Messi: Cinco veces de Oro
Es la pura demostración de cómo se forja un mito año a año, de cómo un único individuo es capaz de reescribir la historia. Pasan ya 11 años de aquella noche de agosto de 2005, cuando con la Juventus como espectadora de primera fila asistía al descubrimiento de una nueva leyenda del fútbol. Un menudo mediapunta argentino, que durante aquellos meses del mercado veraniego estuvo a punto de salir cedido en busca de minutos fuera de Can Barça, formaba tripleta atacante con Thierry Henry y Ronaldinho, grandes estrellas del momento.
Ahora, con 28 años en su DNI, Leo es admirado por aquellos a los que él se asombró cuando era juvenil. También lo es por aquellos a los que siempre saldrán bajo el pseudónimo del “nuevo Messi”, como lo fue Neymar, con quien ahora comparte vestuarios y que tras la gala del Balón de Oro volvió a declarar su idolatría hacia el astro de Rosario. En diez temporadas ha vivido la época más gloriosa en los últimos años del FC Barcelona, de las que ha sido claramente actor protagonista. Siete títulos de Liga, cuatro de Champions League y Supercopas de Europa, 6 de las de España y 3 Mundiales de Clubes lo avalan a nivel grupal. Pero a individual ostenta el honor de haber sido el futbolista en marcar más goles en una temporada -50-, tres trofeos Pichichi y Cinco Balones de Oro, los que asegura que olvidaría a cambio de ganar un Mundial con la selección argentina.
Era reconocido por quinta vez como mejor jugador del mundo. Pudo haber alardeado de lo que es, de lo que fue o de lo que será, porque difícil lo ha dejado a todos los que en el futuro quieran arrebatarle tales records, porque si ya causan respeto los nombre de Cruyff y Alfredo Di Stefano, imagínense el de uno que aglutina el mismo número de balones de oro que ambos juntos. Pero Leo prefirió dar las gracias. Dio las gracias al fútbol, al que consideró como el deporte que lo enamoró cuando era pequeño y del que sigue enamorado ciegamente. Por las tardes de alegría, de emociones, de goles y de triunfos. Y también aprendió del fracaso y agradeció los días de sufrimiento, de derrotas y frustraciones como pasos para madurar como jugador. A sus compañeros, a su familia, amigos, a los fans. A todos, del primero hasta el último y, otra vez, “a este deporte tan maravilloso llamado fútbol”.
Y a ti, Leo, gracias por los goles, por las jugadas e incluso por los errores. Por saber que también se puede ser el mejor jugador del mundo siendo humilde. Por ver cómo el estadio del eterno rival puede ponerse en pie para acabar aplaudiendo tus acciones. Por las exhibiciones regaladas hasta el momento y por las que están por venir. El fútbol te lo agradece.