La evolución de los Fondos Humanísticos del ROA en el último tercio del siglo XIX: Cecilio Pujazón y el 'Astronomicum Caesareum Apiani'
El Real Observatorio de la Armada de San Fernando (ROA) es una Institución de prestigio internacional dedicada a la astronomía y a la geofísica, que recientemente ha cumplido 250 años.
En 1753 el Observatorio se fundó primeramente en Cádiz, gracias a la iniciativa de Jorge Juan, Capitán de la Compañía de Guardiamarinas, y al apoyo del Marqués de la Ensenada. Se instaló en el Castillo de la Villa de Cádiz anexo a la Escuela de Guardiamarinas, en primer lugar, con el objetivo inmediato de que los futuros oficiales dominasen la ciencia de la astronomía tan necesaria entonces para la navegación, y, en segundo lugar, para contribuir a que a medio plazo España llegara a parangonarse con el desarrollo técnico y científico de la Europa ilustrada del que se había quedado rezagada.
Una vez en marcha y ya desde el principio, el ROA fue ganándose entre las instituciones científicas europeas un considerable prestigio en esta etapa inicial, en la que destacan figuras como Luís Godin o Vicente Tofiño, sobre todo gracias al apoyo técnico y científico prestado a las expediciones ilustradas europeas.
Pero pasadas las primeras décadas, las malas condiciones del Castillo de la Villa y el gran desarrollo que fueron adquiriendo las actividades del Observatorio, hicieron necesaria la construcción del nuevo edificio en el cerro de Torre Alta de la Isla de León, donde fue trasladado en 1793, y donde en 1804 se independizó de la Academia de Guardiamarinas. Fue así como comenzó su etapa como Real Observatorio de la Armada en el s. XIX, desarrollada con figuras tan destacadas como José Sánchez Cerquero y Cecilio Pujazón y García.
En el tercio final de la mencionada centuria, el ROA se convirtió en una de las instituciones científicas más importante de España y sus directores consiguieron compaginar las actividades propias de las necesidades técnicas y científicas de la Armada con la colaboración científica nacional e internacional, colocando al Observatorio en una situación privilegiada. Esta tónica de trabajo ha continuado en el s. XX de manera que en nuestros días su prestigio internacional es indiscutible.
La situación de la Biblioteca del ROA en el tercio final del s. XIX
Como apoyo al trabajo de esta institución, la Biblioteca del ROA, durante estos dos siglos y medio de historia, ha reunido unos fondos que cuentan actualmente con más de 30.000 volúmenes, entre los que se conservan unos 3.000 volúmenes editados entre los siglos XV y XIX que incluyen una colección de incunables realmente singular, relacionada con la astronomía.
Una buena parte de estos fondos antiguos, en total más de 500 volúmenes, están escritos en latín y griego, y también en otras lenguas -francés, inglés, italiano-. Son de temática muy variada, aunque abundan los libros relacionados con el mundo de la ciencia en general y de la astronomía en particular. Son de gran valor para la historia de la ciencia, la filología griega y latina, y auténticas joyas para los bibliófilos. Su estudio ha sido el objetivo de la publicación recientemente aparecida: Los fondos humanísticos del Real Instituto y Observatorio de la Armada en San Fernando.
Contienen valiosísimas ediciones de los clásicos griegos y latinos, así como sobre matemáticas, historia natural, geografía, historia, literatura, libros de viajes, actas de las academias europeas -Lipsiae, Moguntiae, Sueciae Upsaliae…- etc. Entre estas obras se encuentran ediciones de Herodoto, Jenofonte, Ortelio, César, Copérnico, Brahe, Kepler, Newton, y la extraordinaria edición del Astronomicum Caesareum Apiani.
Estos fondos se fueron reuniendo bien por la adquisición directa de los directores, que canalizaban presupuestos destinados a la compra de instrumentos de observación, por traspasos de fondos de otras entidades, o bien por intercambios o donaciones. La compra de material bibliográfico dependía en cada momento de la situación económica, que no siempre fue boyante.
En la primera mitad del s. XVIII, España se había quedado rezagada con respecto al desarrollo científico y técnico que había alcanzado la Europa de la Ilustración. Como quiera que el Marqués de La Ensenada, Ministro de Hacienda y Marina, era consciente de ello, comisionó al matemático y físico Jorge Juan y Santacilia, Capitán de la Academia de Guardiamarinas, para viajar a Londres, adquirir y enviar a España libros, instrumentos y toda clase de material que sirviera para ayudar a las instituciones científicas españolas a equipararse al nivel europeo.
