La Tauromaquia en San Fernando en clara decadencia
Escribo mi opinión de los sucesos acaecidos el fin de semana del 30 de septiembre al 2 de octubre, donde se organizaba unas jornadas de tauromaquia en la plaza de toros de San Fernando. Asumiendo que hay que tener valentía para gritarle al muro de las lamentaciones de frente, con nombre y apellidos.
Como declarado antitaurino, expongo mi opinión acerca de los hechos allí ocurridos. No estoy de acuerdo con la postura del gobierno municipal (PSOE-PA) sobre estas prácticas ante las que me posiciono negativamente. En mi opinión, la postura de los taurinos y los antitarinos, en San Fernando y en toda España se encuentra enfrentada cada vez que tiene lugar un acto de tal consideración. Por tanto, frente a tal conflicto social, un Ayuntamiento no puede mantenerse neutral. Por desgracia, la crítica no la procedo a la neutralidad de la corporación, sino a la connivencia que esta muestra al colectivo taurino de la ciudad.
El Ayuntamiento de San Fernando, en mi opinión, se declara o se posiciona taurino desde el preciso momento que decide apoyar, financiar y regalar entradas a tales encuentros. Eso implica que la corporación está mirando a un lado del conflicto y que no gobierna para todos. Esto era fácil de adivinar porque el caladero de votos del Partido Andalucista, sea cual sea tras su desmantelamiento a nivel regional, tiene un importante peso entre el colectivo taurino. Esto no tiene nada de malo, el hecho de acaudalar votos en un sector, lo que si critico es la utilización de los fondos públicos para financiar dicha práctica, que está más que cuestionada por un gran sector de la población y que, además, les revierte positivamente en votos. Eso tiene un nombre y no es bonito, sobretodo jurídicamente, pero políticamente se le llamaría utilización del cargo público para el beneficio o el rédito político, es decir, gobernar por y para los tuyos, obviando el cargo representativo de gobernar para todos.
Dejando a un lado esta disputa, cabe mencionar que la estrategia del Ayuntamiento no funcionó del todo. Aun siendo entradas regaladas, las gradas de la plaza de toros brillaban por la ausencia de público. Unas cuatro filas hacia arriba se erigían de aficionados, el resto era una plaza vacía. Fuera, medio centenar de antitaurinos, casi los mismos que estaban dentro, no por calidad humana sino por número, protestaban ante tal desconcierto.
Además, hubo un incidente con un menor de edad que sufrió heridas y tuvo que ser atendido por dicho evento. Todo esto a las espaldas del defensor del Pueblo y del menor. En definitiva, un acto que nos recuerda en la frente, a sangre y fuego, que estamos condenados al medievo, a la resignación de un pueblo que tiene como losa a sus dirigentes, una total y sangrienta desvergüenza que algún día soñamos derrocar.
Que la muerte de tantos animales no sea en vano y podamos enterrarles en paz haciendo del espectáculo de su tortura un oscuro y bochornoso renglón en la historia.