"Hoy me tiro a la piscina aunque salga mojado"
Gregorio Vives inicia huelga de hambre frente al Ayuntamiento "cansado de pasear por despechados oficiales".
"Me niego a recibir migajas que no conducen más que a la indignidad, a la afrenta y a la definitiva exclusión social". Es uno de las razones que ha llevado a Gregorio Vives, vecino de San Fernando, a iniciar una huelga de hambre frente al Ayuntamiento porque "tengo claros mis derechos y más aún lo que soy capaz de hacer para alcanzarlos".
Gregorio es catalán. Llegó junto a su mujer y a sus cuatro hijos a San Fernando para trabajar, hace 11 años, como peón de albañil. Corrían buenos tiempos para el negocio de la construcción y no se lo pensó dos veces. Incluso tuvo la oportunidad de promocionar en su empresa desempeñando, más adelante, labores de carpintero, un trabajo que le permitió vivir desahogadamente e incluso adquirir piso propio... con una hipoteca de 600 euros a la se vio incapaz de hacer frente tras el estallido de la crisis. Medio año le llevó cumplir con todos los trámites burocráticos exigidos para obtener el auxilio de los servicios sociales. "Siempre faltaba algún documento, o me decían que los renovase porque estaban caducados", recuerda, por lo que en Navidad de aquel año decidió no moverse del sitio hasta que la asistenta social de zona le recibiera, "llevaba moviendo papeles desde agosto, y me negué a esperar hasta después de las fiestas". Incluso llamaron a la policía, pero más que achantar le hicieron un favor: aquello sirvió para dejar constancia de que "la asistenta no me asistía".
Desde entonces -durante siete años- ha habitado, junto a su familia, tres pisos de alquiler diferentes, los cuales ha debido abandonar sucesivamente porque "es imposible hacer frente a 300 o 400 euros de alquiler cuando no tienes ningún ingreso". Según Gregorio, "nos limitan muchos las ayudas, y no nos informan de todas a las que podríamos acogernos". Eso sí, cuando sus padres le hacían algún ingreso para mejorar la calidad de sus nietos, se lo descontaban del subsidio. Pero ese no fue el mayor problema. A pesar de tener solicitada la vivienda, "veíamos cómo iban pasando los años y a nosotros nunca nos tocaba". Cuando fueron a pedir explicaciones les dijeron que no tenían prioridad, pese a que él llevaba bastante tiempo desempleado y con cuatro hijos a su cargo. "Nos faltaba el informe exclusión social... la asistenta no lo había redactado y nadie nos había dicho nada hasta ese momento".
Tampoco se pronunció nadie respecto a los problemas que presentaba su segundo piso de alquiler. "Las paredes estaban huecas y forradas con papel de fumar... oíamos escarbar a las ratas". Más tarde se enteraron de que la anterior inquilina había sido trasladada por los mismos motivos, pero ellos aguantaron hasta el desahucio. Y volvieron a agarrarse a un clavo ardiendo con la único alquiler que no les exigía nómina -el actual- aunque sí conllevaba intereses de demora.
Las circunstancias se agravan con el fin de la ayuda percibida por su mujer, en el momento de renovación del contrato y a falta de pagar el último mes. "Me veo en la calle otra vez, pero dicen que no podrán hacer nada hasta que esté endeudado". El caso es que es perfectamente apto para trabajar y por eso "no reivindico el pez sino la caña de pescar", sin embargo, acaba de ser operado de cáncer de estómago. Algo que por suerte se detectó a tiempo pero que lamenta, sobre todo, por no haber podido aprovechar los planes de empleo para gente en riesgo de exclusión social promovidos desde la Junta de Andalucía. Así que de momento la única solución que contempla es ésta, permanecer en la puerta del Ayuntamiento isleño a la espera de una solución que vaya más allá del mero "parcheo".
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