Esta confianza que Ensenada había depositado en Jorge Juan era debida al trabajo realizado por encargo de la Corona, siendo teniente de Navío durante los nueve años que pasó en América (1735-1744) y formando parte de la expedición organizada por la Real Academia de las Ciencias de París a las ordenes de Charles de la Condamine para medir un grado del meridiano terrestre de Quito. Esta expedición además determinó que la tierra no es totalmente esférica y midió el grado de achatamiento de los polos.
Es precisamente durante la estancia de Jorge Juan en Londres, cuando en 1749 escribe a Ensenada proponiéndole por primera vez la fundación de un Observatorio en Cádiz, ya que, según su parecer y una vez conocido el de Londres, sería más rentable para las arcas del Estado que estar comisionando personal en el extranjero.
Con toda probabilidad, Jorge Juan, Capitán de la Academia de Guardiamarinas, aprovecharía la ocasión para traerse del extranjero cuantos libros pudiera conseguir para la entonces desnutrida Biblioteca de la Academia, y está claro que favoreció el aumento de fondos bibliográficos cuando en 1752 asumió la Dirección de la Academia en la que también él mismo se había formado, llegando a convertirla en un auténtico centro de estudios superiores con la fundación del Observatorio.
Según el inventario de 1775, que es el primero que se ha conservado, la Biblioteca del Observatorio contaba inicialmente tan solo con los 567 volúmenes correspondientes a los fondos bibliográficos que la Academia de Guardiamarinas reunió en torno a las actividades de los cadetes. Entre ellos obras de Newton, Tacquet, Bernouilli, Boyle etc. A estos se le sumaron los libros de ciencia del Colegio de la Compañía de Jesús, entonces recientemente desaparecido, sumando un total de 1282 volúmenes, entre los que ya se encontraban 41 ediciones latinas, más otras cinco que se añadieron en 1769.
Como se preveía que las actividades del Observatorio exigirían que la Biblioteca siguiera aumentando sus fondos, era necesario destinarle un lugar concreto y adecuado. Por eso cuando en 1791 Antonio Valdés fue nombrado secretario de Marina, conociendo las malas condiciones del Castillo de la Villa, decide que es necesario construir un edificio nuevo para el Observatorio, y que el mismo debía contar con una sala para la Biblioteca. José de Mazarredo, Capitán General del Departamento marítimo de Cádiz, se encarga de todas las gestiones.
En efecto, ya la Academia de Guardiamarinas se había trasladado a la Isla. Y ahora era necesario construir un edificio nuevo destinado a albergar las instalaciones del Observatorio antes de su traslado. Se eligió el proyecto del Marqués de Ureña, a pesar del proyecto de Tofiño. Su construcción duró cuatro años y dio como resultado el magnifico edificio que ha llegado hasta nuestros días y que, por entonces, ubicó la Biblioteca en la primera planta, en la sala central frente al despacho de Dirección.
Pero en 1827, fecha del inventario realizado por el entonces Director Sánchez Cerquero, los fondos de la Biblioteca pasaron de aquellos primeros 567 volúmenes, procedentes de la Academia de Guardiamarinas, a 6257 volúmenes, gracias a la recepción de los libros destinados a la Biblioteca de Marina de la Población de San Carlos.
Esta Biblioteca de Marina pertenecía a un ambicioso proyecto al estilo ilustrado, aprobado por el Ministerio en 1792, para construir en la Población de San Carlos de la Isla un edificio que albergara una biblioteca general, los instrumentos náuticos de la Marina y la colección de materiales hidrográficos y cartográficos, además de gabinetes de física y química, de historia natural y de construcción naval, como apoyo al complejo compuesto por la Academia de Guardiamarinas, el Observatorio y el Arsenal de La Carraca.
El oficial José de Mendoza y Ríos fue enviado a Francia y Gran Bretaña para comprar mapas, instrumentos y libros con las novedades científicas, técnicas y bibliográficas que considerara de interés para el mencionado proyecto. Sin embargo, la sustitución de Valdés al frente del Ministerio y la de José de Mazarredo en la Dirección General de la Armada, y los avatares de la Guerra de la Independencia, dejaron sin efecto este fabuloso proyecto al estilo enciclopedista, y la Biblioteca de Marina jamás llegó a construirse. Por esa razón, muy buena parte de los fondos bibliográficos que se habían adquirido para ella, acabaron en los anaqueles de la Biblioteca del ROA.
Pero la Biblioteca del Observatorio no siempre se benefició de recepciones de fondos gratuitas, sino que en ocasiones, como sucedió en 1856, hubo de desprenderse de más de 3.000 volúmenes que, en este caso, fueron enviados a Madrid para la formación de la Biblioteca Central de Marina y del Museo Naval. Se trataba, desde luego, de libros repetidos o de poco uso en San Fernando.
