Dedicado al Iltmo señor Don José María Cano Trigo
Qué con su fallecimiento el 22 de diciembre pasado, La Isla de San Fernando -a la que tanto amó- sufrió la pérdida de uno de sus más ilustres, brillantes, fecundos y longevos de sus ciudadanos.
Por eso próxima ya la celebración de la Misa -que se celebrará en la Iglesia Mayor parroquial de San Fernando el día 20 a las 20 horas de este mismo mes por su eterno descanso- sea éste mi primer artículo que publico como no puede ser de otra manera, después de mi anunciada interrupción de los mismos hasta una vez pasada la Epifanía del Señor.
Sus amigos les dedicamos hoy este público y póstumo homenaje de reconocimiento como hombre recto, bueno, culto, investigador, profesor, conferenciante, autor de un interesante libro sobre la Iglesia Mayor y de varios documentos publicados en la Revista Naval de Marina.
Fue académico de honor de la de San Romualdo, premio nacional Virgen del Carmen a la cartografía española -una auténtica autoridad en la materia- y un ejemplo a seguir en la sede del Instituto Hidrográfico de la Armada, donde no sólo dejó a su paso el poso de toda su prodigiosa actividad y sabiduría, sino que se le concedió por tal motivo, que la sala del museo instalado en dicho centro lleve su nombre para perpetuar así su memoria, su recuerdo, sus méritos y su eficacia.
Fue consultado y prestigiado por sus homólogos tanto dentro como fuera de nuestro país, especialmente por ingleses y alemanes dados sus rotundos y precisos trabajos cartográficos. Y como anécdota decir que sin ser su biógrafo oficial, cabe destacar también, que era un enamorado, estudioso y apasionado seguidor del célebre militar y marino ‘’Vicente Tofiño’’ del que seguro guarda apuntes inéditos, que ni siquiera conocen su propios biógrafos.
Asimismo podríamos seguir añadiendo en términos militares, una elevada, larga y dignísima hoja de servicios, pero solamente citaremos como un dato significativo y quizás uno de los rasgos más relevantes de su persona, que lo distinguía sobremanera del resto, referido a sus nobles, íntimos y piadosos sentimientos de carácter profundamente religiosos- así como defensor de las causas injustas; alzando siempre su voz frente a la injusticia, la descortesía y a la mala educación, pero quebrándosele también emocionado ante las situaciones críticas de la pobreza, el desamparo y la miseria humana.
Formó parte activa de los primeros movimientos jóvenes de la Acción Católica y de los fundadores cofrades de la hermandad de los Afligidos y a él se le debe el diseño del escudo y la espléndida portada del boletín ‘Siembra’ de la citada hermandad. Y sé que se sentirá muy feliz desde el atalaya de su gloria, de esta breve pero creo que justa reivindicación.
Particularmente tuve la suerte y el honor de contar con su amistad y mantener con él una tertulia semanal durante años junto a otros amigos también entrañables, tales como Manuel Baturone, Emilio Jiménez hasta su limitación motriz, y Juan Ibáñez.
Tertulia que continuamos en su propio domicilio a su requerimiento cuando enfermó, a la que asistíamos sabedores que con nuestra presencia él se sentía extremadamente feliz compartida su dicha con la de su esposa Julia -a la que tanto amaba- situación ésta que se prolongó hasta unos meses antes de la llamada del Señor, cercana a la Natividad de su propio Hijo, Jesucristo dador y salvador de vida.
Su elocuencia y su capacidad de mantenernos siempre pendientes y expectantes con cuantas semblanzas y efemérides nos obsequiaba, suponía un placer y un aprendizaje de una riqueza y de un valor tanto espiritual como humano, que nos enriquecía a todos cada semana.
Por eso su pérdida, la hemos llorados y la hemos sentido enormemente, no sólo como el amigo entrañable que sin duda fue, sino como ‘el padre venerable y venerado’ que nos permitió regocijarnos en él y con él.
Cada año excepto el presente nos obsequiaba con ‘un taco del almanaque del Corazón de Jesús’, que este año tristemente -cómo no- hemos añorados recordándolo con todo nuestro cariño.
Pero nos enorgullece saber, que ha pasado por la vida dejándonos su huella y su ejemplo de hombre bueno y de bien junto al consuelo de saber que estará ya en el reino de Dios gozando de su gloria eterna por los siglos de los siglos.
¡Tus amigos -querido José María- rezan por la paz de tu descanso y por la dicha de haberte tenido como irrepetible amigo!
una gran persona un gran hombre amante de sus hijos mujer y sobrinos, en definitiva buena gente