(III). La Isla y las Hermandades del Domingo de Ramos
Viene desde muy lejos, de la periferia. Y cruza la ciudad para pasar por la Carrera Oficial. Pero poco o nada le importa su largo caminar; porque lo hace humilde y pacientemente. Términos que nos permiten adivinar que se trata de la Venerable Hermandad del Santísimo Cristo de la Humildad y Paciencia y María Santísima de las Penas, San Juan Evangelista y Santa María Magdalena.
Hermandad que estableció su sede canónica en la Iglesia parroquial de San Servando y San Germán en la entonces incipiente zona de la Ardila. Fue fundada en el año 1986. Su salida procesional la efectúa el Domingo de Ramos y su cortejo procesional se compone de dos Pasos.
En el paso del Titular, Jesús figura sentado sobre una gran piedra en actitud humilde y paciente cargando sobre su hombro, una Cruz, que abraza con su brazo izquierdo mientras con el derecho la ofrece al mundo ante la atenta mirada de un Ángel de rodillas, que le tiende un cáliz con el elixir de alivio reconfortante antes de ser crucificado.
Y su bendita Madre, la Santísima Virgen de las Penas, suele ir en su Paso acompañada a ambos lados por San Juan y María Magdalena, de tal manera que cuando se da esta circunstancia, se convierte en el único Paso de Palio de toda la nómina de las hermandades isleñas que presenta esa curiosa trilogía.
La autoría de las tallas del conjunto de todas sus imágenes corresponde íntegramente a nuestro paisano y prolífero escultor e imaginero, Alfonso Berraquero García.
La imagen del Cristo de talla completa y la Virgen hecha de candelero o sea para vestir, salieron de su gubia entre los años 1987 y 1988. San Juan y Santa María Magdalena en 1990. Y el Ángel en 1992. Es decir una hermandad completamente entregada y confiada a que sus Titulares y el resto de sus imágenes, salieran de las manos de este insigne artista isleño entre las muchas que tiene acreditadas en otras hermandades de la Isla.
Un dato curioso a destacar es que el Paso donde procesiona el Cristo, se trata del sobrio y singular Paso que fue adquirido en 1987 a la hermandad de la Vera Cruz, construido en 1939 con madera noble, selecta y escogida por los hermanos Rugero, que además de isleños, eran también hermanos de la propia hermandad (siendo el mayor de ellos, a quien tuve el gusto de tratar y conocer, su eterno y celoso mayordomo, que cuidó a dicho Paso como si se tratara de su propio hijo).
Su mesa que mide 4 metros y medio de largo y 2 con 15 de ancho. Fue reformada en el año 1999. Por tanto, se podría decir con todo orgullo y seguridad, que estamos ante ¡Una hermandad neta y extremadamente cañaílla! Y por añadidura sus túnicas lucen los colores de la Isla; el azul del mar en los fajines y en las capas. Y la blancura de la sal en sus túnicas.
El Paso de Jesús va cargado por una cuadrilla de jóvenes cargadores cofrades o lo que es lo mismo, de la asociación de la JCC de la Isla, que fervorosamente lo llevan, siendo un momento particularmente muy esperado de su recorrido ‘visionarlo’ cuando de regreso sube la calle Manuel de Arriaga, más conocida por los ciudadanos en general como el Callejón de las Monjas y para los cofrades y cargadores en particular: por el ‘Callejón de los Gritos’.
El Paso de Palio de la Santísima Virgen, que igualmente va cargado por la JCC. Salió por primera vez en el año 1999. Y fue construido excepcionalmente -porque aquí no se hacía ese tipo- en los talleres hispalense de orfebrería de los Hijos de Juan Fernández Gómez; siguiendo el estilo del barroco sevillano y está realizado en alpaca plateada.
Transcurría el verano de 1986 y fue durante el mes de junio de ese mismo verano, cuando se reunieron con el párroco, Padre. Pedro Nolasco Rodríguez; los cofrades, Pedro Burgos Domínguez y José Rodríguez Valverde (al que tuve como alumno, hoy veterano hermano de esta hermandad) con la sana intención y la decidida idea de fundar una hermandad de penitencia.
Naturalmente había que elegir dos Títulos para la pretendida hermandad; uno para el Señor y otro para su Madre Santísima. Se propusieron tres nombres: La Santa Cena, La Sentencia y Humildad y Paciencia. Y fue esta última, la opción que prosperó, quizás por ser dos hermosas y significativas virtudes muy difíciles de practicar. Pero que como lema, marcaría el devenir futuro de esta Venerable Hermandad auspiciada bajo las simbologías y las semblanzas de estas dos grandes virtudes. Y seguramente no sabían, que ya existió en la Isla en épocas pasadas una advocación idéntica.
Lo mismo ocurrió con el Título de la Virgen. Se propuso tres nombres: María Santísima de las Angustias, Stela Maris y María Santísima de la Concepción. Sin embargo en esta ocasión no hubo un acuerdo tan inmediato como ocurrió con el Cristo. Y ninguno de los tres títulos propuestos alcanzaron el deseado consenso. Entonces surgió la propuesta de otro hermano, Francisco Brea Márquez, cuya propuesta se refería a María Santísima de las Penas, que sí fue aceptada y aprobada prácticamente por unanimidad, siendo éste tal vez, no sólo el título más cofrade de los propuestos, sino la advocación más acorde para unir las Penas de su Madre a la Humildad y Paciencia de su Hijo. Y a partir de ese momento se elevó sus estatutos al Obispo Diocesano, que en -Agosto de 1987- fueron aprobados.
Las imágenes de los Titulares fueron bendecidas el Domingo de Pasión -día 12 de Marzo de 1988-. Y una semana después -el 19 de Marzo, Domingo de Ramos y día de San José- salía por primera vez, solamente el Cristo en pública y solmene protestación de fe. Convirtiéndose así en aquel momento, en la más joven y reciente de las Cofradías de Penitencias isleñas, que pese a su bisoñé, cerraba el paso de las tres hermandades por la Carrera Oficial el Domingo de Ramos y aún lo sigue haciendo.
No cabe duda que la fundación de esta Venerable Hermandad y su título -Humildad y Paciencia- unido al de -Las penas-no pudo escoger mejor el lugar y mayor suerte que la de esta feligresía situada en la Ardila. Y tanto la Iglesia como la ubicación de la hermandad en su seno, constituyó un evidente revulsivo de unión, de entrega y de convocatorias de la propia hermandad, que junto con la parroquia aportó tanta vida de colaboración y ayuda mutua, como solidaridad y alegría a todos sus vecinos. Hoy 29 años después, la hermandad siente y quiere a su ‘barrio’ tanto, como el barrio ama y quiere a su ‘hermandad’ por los siglos de los siglos…