La voluntad decidida de Sánchez Cerquero de seguir aumentando los fondos de la Biblioteca, hizo que la sala destinada al principio fuera insuficiente para albergarlos y consultarlos, por ello, desde 1862, la Biblioteca pasó a ocupar las tres salas septentrionales de la primera planta.
Cecilio Pujazón y García, Director del Real Observatorio de la Armada (ROA)
Cuando en 1869, el Astrónomo de la Armada y Capitán de Navío Cecilio Pujazón y García, fue nombrado Director del ROA, tenía 36 años. Isleño de nacimiento, se había formado en el Colegio Naval de su ciudad, San Fernando, y había completado su formación con el Curso de Estudios Superiores que se acababa de establecer en el ROA.
Al llegar a la dirección del Observatorio, le precedía un gran prestigio de científico, astrónomo e hidrógrafo, fraguado en sus anteriores destinos y, especialmente, en el último, en las Antillas. En seguida gestiona la participación del Observatorio como estación principal en las actividades organizadas para observar el eclipse de sol del 22 de diciembre de 1870, ya que San Fernando se encontraba en la zona de totalidad. Participa en las Conferencias Meteorológicas de Londres, París, Roma y, en 1884, en Washington, para la adopción del meridiano cero, además de un largo etcétera de actividades científicas que no nos es posible mencionar aquí y que contribuyeron a que el ROA fuera considerado internacionalmente.
En lo que se refiere a la organización interna de la propia institución, aprobó el Reglamento de 1873. Con él reformó la distribución de las secciones del propio Observatorio en: Cronómetros e Instrumentos de Marina, Curso de Estudios Superiores, Almanaque Náutico y Observaciones astronómicas y físicas, Biblioteca y Archivo
Gracias a este nuevo reglamento pudo disponer de la figura del subdirector, independizar los Estudios Superiores, y contar con un respaldo legal en cuanto a las obligaciones de los empleados. Además, como consecuencia de estas reformas, los antiguos observadores y calculadores pasaron a formar el nuevo cuerpo de astrónomos.
Para modernizar la labor científica del ROA, fomentó la adquisición de nuevos instrumentos meteorológicos como barómetros, termómetros, psicrómetros, anemómetros, heliógrafos y pluviómetros, y también los instrumentos magnéticos.
En 1888 realizó un catálogo que es la fuente impresa más antigua conservada. En él recoge los libros existentes hasta el 31 de diciembre de 1888, incluyendo los que él mismo adquirió. Se publicó en San Fernando en 1889. Relaciona 10.839 volúmenes, de los cuales cerca de dos centenares son ediciones latinas o greco-latinas. Son libros de matemáticas, astronomía, física, filosofía, historia, geografía, viajes, gramática, diccionarios y actas de academias. Entre ellos se encuentran las ediciones Introductorium in astronomiam Albumasaris (1489), Tabularum Joannis Blanchini canones (1495), Astronomi veteres (1499). Ediciones de clásicos griegos y latinos de Esopo (1788), Homero (1845), Horacio (1811). Obras de Huygens, Kepler, Newton, Tacquet, Euler, Brahe, Copérnico, Apiano y un larguísimo etcétera que nos es imposible detallar aquí.
Después de 22 años en la dirección del ROA, Cecilio Pujazón muere repentinamente en 1891, a la edad de 58 años, a la vuelta de un viaje a París donde había ido para colaborar en la confección de la carta astronómica del cielo. Sus restos fueron trasladados al Panteón de Marinos Ilustres el 24 de septiembre de 1912.
En la recta final de la decimonónica centuria y el comienzo del siglo XX, se le asignó el cargo de director a Juan Bautista Viniegra y Mendoza, quien lo desempeñó hasta 1903. Sin embargo, ya no se adquirieron más ediciones latinas.
Los libreros suministradores del ROA durante la dirección de Pujazón
Considerando que el trabajo de un científico debe estar respaldado en una abundante y variada bibliografía, Pujazón derivó parte del presupuesto destinado a la compra de instrumentos, a la adquisición de libros para aumentar y actualizar los fondos de la Biblioteca del Observatorio.
Para ello mantuvo frecuentes contactos con diferentes libreros. Siguió con Bailly-Baillière, que ya había trabajado con su antecesor Francisco Márquez de Paula. Era ésta la librería de la Universidad Central, la del Congreso de los Señores Diputados y de la Academia de Jurisprudencia y Legislación; librería extranjera, nacional, científica y literaria situada en Madrid en plaza Topete nº 8. Tramitaba las suscripciones a todos los periódicos franceses, ingleses, alemanes y españoles y, además de la sucursal de Madrid, tenía las de París y Londres. Se trataba de un importante librero que suministraba títulos de temática muy diversa: de la Ilustración Francesa, de teología y filosofía, matemáticas, arquitectura, mineralogía, medicina, etc. y disponía de una casa de comisión para España, para el extranjero y ultramar. Sin embargo, entre sus muchos envíos, no remitió ninguna edición latina. Sus contactos fueron entre 1859 y 1873.
