Marina Vara en una foto facilitada por la propia artista.

Marina Vara, de 18 años, solicita ayuda para aprovechar la beca que le ha concedido una prestigiosa escuela de danza americana.

Doble beca para los cursos de verano impartidos por la prestigiosa Joffrey Ballet School. Es el mérito logrado por Marina Vara, joven bailarina isleña, tras probar suerte en una audición celebrada en Madrid por esta entidad el pasado 13 de diciembre. Y eso que tres días antes se había roto el ligamento de uno de los dedos del pie durante una jornada de entrenamiento. "Tenía que intentarlo -explica- ya que tanto el viaje como la audición estaban pagadas y no quise perder la oportunidad".

Desde luego existe potencial porque, pese a su lesión, los profesores allí presentes la becaron para los cursos de ballet -danza clásica- y danza contemporánea que cada año celebran en distintos estados americanos como Texas, Georgia o Michigan. Una sesión de tres horas a la que asistieron 15 personas y que, al contrario de lo que se ve en el cine, funcionó como una clase normal, ya que "lo que buscan es ver cómo te desenvuelves", explica a este medio.

La espera fue dura. Al cumplirse las tres semanas de margen para la notificación no había recibido correo alguno, pero, justo cuando se apresuró a escribirles apareció un email en su bandeja de entrada, "podía escoger el destino que quisiera".

Tras cotejarlo con sus padres y profesores, se decantó por Nueva York, justo donde la escuela tiene su sede principal. Pero ahí no acaba todo. Además de los referidos cursos, la Joffrey Ballet School ha decidido becarla también, al completo, para su programa anual de formación profesional en ambas modalidades. De modo que se puso las pilas, tanto a nivel físico -el ballet es una actividad que requiere de práctica diaria- como económico, abriendo para ello una página de 'crowdfunding' o micromecenazgo que permite a cualquier voluntario donar la cantidad que estime conveniente. "Somos cuatro en la familia y con un solo sueldo no llega, a pesar del esfuerzo que tanto mis padres como mi tío han invertido en mi profesión", confiesa, consciente de todos los gastos que acarrearán alquiler, comida, desplazamientos y, en definitiva, el traslado a un lugar donde el nivel de vida es muy superior al que existe en España.

Marina Vara comenzó a bailar siendo muy pequeña. "Quería ser como la bailarina de porcelana que tenía mi abuela", recuerda, por lo que no dejó de insistir hasta que sus padres le matricularon en una academia particular. Probó suerte, más tarde, en la Escuela Municipal de Danza, pero "allí lo español se estila mucho y no entiendo de flamenco, ni siquiera sé bailar una sevillana", de modo que se marchó a Cádiz siendo ya adolescente, primero a Flick Flock Danza y, más tarde, a La Tournée. Tras cuatro años preparándose a fondo logró acceder, en 2009, al Conservatorio Provincial de Danza Maribel Gallardo, en único existente en Cádiz. Allí accedió directamente al segundo curso tras comprobarse sus dotes artísticas y cinco años después -hace dos- lo abandonó con el título en la mano. Fue entonces cuando comenzaría su etapa en el Centro Andaluz de Danza, cuyo segundo curso culminará con solo 18 años para irse directamente a Estados Unidos.

Su objetivo, aclara, es "que La Isla se sienta orgullosa del talento que hay en su tierra, no solo en el ámbito del Flamenco", así como reivindicar la falta de ayudas para que los profesionales puedan continuar. "Al parecer, lo nuestro no se considera actividad de alto rendimiento por lo que todo, absolutamente todo, nos lo costeamos nosotros".

Los interesados en colaborar para que Marina Vara aproveche esta oportunidad profesional lograda a base de esfuerzo pueden hacerlo hasta el 14 de marzo pinchando AQUÍ.