El grande que pudo ser nuestra “Leyenda”
Joaquín Arevalo, Seve Izquierdo y Lolo Picardo.
“Agujetas” podría haber sido nuestra siguiente “Leyenda del Flamenco”, ese galardón que nos inventamos en La Isla, para premiar y reconocer a los grandes artistas que nos habían ilusionado, transmitido y maravillado en el mundo del cante jondo. Seve Izquierdo roteño empedernido y cabal de los del siglo XXI, iba a ser, el que con nocturnidad y alevosía nos pusiera en bandeja al mítico cantaor.
La figura de Manuel de Los Santos “Agujetas”, nos daba bastante respeto y era habitual que las personas que lo conocían, nos indicaran la dificultad de su carácter. Pero a sabiendas de ese “handicap”, A Carlos Rey y a mi nos parecía indispensable para la consecución de nuestro premio, entregárselo a “Agujetas”. Seve se puso manos a la obra ya que el cantaor era oriundo de su ciudad, Rota y frecuentaba la peña del “Viejo Agujetas”, de la que él era socio. Pero poco más nos dio tiempo, un cáncer de próstata que le rondaba desde quince años atrás, le sobrevino antes de acabar el 2015. Mi amigo roteño ya había comenzado a recalar datos del cantaor, de su familia y de sus sobrinos; ayudado por su paisano Joaquín Arevalo, otro filoflamenco y muy “puesto” en esto de las letras.
“Agujetas” es el apodo de su padre porque siempre estaba merodeando por las vías de los trenes, donde están las agujas. Ellos siempre han vivido de la fragua haciendo amocafres, cerrojos, nudos de alcayatas, “bocaos”, herraduras, armellas para las vacas, maceteros, etc; y son oriundos de El Puerto y de Algeciras. Su padre se vino a Jerez, “Agujetas” el Viejo y posteriormente a Rota.
El Gordo Agujetas y su hermano Manuel heredaron de su padre el cante nacido al calor de la fragua. Los sones que escucharon a su progenitor, los cantes del martillo y el yunque. Los cantes de la jerarquía de los gitanos.
Los dos hermanos trabajaban en la fragua, pero Manuel, aunque era fragüero, algunas veces con el cante le salía contratos y se ganaban algo. Él no era cantaor, estaba en la fragua como cualquiera porque no tenía otra cosa, él no quería ser artista pero le dijeron que se metiera, que probara, y probó y gustó.
Manuel “Agujetas” tenía sus cosas como todo el mundo, era bueno con alguna gente y muy reservado con otras. No es que fuera malo, porque él no tenía nada suyo. Pero si es verdad que no tenía pelos en la lengua y decía lo que le parecía bien y mal.
Los sobrinos de Manuel “Agujetas” hablan de cómo su tío disfrutaba con ellos y los llevaban a muchas actuaciones. Recuerdan como en el coche mientras iban o venían de algún recital, les cantaba colombianas y sevillanas, algo desconocido en su faceta artística.
Haber tenido a Manuel “Agujetas” como una leyenda del flamenco habría sido algo maravilloso para nuestro premio. Se intentó y no fraguó, valga el símil. Esta decepción junto a la repentina muerte de Paco de Lucía que hizo que tampoco pudiéramos habérsela dado al guitarrista, construye dos ranking; uno al que se los hemos entregado y otro más triste a los que la muerte privó de dárselo.