que sí, los videojuegos son sólo de "frikis" autistas, ¿no?

Qué penita, sinceramente, de lo que estamos dejando escapar, nuestra propia vida, y de lo que estamos olvidando por descubrir, el mundo. No quiero ser un inquisidor de las tecnologías, al contrario, utilizadas correctamente y en su justa medida puede ser un buen entretenimiento.

Como se suele decir, las cosas en extremo son malas. Debemos saber racionar nuestro tiempo y vivir cada día sin dejar ningún cabo suelto, ya que no habrá dos días iguales jamás.

Sobre el autor

- Aficionado del mundo paranormal

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