La librería de Gautier-Villars (Imprimeur libraire, Quai des grans-Augustins, 55, Paris) sirvió a la Biblioteca del Observatorio ediciones francesas entre 1869 y 1888.
En los años sesenta también se tiene noticia del Depósito Hidrográfico, librería española y extranjera de la Revista Médica, en Cádiz. Se trata de la librería Verdugo y Morillas y Cª de la calle San Francisco nº 36 y suministraba ediciones de lujo francesas e inglesas, además de material de escritorio.
Pero M. A. Asher y Cª, librero de Berlín con sede en Unter den Linden 20, sirve los pedidos de libros de Pujazón para la Biblioteca del ROA hasta 1887. Es posiblemente el librero más importante de esta época si atendemos al número de volúmenes que proporciona y a la importancia de los mismos. Pujazón escribe continuamente a Asher para encargarle ediciones de obras en diferentes lenguas y no duda en adquirir un considerable número de obras escritas en latín. De esta manera el librero de Berlín remite:
En 1870: KEPLER: Opera V, VII, VIII. 1858. Con estos volúmenes se completaron los ocho tomos que se han conservado hasta nuestros días.
En 1874, entre 49 títulos más, remite Neumann Galileus,que no se ha conservado.
En 1876: SANTINVS: Opusculum, que tampoco se ha conservado, y EVLER, LEONHARDVS: Opera postuma matemática et phisica, vol. I-II, 1862. Es uno de los 15 títulos de este gran científico y prolífico autor que actualmente se conservan entre los fondos humanísticos de la Biblioteca del ROA. En este mismo año también se detecta el envío de SMYSH: Speculum, que no se ha conservado.
En 1878, se tiene la noticia del envío de HEIS, E.: Atlas coelestis eclepticus, pero tampoco se ha conservado.
Sin embargo, en este momento, aunque la librería de Asher sigue remitiendo los pedidos que el ROA le ordena, no hay ningún nuevo envío de libro hasta 1883 cuando, entre siete títulos más, aparece un COPERNICVS, sin más datos, que debía ser la edición de De revolutionibus de 1566 o de 1854, ambas conservadas en la Biblioteca del ROA hasta nuestros días. Aún se conserva otra edición de De revolutionibus la de 1543, editio princeps, uno de los libros más valiosos de los fondos humanísticos de esta Biblioteca, del que hablaremos más adelante.
En 1886 llega al Observatorio una importante remesa de libros con un total de 59 títulos entre los que se encontraba la siguiente relación de ediciones latinas:
- STEVINVS: Hypomnemata mathematica, hoc est eruditus ille pulvis, in quo se exercuit..., Lugduni Batavorum, ex officina Ioannis Patii, 2 v. 1608
- EVLER L: Commentationes, 2 vol. no conservados
- VEGA: Thesaurus, no conservado
- SCHYLEVS: Oculus, 1645, no conservado
- WEIGELIVS, ERHARDVS: Speculum uranicum aquilae romanae sacrum, das ist Himmels Spiegel... von Erhardo Weigelio. Jena: in Berlegung Johann Meners, 1681.
También se puede comprobar que en esta remesa de libros, llegan al ROA ediciones latinas muy tardías, como son:
- PRITCHARD: Uranometria, 1885
- SCHELLEN: Spectrum analisis, que podría tratarse tanto de la edición latina de 1885 como de la inglesa de 1872
La remesa de libros de 1887
La decidida voluntad de Pujazón de convertir la Biblioteca del ROA en una de las más importantes de España, además de todo lo expuesto, lo prueba el hecho de que en 1887 Asher enviara una remesa de libros con 47 títulos y más de 60 volúmenes. De esos 47 títulos, 23 son las ediciones latinas que aun siguen:
- ALEXIVS: Ephemerides aeris perpetuae, que no se ha conservado
- ALLIACVS: Super libros metheororum, que no se ha conservado
- APIANVS, PETRVS: Astronomicum caesareum, Ingolstadii, apud Apianum, 1540
- APIANVS, PETRVS: Cosmographicus liber, Antuerpiae, apud Gregorium Bontium, 1534
- BLANCHINVS, JOANNES: Tabulae coelestium motuum ac in eas canones, Venetiis, 1495
- CALVISIVS, SETHVS: Opus chronologicum ubi tempus astronomicum per motus & eclipses luminarium coelestium, tanquam characteres infallibiles epocharum, ex fundamentis chronologicis demonstratur & applicatur, Francofurti ad Moenum & Embdae, impensis Christiani Gelarcii et Simonis Beckenstei. Typis vero excripsit Antonius Hummius, 1650
- COPERNICVS: De revolutionibus orbium coelestium libri VI, Norimbergae, apud Ioan Petreium, 1543
- FINAEVS, ORONTIVS: De arithmetica practica & De mundi sphera, Lutetiae Parisiorum, apud Michaelem Vascosanum, 1555. Se trata de dos ediciones que se encuentran encuadernadas en el mismo volumen, y que además contiene las tres siguientes: Canonum astronomicarum libri duo, De duodecim caeli domiciliis & horis inaequalibus, y De speculo ustorio.
