Es cierto que estas fechas, son unas fechas en las que a muchos de vosotros os gustaría acostaros el 22 de diciembre y levantaros el 7 de enero, pero ¿Por qué? Voy a intentar haceros cambiar de opinión.

Estoy viendo en Facebook, o me dicen amigos por la calle, que odian estas fiestas, que las navidades les deprime, que odian el gentío, que la gente es falsa y solo saluda por que lo manda el guión.

Ya podríamos inventar una ley para que esto, se fingiera tan bien como lo que yo respiro en las navidades, pero 365 días al año. Yo pienso, que las personas que se deprimen con estas fiestas, son personas estupendas y que han tenido en algún momento de sus vidas unas navidades muy generosas y que, como ahora la vida les ha dado la espalda en ese modo de celebrar las fiestas, se ofuscan en decir que las odian y que no quieren nada. Se puede decir que es una pequeña frustración, por no tener lo que se tenía. Pongámonos en la situación contrario, imaginaos que nunca habéis tenido en estas fechas absolutamente nada. Ni pavo de Navidad, ni familia, ni hogar donde tomarse una copita de anís con los amigos, ni chimenea. Y este año, resulta que lo tienes todo de cara, te toca la primitiva, vienen tus amigos que hacía años que no veías y tu hermano con el que casi ya no te hablabas, de nuevo forma parte de tu vida. Seguramente una sonrisa interior cubriría las fiestas y todo lo que ahora para ti resulta falso, sería maravilloso.

Yo creo, que la sociedad en la que vivimos, nos hace ser frustrados, queremos muchas cosas materiales o a veces sentimentales, para alcanzar lo máximo, el estado perfecto, porque si no lo tengo, ya me ahogo. Nos han convertido en personas tan dependientes, del móvil, la televisión, los últimos aparatos tecnológicos, tener que cenar por todo lo alto, tener la mejor familia, el mejor esposo, la mejor novia, el mejor coche, que en una época de crisis, como la que pasamos y de austeridad, por encima de lo normal, por culpa del gobierno actual. No sepamos ser felices con lo poco que tengamos, y ya no solo con lo material sino con lo afectivo. Como por ejemplo la chica que quieres conocer, pero tiene su corazón apagado o fuera de cobertura, la familia que este año no vuelve a casa por navidad. Permítanme decirles, que para lo único justificado, para que estas fiestas no sean tristes, es cuando se encuentra uno en época de duelo, sea cual sea el sentido de su duelo. Pero no creo que sea este el motivo, por el que tanta gente no quiera la Navidad. Habrá algún caso, no digo que no, pero serán los menos, y desde aquí todo mi apoyo y fortaleza para ellos. Pero el resto….

Les invito a sonreír, a conformarse con lo que tienen, a cantar a pensar que mañana puede ser mejor. A que si esa muchacha no te hace caso, será porque no es el momento, o vendrá alguien con quien si congenies mucho mejor, que si tu hermano se va las navidades, será porque no tengas que verlo sufrir porque aquí, no puede alimentar a sus hijos y vendrán otras navidades en las que si estéis juntos, que si no puedo comer pavo, puedo comer pollo y llevármelo a la boca, hay quien no tiene de nada, o no puede siquiera comer por si mismo. Que si veo a la gente feliz, debo contagiarme de ellos, que si me felicitan de forma protocolaria y me dan dos besos de judas, yo voy a felicitar de verdad, de corazón y de forma sincera y deseando lo mejor para los demás. Que si no puedo tener el perfume o ponerle a mi hijo el juego que me ha pedido, cuantas veces a ti no te ponían lo que pedías y no pasaba absolutamente nada. La Navidad es bonita, su olor espectacular. Y que si miro para el lado y me veo solo, es porque yo elijo estar solo y te has ofuscado en tu soledad de querer estarlo. Realmente los dos sabemos, que eres tu quien se ha apartado y eso te hace querer dormir y levantarte el 7 de enero, porque no tienes lo que quieres. No me hagas caso, sigue lo que te marca tu cabeza. O por el contrario, sal a la calle respira hondo y mira todo lo que tienes. Yo estaré en la calle esperando tu abrazo. Besos, amigos.