Siete días que parecerán siete horas
Cuando nos demos cuenta todo habrá terminado. Después de un largo año de espera y a falta de unas horas para que el Pregonero de la Semana Santa abra la puerta de la Capilla Lasaliana, al igual que la maquinaria de un viejo reloj, todo está engrasado y a punto para que el procesionar de nuestras cofradías se repita una vez más.Al igual que el año anterior, los ritosseránlos mismos y serán diferentes. Tan solo cambiarán los matices, las tonalidades, las palabras, el azul del cielo, los gestos, alguien que ya no estará con nosotros y que echaremos de menos.
El cargador, después de los ensayos de rigor, se encontrará en condiciones para realizar su tarea el día de la salida. El trajinar de las andas de los almacenes a los templos los trae atareados en esta semana previa donde el goce de los momentos se vive con una gran parsimonia, saboreando cada instante con una lentitud disfrutada en la realización de la maera, presentaciones de cartelería cofrade, mesas redondas o conciertos de música procesional.
Las iglesias reciben la visita de cientos de personas que contemplan los pasos aún a medio montar, donde mayordomos y colaboradores colocan las velas de las candelerías, ajustan varales, aprietan candelabros, atornillan tulipas, encañan flores, para que al final, como un gran mecano, la obra esté finalizada y lo que era simplemente madera, metal, cera, flores y cristal, se convierta en la maravilla estética de un paso procesional a la espera de los titulares de la cofradía.
Luego,casi agotado el tiempo, serán los desayunos alrededor de unos churros o las meriendas en tornoa unas torrijas aderezadas de charlas y anécdotas,las que nos aproximarán un poco más, con un sosiego nervioso, ala tarde del Domingo de Ramos.
Desde el mismo momento en que se abran las puertas del Colegio de los Hermanitos de La Salle dando inicio al Domingo de Ramos, y el “Hosanna” de las rubias palmas en manos de alegres e infantiles hebreos nos avisen que con la salida de la Borriquita se va a iniciar la Semana Santa, cuando el primer paso salga a la calle, todo correrá con una prisa inusitada. A partir de los primeros sones procesionales será un ir y venir alocado, un ¿por dónde va? ¿a qué hora se recoge?¿cómo va la cuadrilla? Un “voy corriendo a la calle Ancha” o un “que me pierdo las siete revueltas”. Resultará una semana de sucesión continua de emociones, sensaciones, recuerdos, oraciones, ritos, los sueños de todo un año de larga espera. Siete días que parecerán siete horas. Y de pronto el Resucitado… cuando nos demos cuenta, todo habrá terminado.