- GASSENDVS, PETRVS: Tychonis Brahe equitis dani, astronomorum coryphaei, vita... accessit Nicolai Copernici, Georgii Peurbachii, & Joannis Regiomontani astronomorum celebrium vita, Parisiis, apud viduam Mathurini Dupuis, 1654
- GASSENDVS, PETRVS: Institutio astronomica, Parisiis, apud Ludovicum de Hevqueville, 1647
- GASSENDVS, PETRVS: Tychonis Brahe equitis dani, astronomorum coryphaei, vita... accessit Nicolai Copernici, Georgii Peurbachii, & Joannis Regiomontani, astronomorum celebrium, vita., Haga-Comitum, ex typographia Adriani Ulacq, 1655
- JOAQVINVS: Ephemerides novae, que no se ha conservado
- LEOVITIVS, CYPRIANVS: Calculus ephemeridum LI annorum, numeratus ad meridianum inclytae urbis
- imperialis Augustae Vindelicorum, [Augustae Vindelicorum], apud Philippum Ulhardum, 1557
- LEOVITIVS, CYPRIANVS: Eclipsium omnium 1554 ad 1606 descriptio et pictura ad meridianum Augustanum ita supputata..., Augustae Vindelicorum, apud Philippum Ulhardum, 1556.
- LEOVITIVS, CYPRIANVS: Ephemeridum novum atque insigne opus ab anno Domini 1556 usque in 1606
- accuratissimè supputatum..., Augustae Vindelicorum, apud Philippum Ulhardum, 1557
- MAGINVS, IO. ANTONIVS: Novae coelestium orbium theoricae congruentes cum observationibus N. Copernici, Moguntiaci, imprimebat Ioannes Albinus, 1608.
- MAVROLYCVS, FRANCISCVS: Cosmographia in tres dialogos distincta, Venetiis, apud haeredes Lucae Antonii Iuntae Florentini, 1543
- MVLERVS, NICOLAVS: Tabulae frisicae lunae-solares quadruplices; è fontibus Cl. Ptolemaei, Regis Alfonsi,
- Nic. Copernici, & Tychonis Brahe, recens constructae, Amstelodami, apud Wilhemum Iansonium, 1611
- NONIVS, PETRVS: De arte atque ratione navigandi libri duo, Conimbricae, in aedibus Antonii à Mariis, 1573. Esta obra se encuentra encuadernada en el mismo volumen que De erratis Orontii Finaei... Conimbricae, excudebat Antonius à Mariis, 1571 y De crepusculis liber unus….per eundem Petrum Nonium, Conimbricae, excudebat Antonius à Mariis, 1571
- REGIOMONTANVS, IOANNES: De triangulis planis et sphericis libri quinque... Basileae, [per H. Petri et
- P. Pernam], apud Danielem Santebech, [1561]
- SCHEINER, CHRISTOPHORVS: Rosa ursina sive Sol ex admirando facularum & macularum suarum
- phoenomeno varius, Braciani, apud Andream Phaeum, typographum ducalem, 1630
- SCHOENER, IOANNES: Tabulae astronomicae quas vulgo, quía omni difficultate & obscuritate carent,
- resolutas vocant..., Norimbergae, apud Io. Petreium, 1536
- STOEFFLER, IOANNES: Calendarium romanum magnum, [Tubingae], [ex inclyta Tubingae Academia], impressum in Oppenheym, per Jacobum Kóbel, 1518
Estas obras sumadas a las anteriores hacen un total de 37 títulos. Son ediciones del s. XVI -excepto tres, del s. XVII- y temática relacionada con la astronomía. De ellas, tres no se han conservado.
Pero además, en esta última remesa se recibieron algunas de las obras más valiosas de esta Biblioteca, que son:
BLANCHINVS: Tabulae coelestium motuum ac in eas canones, Venetiis, 1495. Se trata de uno de los seis incunables que se conserva en estos fondos. Los otros son: Introductorium in astronomia Albumasaris, Augustae Vendelicorum, 1489 -el libro más antiguo de la Biblioteca-; C. Plinii Sedundi naturae historiarum libri XXXVII e castigationibus hermolai barbari quam emendatissimi editi, Venetiis, 1499, y el volumen que contiene tres obras con el nombre de Astronomi veteres apud Aldum: Firmicus, Manilius et Aratus, Venetiis, 1499. Estas ediciones forman una colección de incunables de astronomía, temática muy singular si tenemos en cuenta que solían ser de temas religiosos y no científicos.
