Publicado el: Sáb, 18 Jun, 2016
Opinión

Vaciedad

Art.120Vaciedad, esa sensación que irónicamente nos llena el alma alguna vez; cuando hablamos sabiendo que nadie nos escucha o cuando escuchamos sin que nos interese lo que nos están diciendo. Conversaciones que forman el pensamiento de una sociedad vacía de intereses naturales, humanos, útiles; palabras que se convierten en nada cuando nada bueno tienen que transmitir, compartir, mostrar...; sonidos que, quizás por estar huecos, resuenan en millones de corazones como si fuesen importantes, como si no bloqueasen una vida entera, no despertasen todos los sueños que quedan por cumplir, ni borrasen las sonrisas que nos permiten ser feliz.

Vaciedad, ese absurdo al que, inútilmente, intentamos dar sentido; momentos en los que buscamos respuestas a tantos caminos cortados, a demasiadas puertas abiertas. Situaciones en las que preferiríamos comprobar que estamos dormidos, que todo es una pesadilla que nos juega una dura pasada, que nos deja buscando un espejo en el que poder reflejar la nostalgia de otra derrota anunciada. No existe la razón cuando los temas que queremos comprender son los del corazón.

Vaciedad. Aquello que hace de tus planes un folio en blanco imposible de matizar. No podemos llenarnos donde no hay nada de lo que alimentar nuestras ganas, donde no encontramos corazones que den cobijo a los sentimientos que entregamos, a las bondadosas expectativas que nos forjamos. No se puede ayudar a quien no cree necesitarlo, como no se puede dar de comer a quien ya murió de sed; no se debe luchar por hacer mejores a quienes no quieren avanzar, ni entregar amor al que no tiene nada que dar...

Felicidad, esa maravillosa sensación que inunda el alma para que jamás deje de respirar. Conversaciones sin palabras que se cuentan toda una vida entre miradas, que nos hacen soñar despiertos, mantener el rumbo a pesar de las olas de vacío que nos ponen a prueba, nos hacen más fuertes y acaban sirviendo de motor para nuestras velas. Sonreír sabiendo que no hay segundo por el que no merezca la pena vivir.

Felicidad, ese cosquilleo que cicatriza las heridas, que nos convence de que todos los errores son también los mayores aciertos. La certeza de que lo viste venir y aún así lo diste todo de ti. No hay amor más sincero que el que regalamos a quienes amamos, sin cuestionar cuánto de verdad hay en lo que sienten los demás. Y si no hay nada que recoger, donde otros decidieron quedarse, nosotros dejaremos los recuerdos que también ellos dejaron aparte...

Felicidad, mantener fija la mirada para marcar los pasos de un nuevo camino que nos llena la nada, que la convierte en todo lo que imaginamos tener, aquello que un día deseamos ser. Personas donde la vaciedad se llena de infinitas sonrisas, de cientos de sueños y miles de ilusiones, todo ellos reconfortados con bellas palabras, actos sinceros y amores verdaderos.

Sobre el autor

- Escritora, maestra y loca soñadora. Con el firme objetivo de ser feliz a cada segundo y compartir con el mundo cada sonrisa, cada sueño y cada aprendizaje que el Universo nos permite experimentar.

Mostrando 1 comentario
  1. Roberto Mugica dice:

    Muy bueno Sonia, enhorabuena, me ha gustado mucho la contraposicion de vaciedad y felicidad. Saludos.

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