Publicado el: Lun, 7 Sep, 2015
Opinión

Autóctonos y foráneos

Vista de la ciudad calle Real abajo.

Vista de la ciudad calle Real abajo.

El presente artículo ya fue escrito hace años, pero las circunstancias son las mismas y algunas de ellas siguen latentes y conviene recordarlas, por que resulta evidente observar que los pueblos y las ciudades surgen fundamentalmente, tanto por el asentamiento que las familias y los individuos hacen de un lugar determinado, como por la conjunción que se produce entre los lugareños y los que se incorporan desde afuera, es decir: autóctonos y foráneos.

Y éstos, convertidos en ciudadanos son los que van a determinar las características propias y a fijar la idiosincrasia del pueblo o la ciudad de la cual se trate, en función de sus comportamientos.

Esta condición generalizada, toma mayor dimensión en nuestra querida ciudad, que no es distinta de las demás en cuanto a pasar por el tamiz de  estos fenómenos de identidad, arraigo o desarraigo, pero quizás con un punto o una cualidad diferente con respecto a otras ciudades, por ser la nuestra -receptora- de haber albergado en su suelo a uno de los tres Departamentos Marítimos de entonces, un Arsenal y hasta hace relativamente poco, una Capitanía General.

Las puertas del Arsenal.

Las puertas del Arsenal.

Sí, aquí, en nuestra querida Real Isla de León, en la Muy Noble, Leal, Histórica, Parlamentaria y Constitucional Ciudad de San Fernando -no en Cádiz-, circunstancia aclaratoria y de peso, que incluso me atrevería a decir -reivindicativa- que tanto enorgullece a todos los que son y se sienten isleños, porque además tienen la certeza de que -este hecho- ha contribuido no sólo a la formación de la ciudad, sino a que alcanzara la mayor prosperidad y prestigio en su crecimiento y en el desarrollo económico de aquellos tiempos.

Por este motivo principal además del florecimiento de otras actividades, vinieron a nuestra ciudad muchas familias y muchos civiles y militares. Unos; los civiles, probablemente por voluntad propia, buscando tal vez establecerse para mejorar sus condiciones de vida. Y otros; los militares, no precisamente por su voluntad -que también- sino acaso por el azar o por el paradójico destino de “los destinos”. Porque, como no, también me refiero a nuestro Ejército de Tierra, presente igualmente aquí, en Camposoto, desde hace bastantes  años.

 El cuartel del Camposoto.

El cuartel del Camposoto.

Y todos juntos: civiles y militares, autóctonos y foráneos, conformaron la ciudad. Y hoy muchas de esas familias conviven con las nuestras en esta tierra bendita, porque una parte importante de esos ‘foráneos’ se casaron aquí. Y aquí han nacido sus hijos y sus nietos; integrándose en la ciudad y en sus costumbres.

Por eso, el objetivo de este artículo no puede ser otro que el de  divulgar, recordar y -homenajear públicamente- y sin excepción alguna, a todos los hombres y mujeres que nos llegaron por considerarlas en mi sentimiento de amor por mi ciudad, de obligada justicia y no de menor reconocimiento.

 Vista aérea de la ciudad.

Vista aérea de la ciudad.

Y este movimiento demográfico tan diverso que hemos recibido, si bien por una parte ha influido de alguna manera a que nuestra -identidad- como pueblo no sea exclusivamente -autóctona en su plena totalidad- por otra, ha permitido crear un clima de convivencia fluida en plena armonía; que ha dado origen y sentido, luz y color a ésta pequeña Isla -en razón a su tamaño- pero inmensamente grande por su historia, por su nobleza y por el espíritu amable y generoso de la hospitalidad de sus ciudadanos: ¡Autóctonos y Foráneos!

Sobre el autor

- Profesor, articulista y cofrade.

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