Jesús Castilla durante el concierto en San José. Ignacio Escuín

El cantaor valora la reacción positiva de su público durante las primeras semanas de promoción.

Desde que Jesús Castilla presentara su disco, 'La voz de mi alma', como uno de los platos fuertes de la II edición de La Isla Ciudad Flamenca, el cantaor no ha dejado de recibir halagos y aplausos allá por donde va. Ha promocionado su obra en radio, televisión, y también en directo. El siguiente paso, como él mismo dice, es salir de Andalucía y compartir su talento en otras ciudades. "Los compañeros se están moviendo para ello", apunta.

El artista isleño recuerda el concierto en el patio columnado de San José como una "sorpresa inesperada". Estaba cantado que saldría bien, pero en ningún caso se esperaba la entrega de sus vecinos nada más pisar el escenario. Un tablao donde, tras concluir los nueve temas del disco, tuvo que continuar pese a que, "según dicen, cuando un espectáculo supera las dos horas comienza a aburrir". Los asistentes le pidieron que cantara por fandango y, desde luego, los complació. Ellos se levantaron para aplaudirle en no pocas ocasiones, aunque lo mejor llegó a la salida. No lo dejaban irse entre autógrafos, abrazos y palmadas en la espalda por el regalo que les había hecho durante tan mágica noche estival.

"Ese día fui, al contrario de lo que suele decirse, un profeta en mi tierra", recuerda orgulloso. Y orgullosas también están 'sus mujeres', sus hijas, Samara y Coral -con las que compartió escenario- y su esposa, aunque ésta última "no respiró tranquila hasta que mi hija, la mayor, salió a actuar". Y es que es la primera vez que Samara se subía a un tablao con tanto público, no sólo de La Isla, sino también procedente de otras ciudades como Madrid, Córdoba o Sevilla. "Demostró lo que vale".