También se encuentra en la remesa de libros de 1887, la valiosísima editio princeps De revolutionibus orbium coelestium Copernici, Norinbergae, 1543, que marcó el final de la concepción ptolemaica del universo, dejando anticuado el Astronomicum Caesareum Apiani, editado tres años antes, al que dedicaremos capítulo aparte por su singular interés.
En consecuencia y por todo lo expuesto se puede afirmar que Pujazón leía latín y que muy probablemente también lo hacía su equipo. De la misma manera se puede apreciar que en los libros que adquiría valoraba, sin duda alguna, la utilidad práctica científica, pero a veces también se dejaba llevar por un interés más didáctico o pedagógico, más artístico, más propio de bibliófilo o de humanista, porque consideraba que para la Biblioteca del ROA era importante contar con ediciones de más tres siglos de antigüedad respecto a su época.
Astronomicum Caesareum Apiani
El astrónomo y matemático alemán Petrus Apianus nació el 16 de abril de 1495 en Lisening, Sajonia. La mayoría de los datos biográficos que de él conocemos nos lo proporciona el Dr. Owen Jay Gingerich, astrónomo y profesor de Investigación de la Astronomía e Historia de la Ciencia de Harvard. Así sabemos que su padre era zapatero y pertenecía a una familia de la clase media de su ciudad natal. Estudió en la escuela de latín de Rochlitz, primero matemáticas y, más tarde, astronomía y cosmografía en Leipzig y Viena. Fue en Leipzig donde latinizó su nombre, que en realidad era Peter Bennewitz o Peter Bienewitz (apis en Latín es 'biene' en alemán) para convertirlo en Petrus Apianus.
En 1524 comenzaron sus aportaciones científicas. Es el primero en proponer el uso de las longitudes geográficas para medir las distancias entre la luna y las estrellas fijas, teoría que plasma en Cosmographicus liber, libro que le proporcionó gran fama y que su alumno Gemma Frisius comentaría y completaría en posteriores ediciones. Una de ellas, la de 1533, se conserva en la Biblioteca del ROA. En 1527 fue nombrado profesor de matemáticas en la Universidad de Ingolstadt y, a partir de este momento, comienza una fecunda etapa de publicaciones, algunas de su propia imprenta y de esta misma ciudad. Por otra parte su fama crece también como científico y constructor de instrumentos, hasta tal punto de que en 1530, el Emperador Carlos V le concede privilegios especiales convirtiéndose en su mecenas.
En 1532 publica Quadrans Apiani Astronomicus y, 1533, Horoscopion Apiani. De ambas obras se conservan sendos ejemplares en la Biblioteca del ROA. Luego publica Instrumentum primi mobilis, Norimbergae, 1534, del que no se conserva ningún ejemplar allí ni hay noticias de que lo haya habido. Además realizó otras publicaciones en alemán, así como trabajos que lo encuadran no sólo como científico, sino también como humanista, ya que tradujo al latín obras escritas en árabe.
La protección del Emperador fue decisiva para él y por eso le dedica el Astronomicum Caesareum, sin duda la obra de arte cumbre de la imprenta del s. XVI. Su edición debió necesitar toda la atención del autor porque durante este tiempo sus publicaciones fueron escasas. Finalmente, en 1540, fue presentada a Carlos V que quedó impresionado de tal manera que lo nombra matemático de la Corte, le concede un escudo de armas nuevo, y le otorga el derecho de nombrar los poetas de la Corte y de reconocer como legítimos hijos habidos fuera del matrimonio. Gracias a la protección del Emperador Apiano pudo gozar de abundancia y prestigio hasta su muerte en Ingolstadt, a la edad de 57 años, en 1552. Su hijo Philip (Ingolstadt 1531-Tubinga 1589) llegó a ocupar la Cátedra de Matemáticas de la Universidad de Ingolstadt y Tubinga, regentando también la imprenta de su padre.
Un ejemplar de esta edición sin igual se conserva en la Biblioteca del ROA, adquirida en 1887, siendo Cecilio Pujazón Director de esta institución.
