(V.I). La Isla y las Hermandades del Lunes Santo
…Viene del artículo anterior… No cabe la menor duda que Nuestro Padre Jesús de Medinaceli, supongo que junto a Jesús de Nazareno, es el Cristo de Pasión de la Isla, que despierta más atención y cuenta con el mayor número de fieles y devotos, aparte de su abultada nómina de hermanos. Y goza del privilegio nacional del tributo que se le rinde a tan sagrada imagen en todos los lugares del país, en su devoto y masivo ‘besamanos’ todos los primeros Viernes del mes de Marzo de cada año.
Los traslados de Jesús desde su altar de culto a sus distintas funciones religiosas. O la Misa de hermanos que celebra esta devota hermandad y que tiene lugar en los momentos anteriores a su salida procesional como preparación espiritual de la misma, son virtuosos, reparadores y excepcionales.
Ambos acontecimientos resultan ser tan piadosos como emocionantes al contemplar a todos sus hermanos revestidos adecuadamente para cada momento, especialmente el que tiene lugar con el hábito penitencial, juntos a los fieles y devotos de la penitencia; participando en silencio, atentos, concentrados, oyendo la palabra de Dios con extremada devoción como si saliera de la mismísima voz de Jesús de Medinaceli.
Y su cortejo procesional, es una auténtica manifestación de fe y de fervorosa oración en la calle; sus hermanos van rezando los misterios del Rosario, mostrando como sus cuentas, una larga fila de penitentes y otra no menos larga de devota penitencia tras el Paso de Jesús, que impresiona por el amor reflejado en sus caras.
Su Paso actual de estilo barroco, dorado y espléndido donde los haya, nace de un boceto diseñado por el tallista sevillano, Manuel Guzmán Bejarano, que fue reconocido en su tiempo como el gran arquitecto de la madera. Paso que se viene ejecutando y está prácticamente terminado por su hijo, Manuel Guzmán Fernández.
Y tras él, el Paso de Palio de María Santísima de la Trinidad. Palio magnífico de estilo renacentista, de los llamados de cajón, realizado en alpaca plateada entre los años 1980 y 84., por el prestigioso orfebre sevillano, Manuel de los Ríos Navarro.
Ambos Pasos son cargados por sendas cuadrillas de la asociación de cargadores isleños de la JCC. Y en este sentido hay que señalar objetivamente, que tanto uno como otro, son llevados con exquisito esmero y sutil delicadeza por dichas cuadrillas.
La magnífica talla de Jesús de Medinaceli mide 1,65. m. Y el impacto que dejó la gubia en su sereno y divino rostro se debe al escultor y ceramista sevillano perteneciente a la época de los llamados del setecientos, José Romero Murillo, obra que realizó en 1944. Escultor éste que fue discípulo de Castillo Lastrucci, al que se le reconoce escasa producción, pero selecta como ésta de Jesús de Medinaceli precisamente.
Sin embargo a pesar de su exigua producción. En la talla de Jesús de Medinaceli, parece como si el mismo Jesús lo inspirara para que de él brotara la esmerada obra que conformó, la talla que tiene hoy nuestro querido y amado ¡Jesús de Medinaceli!
El Cristo fue restaurado en el año 2001. Por el gran restaurador isleño, Pedro Enrique Manzano Beltrán, considerado como el médico de las imágenes, establecido en la calle Pureza de Sevilla.
Y como dato curioso, citar que la propiedad de dicha imagen, pertenecía a un buen cofrade isleño, y gran valedor de nuestra Semana Santa, Francisco de Paula Nieto Castañeda (al que tuve el gusto de conocer) quien la donó a la hermandad entonces.
En cambio la Virgen fue realizada en 1979. Por el escultor e imaginero autodidacta y restaurador sevillano, Luis Álvarez Duarte, hecha de candelero, mide 1,75. m. Y responde a las características propias que el citado imaginero, les imprimen a todas la dolorosas que salen del reconocido arte de sus manos.
Las túnicas, guantes y zapatos actuales (hubo dos anteriores de las cuales la primitiva no llegó a salir, pero sí la segunda) son de color negro. Y rojo para el antifaz y el fajín de esparto. Sus hermanos en lugar de llevar la clásica venera al cuello, llevan el escapulario trinitario que los distinguen sobre sus hombros.
La hermandad posee un rico patrimonio y tiene unas imágenes secundarias de alto valor tanto artístico como por su antigüedad, tales como un San Francisco, un Niño Jesús, una Inmaculada, un Cristo de Ánimas que se supone expuesto al culto alguna vez en la Santa Cueva, y que suele presidir los actos cuaresmales de la hermandad junto al Libro de Reglas.
Así como custodia los retablos del Arcángel San Miguel y el magnífico cuadro de Ánimas, que tantos fieles veneran. Y con motivo de su festividad el pasado día 2 al 4. Esta Archicofradía Sacramental, dedicó unos actos piadosos como un Solemne Triduo por el eterno descanso de las almas del purgatorio y el rezo del Santo Rosario por la calles del cementerio.
Y en otro orden de cosas posee una estupenda casa de hermandad en la calle Amargura nº 33. Casa muy próxima a la Iglesia, de las mejores diría. Y su estructura de hermandad en sus diversos y distintos aspectos son encomiables por sus obras, sus actividades y sus acciones de tipo espiritual, social, cultural, caritativas, pastoral, catequística, misional y de apostolado.
Así pues, contemplar el cortejo procesional de esta Archicofradía desde la Cruz de Guía hasta el final. Y seguirla por nuestras calles hasta su recogida; constituye una rica lección llena de fe y de esperanza, que a todos nos envuelve por tenerlos tan cerquita.
Tan cerquita como para poderle pedir: ¡Jesús de Medinaceli! Protector de los cautivos, no sólo de los presos, sino de todos los cautivos por la crisis, el trabajo, la enfermedad, el dolor o la desesperación ¡Ayúdalos Jesús! ¡Ayúdalos! ¡Y ruega por nosotros!.