Molino de mareas de San José: Crónica de una muerte anunciada
Antecedentes.
Durante el mes de febrero de 2015, dentro del contexto del Máster de Patrimonio Histórico Arqueológico de la Universidad de Cádiz, realicé el trabajo de investigación «El molino de marea de San José. Propuesta de un BIC en las marismas de San Fernando (Cádiz)». Éste trataba de advertir del mal estado del inmueble, en ruina progresiva. Y es que cada día queda un poco menos de este edificio. Además, defendía la idea de hacer de este ingenio de la energía mareomotriz un BIC catalogado y protegido. Su nivel de representatividad de esta actividad marismeña en el municipio de San Fernando así lo aconsejaba. De sobra ha quedado demostrado que la declaración de BIC no asegura en todos los casos la pervivencia de aquellos edificios así declarados, pero sí despierta cierta conciencia social e interés por ellos. Intenté defenderlo de nuevo desde mi blog el 16 de marzo de 2015. De nuevo, el domingo 17 de mayo, lancé mi propuesta en El Castillo de San Fernando. Noticias de la Isla con mi artículo «Los molinos de marea isleños, propuesta de BIC».
Paralelamente, el 7 de marzo, otro isleño promocionaba el molino de San José en los medios virales -Youtube-. Por su parte, el periodista Alejandro Díaz publicó «Molinos de mareas, una ruta insólita por la memoria de Cádiz», en La Voz de Cádiz y en ABC Sevilla durante el mes de agosto, donde recogía mi inquietud por el abandono de este edificio. Pero el molino de San José sigue permaneciendo abandonado.
Breve noticia sobre el bien inmueble.
En la edición de Amsterdam de 1690 de Emporio del Orbe, obra de Fray Gerónimo de la Concepción; este molino aparece bajo el apelativo de Molino Grande. Suponía por entonces todo un punto de referencia en la cartografía; aunque fue durante el siglo XVIII cuando adquirió su fisionomía definitiva. Se aconseja la lectura de Molina Font -Molinos de Marea de la Bahía de Cádiz (siglos XVI-XIX)-. De aquel edificio, el último de su clase en uso hasta mediados del siglo XX en nuestra Bahía, pueden observarse aún hoy algunas dependencias. Entre éstas encontramos almacenes y vivienda, el ingenio -las piedras molturadoras y sus volteadores, soportes de compuertas molineras, cárcavos, tajamares-, caldera y estero, los puntos de captación y almacenamiento de agua -pozo, alberca, tinajas-, el pequeño embarcadero para candrays con su encachado de bolos original y una fachada barroca de cantería compuesta por tres vanos de acceso -a la vivienda y oficinas, al propio molino y al oratorio-.
El suceso.
Conocí el edificio en 1989, recién creado el Parque Natural de la Bahía de Cádiz. En lo básico, el molino se había mantenido con el mismo aspecto hasta el 28 de febrero de 2015, cuando lo visité por última vez. En esos momentos, la portada que da acceso al molino, aún en pie, mantenía sus molduras barrocas y la luz del vano de acceso se encontraba tapiada por una obra de ladrillo visto y una fina capa de cemento hacia el exterior. A fecha de 1 de septiembre, en la última visita al lugar, el dintel y parte de las jambas de su portada barroca estaban totalmente destruidos, con sus piezas en el suelo. Según fuentes, el 8 de agosto ya se encontraba en este estado lamentable. Como podía observarse en febrero, el dintel estaba en muy mal estado y no se había desplomado gracias al efecto de contracarga que ejercía la tapia de ladrillos. Mi denuncia del mes de febrero parecía vaticinar lo que estaba por venir. ¿Qué ha ocurrido con el molino? Es tentador atribuir el hecho a un acto vandálico; pero lo cierto es que ha de tratarse de un derrumbe, fruto del mal estado del inmueble. Hemos de agradecer a los ladrillos el efecto de amortiguación, pues al caer sobre éstos, los sillares que conforman la portada se han mantenido enteros y pueden reinsertarse en su posición primaria si alguna vez decide restaurarse.
Es el momento de la acción, ya no cabe esperar más a otro derrumbe. Hemos de buscar soluciones y la consolidación del inmueble es su necesidad más acuciante. Por otro lado, hemos de buscar responsables. Disponemos del Plan de Ordenación de los Recursos Naturales -desde ahora PORN- y el Plan Rector de Uso y Gestión del Parque Natural Bahía de Cádiz -desde ahora PRUG-. Éstos fueron aprobados por Decreto 99/1994, de 3 de mayo, y renovados por el Decreto 79/2004, de 24 de febrero. En el PORN figura como uno de sus objetivos principales la siguiente declaración «Integrar los valores del patrimonio natural y cultural del Parque Natural en el desarrollo de programas educativos que promuevan una conciencia social favorable a la conservación de los mismos». El PORN defiende que una de sus directrices es la «recuperación, conservación, puesta en valor del patrimonio histórico-cultural y etnográfico». El PRUG, además, afirma que considera materia prioritaria la «restauración y rehabilitación del patrimonio histórico-cultural e historia y patrimonio en general».
Por su parte, el Plan General de Ordenamiento Urbano -desde ahora PGOU- de San Fernando, recoge al molino de San José en su Catálogo de Elementos Protegidos (Conjunto de Interés Patrimonial) con la categoría de Lugar de Interés Etnológico. ¿Es entonces el Ayuntamiento responsable por no protegerlo? Así como los molinos de Caño Herrera y Zaporito han sido restaurados y puestos en valor al estar en Bahía Sur y en el casco urbano respectivamente; ¿acaso no es necesario restaurar también el de San José? ¿Acaso este molino, el más grande, más antiguo y en funcionamiento durante más tiempo, merece un trato inferior? Entre las actuaciones permitidas contempladas en el PGOU figuran su «conservación, restauración y rehabilitación» y también «demoliciones parciales sin posibilidades técnicas de recuperación, siempre que se reconstruya con las técnicas y materiales originales». El mismo texto prohíbe las «demoliciones que afecten al mantenimiento de los elementos catalogados», estos son «restos de cimentación del molino de mareas, tres portadas barrocas, almacenes, capilla, el pozo y las grandes tinajas para el almacenamiento de agua, así como de la solería original». Por último, se recomienda la «reconstrucción y puesta en valor del edificio del molino, almacenes, dique así como de la maquinaria». Por lo tanto, ¿ha de tomar el consistorio las medidas pertinentes? Si hay tan buenas intenciones, ¿qué es lo que falla?
En último lugar, hay que aclarar que el molino ha pertenecido y pertenece a manos privadas, las mismas que han permitido el deterioro progresivo y el expolio del bien inmueble, quizás por desconocimiento. Como aconseja Eugenio Belgrano, debería contactarse con la propietaria para dar cuenta del suceso. No obstante, esta denuncia social que hoy se ciñe al molino puede ser otro día aplicada a otros muchos bienes arquitectónicos, por ello, esto debe saberse. Hagamos que el molino sea un asunto de todos, desde aquí apelamos al sentido común y abogamos por su restauración o, al menos, la consolidación para evitar futuros derrumbes. No permitamos que el edificio siga desmoronándose, pues con ello se va parte de nuestra historia, parte de nuestra identidad; los «campesinos del mar».
[…] el cementerio como el molino están sucumbiendo a las leyes de la gravedad. Si hace escasos meses reivindicaba el historiador Jonatan Alcina el desprendimiento de algunos de los sillares que componen la portada barroca de San José, ahora […]