(X.I) La Isla y las Hermandades del Miércoles Santo
… Viene del artículo anterior… No sólo la Virgen ya existía, sino también la Orden conservaba otras imágenes todas del Siglo XVII. Tales como otra pequeña talla de la Virgen de los Dolores en la misma actitud de la titular, hecha de barro y para vestir, San Juan Evangelista, Santa María Magdalena, Nuestra Señora del Rosario (una pequeña imagen de origen napolitano) que junto a un Niño Jesús de la escuela granadina que procesionaba en los antiguos Rosarios de la Aurora y presidia el Corpus. Así como San Benicio y Santa Juana Falconieri; estos dos últimos santos servitas, son de tallas de las llamadas estofadas y policromadas y forman parte de su altar. Así como otras diversas pequeñas tallas de índole distintas. Algunas de ellas han salido en procesión. Y todas son de autores desconocidos.
Sin embargo además de un Niño Jesús Triunfante realizado en tarracota. El Cristo de la Buena Muerte que data del año 1976 y fue obra de nuestro paisano, escultor e imaginero, Alfonso Berraquero García. Hecho de resina de estilo barroco-renacentista. Cuya hechura no tiene el tamaño habitual a propósito o dicho de otro modo, es de tamaño académico, porque fue concebido para llevarlo sobre los hombros, como así sale procesional y actualmente en primer término a modo de Cruz de Guía cada Miércoles Santo y es muy venerado.
Los penitentes no llevan túnicas a la ultranza sino hábitos de frailes propios de los siervos de María, de color negro, gruesa correa de cuero negro al cinto y el escapulario de la Orden de color negro también. Así como los zapatos y los guantes. Y en cuanto al capirote usan de los llamados en el argot cofrade ‘de gatos’ que consiste en llevar el antifaz sin cartón y desplazados hacía la espalda. Y van rezando rosarios y letanías durante todo su recorrido.
Tiene dos momentos dentro de su itinerario que despierta gran interés de los ciudadanos y de los fieles y devotos que siguen este cortejo: uno la lluvia de pétalos de rosas que recibe en la parte alta de la calle 24 de septiembre de 1810 y el poema que le suelen dedicar al Cristo de la Buena Muerte por la que fuera pregonera isleña de nuestra Semana Santa, María del Carmen Salado. Y otra las saetas que les cantan los cantaores de flamenco isleños, Rosario, Oneto y Lucas, respectivamente. Estos actos han venido sucediéndose durante años. Así cómo presenciar su paso impresionante paso por el estrecho y conocido Callejón de las Ánimas de regreso ya hacía su Templo.
El Paso desde el principio fue sometido a varias transformaciones pero siempre sobre su base primitiva y así fue como se estreno el de Templete que conocemos hoy con motivo de su longeva existencia al cumplirse en el año 2009 (fecha de su estreno) los 250 Aniversarios de su fundación. Su constructor fue el conocido sevillano Manuel Guzmán Bejarano, sobre la base del anterior como ya se ha comentado. Y los candelabros metálicos, las iluminarias portadas por los Arcángeles y las ánforas, corresponden al orfebre también sevillano, Manuel de los Ríos Naranjo.
Y va cargado por una cuadrilla de hermanos de la propia Orden y hay que decir que fue quizás la primera hermandad que optó por este sistema. Otro dato curioso es que su representante nato no tiene por nombre -hermano mayor- y en su lugar recibe el de Prior, ni tiene Junta de Gobierno, sino que se rige simplemente por un Consejo de Hermanos. Sus hermanos cuando ingresan en la hermandad son pre-novicios hasta alcanzar el grado de novicios.
Resumiendo, nos encontramos ante una hermandad sobria, austera y distinta, pero con una fuerte dosis de espiritualidad, que abre su cortejo procesional con una campana anunciadora de la muerte en la Cruz de Nuestro Señor Jesucristo que portan sobre sus hombros, como ya se ha dicho anteriormente.
No lleva música, sólo un trío de instrumento de viento, y cuando no tocan van rezando. En su itinerario tiene momentos emocionantes a su paso por 24 de Septiembre o por el Callejón de Ánimas. Y cabe decir que a los ciudadanos y cofrades isleños, ‘que son muy receptivos’, les intimidan y respetan, porque en dicho cortejo, observan su comportamiento, en su devoción y en su silencio. Y ven la misma historia de la pasión de Cristo El Señor bajo una dimensión distinta. Pero que en realidad es otra forma de vivir y sentir la Semana Santa de la Isla a través de esta singularísima hermandad eminentemente devota y penitencial.