Como se ha visto anteriormente, una etapa especialmente próspera para la Biblioteca del ROA y sus fondos humanísticos fue el tercio final del s. XIX. En esta época se adquirieron algunas de las ediciones más valiosas de estos fondos: APIANVS: Astronomicum Caesareum y COPERNICVS: De revolutionibus entre otras. Estos libros no fueron adquiridos por Jorge Juan, como se ha venido creyendo hasta ahora, sino por el entonces Director Cecilio Pujazón. Así se demuestra en la documentación recientemente descubierta y dada a conocer en la publicación sobre los fondos humanísticos del ROA antes mencionada.
Para comprender la teoría que venía apoyando a Jorge Juan y no a Pujazón en la adquisición del Astronomicum Caesareum Apiani, debemos remontarnos hasta 1749. Como se ha visto, el primero se encontraba en Londres enviado por Ensenada quien, consciente del retraso industrial y científico en el que se encontraba el Estado español, le encarga una misión de espionaje industrial con la idea de introducir en nuestro país la técnica y la ciencia necesaria para que España se equiparase al nivel de desarrollo científico y técnico del resto de Europa. En Londres, ayudado por los cadetes brigadieres becados para tal fin, debía recoger toda la información posible, comprar libros e instrumentos y enviarlo todo a España.
Aunque no figuran en el inventario de 1775, a falta de datos, siempre se había venido creyendo que entre los libros que entonces compró Jorge Juan se encontraban la editio princeps De revolutionibus Copernici y el Astronomicum Caesareum Apiani. Sin embargo, estos libros no fueron adquiridos por el Observatorio hasta 138 años más tarde, cuando en 1887 Cecilio Pujazón los compró para la Biblioteca del ROA al librero Asher.
El Astronomicum Caesareum de la Biblioteca del ROA es una edición de lujo en tamaño folio (49 cm.) con 59 folios numerados. Salió de la imprenta del propio autor (Ingolstadii, 1540) y estaba destinada al protocolo imperial, es decir, a ministros y otros altos dignatarios de la Corte de Carlos V.
Se hicieron dos tiradas una de lujo con exquisitas ilustraciones ricamente decoradas a mano, por lo que cada ejemplar era diferente y pintadas a todo color, destacando los dorados y plateados. La otra tirada se realizó en rústica y no estaba tan ricamente decorada. La edición que conserva la Biblioteca del ROA es de lujo.
Las ilustraciones de esta extraordinaria obra merecen un comentario especial. Se pueden describir en tres grupos diferentes:
Las ilustraciones móviles, que llaman poderosamente la atención por su belleza e ingeniosidad, son veintiuna. Realizadas a toda página, representan los movimientos de los astros entonces conocidos y su situación en el zodiaco: Saturno, Júpiter, Marte, Mercurio, Venus, la Luna y el Sol. Están realizadas a base de discos concéntricos que giran entorno a un centro o a veces en torno a varios centros. En doce de ellas, se pueden representar las diferentes posiciones de los astros mediante un hilo índice. La combinación de estos discos superpuestos que giran independientemente y el hilo índice proporciona un cálculo gráfico exacto de la posición de un planeta, así como las supuestas órbitas solares o planetarias alrededor de la tierra siempre según el sistema ptolemaico. También representan las distintas fases de la Luna que eran de gran interés para la época, porque permitían fijar las fiestas religiosas móviles.
Por otra parte destacan a) las ilustraciones que describen los diferentes aparatos o las que muestran la trayectoria de cometas, eclipses, etc., ricamente coloreadas también a mano, b) las figuras geométricas que representan triángulos curvos y c) los motivos arquitectónicos que encabezan los apartados.
Finalmente, llaman poderosamente la atención las letras capitales, auténticas joyas en miniatura que representan las iniciales de capítulos sobre artísticos fondos de estilo plateresco, y están decoradas con diferentes figuras a todo color, en las que se puede apreciar un gran gusto por el detalle. En la pars prima, un total de 47 representan la casi totalidad del abecedario latino y también algunas letras del alfabeto griego como la K, la F o la Z. Estas aparecen engarzadas con figuras de sabios, astrónomos, instrumentos, etc. En la pars secunda aparecen 37 letras capitales de las que cuatro siguen el estilo de las anteriores y las demás tienen una superficie de dos centímetros cuadrados, y resultan menor de tamaño. En ellas se entremezclan las letras con típicos angelotes renacentistas que saltan por encima, se columpian en ellas o juegan alrededor graciosamente.
