El patrimonio del 'saber'
En una sociedad en la que se nos plantea decidir entre A y B es muy atrevido y, si me lo permiten, diré que de muy valientes, introducirse en el maravilloso mundo de las Humanidades.
Yo lo hice, y hasta el fondo. Encantada de estudiar lo que deseaba y no lo que la mayoría -por aquello de la seguridad económica- me aconsejaba. ¿Hubiese sido mejor otra carrera con más futuro y preparar unas oposiciones? Para el interés de gran parte de la población seguro que sí. Para el mío no. Tal vez con los años que cuento, hoy en día tendría mi plaza en un colegio, un hospital o alguna que otra entidad pública o privada de haber elegido otra cosa. Pero no sería lo que deseaba ser y de hecho soy, Licenciada en Humanidades.
Muchos se preguntarán, equivocadamente, que de qué me ha servido. Pues de mucho. Principalmente para ser libre y más feliz. Me ha dotado de la capacidad de saber elegir por mí misma hacia donde quiero ir sin que nadie tenga que decidir por mí, porque he desarrollado la capacidad de reflexión y pensamiento. Me ha aportado la magia de la curiosidad, ya que siempre necesito saber más y más. Y digo magia, porque me resulta mágico tener el deseo constante de conocer más aspectos de esto o de aquello sea cual sea su procedencia. Da igual, con tal de aprender. Literatura, Historia, Arqueología, Antropología, Filosofía, Geografía o Psicología; todas estas materias tienen su encanto ya que nos hablan de nuestros orígenes, llevan con ellas el sello de aquellos que nos precedieron y lucharon por engrandecerlas. ¿Cómo iba a elegir una sola?
A pesar de los intentos de algún que otro gobierno para eliminarla de la lista de carreras universitarias, siempre hemos existido personas a las que nos apasionan los retos difíciles y, tal vez por llevar la contraria, nos permitimos el lujo de estudiar lo que nos gusta y no lo que se 'debe' estudiar. Reconozco, muy a pesar mío, que esos intentos no han sido en vano, pues aunque no la hayan excluido del todo sí han conseguido hacerla menos visible entre los estudiantes de etapas anteriores. Tanto es así que a día de hoy pocos saben para qué sirve y hasta cuestionan su valía cuando se menciona el nombre.
Desde estas líneas quiero hacer una llamada de atención a esas personas que están forjándose un futuro. Esos escolares que aún no han decidido qué quieren ser de mayor. Me gustaría motivarlos con cada una de las ideas que aquí expongo y animarlos a que, decidan lo que decidan, nunca descarten la posibilidad de acercarse al mundo que le brinda esta magnífica carrera ni ninguna de las asignaturas que la componen.
Sumergirse en ella es descubrir que el conocimiento es la base de la cultura. Nos ofrece valiosos instrumentos que podemos emplear para evaluar con sensatez cualquier tema que se preste a debate. Siempre nos sentiremos arropados sabiendo que, ante cualquier cuestión, podremos plantear nuestras propuestas y, si no poseemos ninguna en el momento precioso, tomar nuestro tiempo para examinar e indagar sobre ella.
En definitiva, si hay un 'patrimonio' que nos pueda hacer crecer como personas ése es, sin duda, el 'saber', que -aunque no ocupe lugar- nos llena el vacío que consume a los ignorantes.