El aburrimiento que se 'carga' los monumentos
Muchas esculturas han sido mutiladas, pintadas o sustraídas en San Fernando.
Hace días saltaba la noticia de que el Monumento a la Libertad de Expresión que se ubica en la confluencia de las calles Real y San Marcos había sido víctima de un acto vandálico. La policía local se apresuró a precintarlo entonces bajo riesgo de que el mal fuera a mayores y así sigue en la actualidad.
La escultura, una figura femenina obra del escultor local Alfonso Berraquero, presenta descolado uno de sus pies, mientras el otro -sobre la base de piedra- ha sido separado del resto del cuerpo a la altura del tobillo. Inaugurada en 2010 por el entonces alcalde, Manuel María de Bernardo, simboliza, en palabras de su autor, a una mujer desnuda, sin postizos, que tras un camino tortuoso atraviesa unas puertas con la palabra 'Tolerancia' inscrita en ellas. Sostiene sobre su mano izquierda una paloma de papel como símbolo del Decreto de la Libertad de Imprenta.
Sin embargo no es el primer monumento que cae víctima de conductas incívicas en La Isla. Se espera que sí el último de una larga lista que incluye, por ejemplo, al Monumento a Camarón de La Isla realizado por Antonio Mota en 1992. El mismo -que en un principio lucía en diferente ubicación, más alejado de la Venta de Vargas-, vio desaparecer al niño que le admira en alguna que otra ocasión durante la década de los 90. Años después, la rotonda de la familia (Salvador García, 2003) sufrió un repentino 'divorcio' cuando en 2011 un vehículo se estrelló contra ella. No se trató de un caso de vandalismo pero el Ayuntamiento tardó varios años antes de reunir a la mujer y a los niños con su padre, que había desaparecido. Un hecho más reciente fue el que afectó al Camaronero -también de Antonio Mota- de la Plaza del Rey, cuando amaneció durante los Carnavales de 2014 cubierto de spray multicolor. Los vecinos, que se apresuraron a denunciarlo a través de las redes sociales recibieron una pronta respuesta del delegado de Desarrollo Sostenible, Fran Romero, procediéndose a la limpieza de la imagen.
Actualmente y además del ya citado Monumento a la Libertad de Expresión, no es extraño contemplar pintadas en otras esculturas de la ciudad, por ejemplo, en la plaza de su nombre -valga la redundancia-, donde la 'Atlantis Nessos', obra del escultor Rodríguez Hermida, presenta los ojos, el sexo y los pechos coloreados de amarillo fluorescente, un 'simpático' ejemplo de éxtasis hormonal.