La estructura del contenido está dividida en dos partes bien diferenciadas:
La prima pars -hasta el folio 48 vuelta- va precedida de una dedicatoria al propio Emperador con una rica ilustración a todo color donde destaca el escudo de Carlos V con el águila bicéfala sobre fondo dorado. A continuación, una dedicatoria a los archiduques de Austria: Augustissimi caesaribus Carolo et Ferdinando, imperatori illi regique huic rhomanis, fratribus, Austriae archiducibus… Sigue en la página tres Apianus lectori y Index alphabetica. Después de estos prolegómenos desarrolla la primera parte que va desde el primum enuntiatum al quadragesimum. Los primeros están dedicados a: tabula temporum, tabula insignorum locorum, civitatum, et oppidum, Europae, Africae, et Asiae. Continúa con la situación de las estrellas fijas en el zodiaco, la relación de sus figuras, el calendario y el curso de los planetas. Luego trata sobre los planetas conocidos en el siguiente orden: Saturno, Júpiter, Marte, Venus y Mercurio. Cada uno aparece con su tabla de movimiento y los acontecimientos históricos más importantes con que se relacionan, por ejemplo la fundación de Roma o las fechas de nacimiento del Emperador o de su hermano el Archiduque Fernando. En el folio 21 vuelta, en el decimumseptimum enuntiatum, comienza a ocuparse de la Luna hasta el folio 26: tabla de movimientos, fases, etc. Continúa con la órbita del Sol, y dedica el final de la primera parte a los eclipses, demostrando cómo calcularlos y deteniéndose expresamente en el eclipse lunar parcial del 15 de noviembre de 1500, año de nacimiento de Carlos V. Refiere el que precedió al nacimiento de Fernando I el 15 de octubre de 1503, y el eclipse total de Luna del 6 de octubre de 1530, año de la Coronación del Emperador. Se detiene en dos eclipses antiguos: el del 20 de septiembre de 331 a. C. referido por Plutarco -cuando Darío fue derrotado por Alejandro Magno en la batalla de Gaugamela- y en el eclipse lunar que nos cuenta Plinio del 3 de septiembre del año 176 a. C., en la batalla de Pidna.
Pars secunda, más breve que la anterior, se desarrolla desde el folio 49 hasta el final y tiene XII enuntiata. Comprende:
- Instrumenti partes: Se ocupa de los problemas de observación y de sus soluciones gráficas.
- Observationes cometarum: Son cinco cometas observados en 1530 y, entre ellos, se encuentra el ahora conocido como cometa Halley. Es aquí donde da a conocer la conclusión de sus observaciones sobre la posición de la cola en el curso de un cometa que siempre se aleja respecto al Sol. Representa en cada caso ortus, declinatio, occasus… cometae.
- Compositio, imago, usus torqueti: Describe un instrumento diseñado y construido por el propio Apiano para medir la distancia de los ángulos en dos planos verticalmente superpuestos para observaciones astronómicas y terrestres.
El libro termina con un colofón típico pero de lectura invertida y a continuación un folio con el escudo de armas del autor. En el ejemplar que llegó a manos de Cecilio Pujazón y que se conserva en la Biblioteca del ROA, aparece el nuevo escudo de armas de Apiano, que le fue concedido por Carlos V una vez presentada la obra al Emperador. Por este motivo Pedro Apiano imprimió de nuevo el folio final y lo remplazó en algunos ejemplares.
El Astronomicum Caesareum Apiani es un libro fascinante y conmovedor por su belleza y contenido. Representa la obra de arte cumbre de la imprenta del s. XVI, no superada por las técnicas de impresión en varios siglos. Pero es también la última obra de la concepción ptolemaica del universo, publicada tres años antes del De revolutionibus Copernici que inicia el fin del sistema geocéntrico del universo y el comienzo del sistema heliocéntrico, cuando solo faltaban seis años para el nacimiento de Tycho Brahe y 31 para el de Kepler. Significa en realidad el final de la concepción medieval del cosmos para dejar paso a la humanista. Es muy posible que el propio Apiano lo supiera, ya que una teoría sustentada oficialmente durante siglos no desaparece de la noche a la mañana. De hecho la obra de Copérnico esperó durante años los permisos necesarios para ser publicada. Luego el mismo Brahe intentó, al menos en teoría, sintetizar las dos concepciones, pero el resultado no convenció a nadie.
Sin embargo, aunque es un libro que defiende una teoría a punto de ser desbancada, aporta importantes novedades para su época, por ejemplo la descripción de cinco cometas y la posición de la cola de un cometa siempre alejada respecto al sol.
En su tiempo fue una obra no sólo artística, atractiva e interesante, sino también de alto coste, como reconoce el propio Brahe al haber pagado por ella veinte florines que podrían equivaler a unos 2.400 €.
El Astronomicum Caesareum Apiani hoy día sigue fascinando y sería deseable que las diferentes instituciones aunaran su esfuerzo para realizar una edición facsimil con mejor ventura que la realizada en Leipzig en 1967, cuyos mecanismos realizados con la técnica del s. XX no resistieron el uso y fallaron casi inmediatamente, mientras que los insertados por Apiano en 1540 se pueden utilizar después de más de cuatro siglos y medio.
María Elena Martínez Rodríguez de Lema