Ser libre
Hoy, por primera vez he sentido el amor. Hace años me fui de un país que tan sólo me proporcionaba la esperanza de salir de él; ahora me encuentro en otro que no me devuelve los sueños que desde pequeña tuve, pues tristemente he descubierto que dejar mi pueblo atrás no significa abandonar sus costumbres.
Vivo atada a un hombre que tiene su papel en mi vida, que me dice lo que debo ser y hacer en la suya. Creo amarle, pero no sé si lo hago. Como os digo, hasta hoy no había sentido ese cosquilleo dentro de mí y...no fue con él.
Iba escondida tras mi hiyab, eso que en este lugar es tan sólo un gran pañuelo que nos priva de nosotras mismas. Envidio a las mujeres que se miran en los escaparates, a las que van a comprarse ropa y a aquellas que les gusta vestir con lo más corto que encuentran. Estaba sentada en un asiento del metro cuando entraron dos mujeres de la mano. Me sorprendió no sorprenderme; cada día que pasa valoro mucho más todo gesto de libertad; nada me asusta, he descubierto que las que seguimos escondidas lo hacemos porque así lo decidimos y, ante esto, no me queda más que alegrarme de cruzarme con personas que desafían las leyes de su propia sociedad.
Una de ellas se apoyó en la pared del vagón, la otra, fijando bien la seguridad de ambas, se plantó lo más cerca posible de ella, haciendo que el vaivén de la máquina sólo las llevase a estar más unidas. El camino hacia su destino lo pasaron entre risas. No eran carcajadas comunes; a mí no me lo parecieron. La morena iba haciendo disparatadas poesías con las palabras que su amada pelirroja le iba proporcionando. Cuanto más recitaba una, más reía la otra, cuanto más movimientos tenía el metro más besos tenían la oportunidad de darse.
Nunca había mirado con tanto descaro a nadie, pero no pude evitarlo. Estaban enamoradas y en su mundo el resto no existíamos. Giraron la cara un par de veces y sé que pudieron verme con mis lágrimas en la sonrisa más sincera que jamás he experimentado y sé también que no les molestaban mis ojos posados en sus gestos; quise creer que incluso disfrutaban compartiendo conmigo ese mágico momento.
Los hilos del Universo quisieron que fuese testigo de todo aquello con lo que un día soñé; ha querido hacerme ver que existe, que no lo inventé. En todos esos minutos no tuve envidia de ellas como del resto, tan sólo sentí el amor, el más puro y verdadero amor. Dudo mucho que eso pueda ser algo malo ante Dios; estoy segura de que nadie podría negar lo que mis ojos vieron, lo que mi corazón sintió, lo que mi alma atrapó para siempre.
Hoy he sentido el amor verdadero, y no está más lejos de lo que oculta mi pañuelo, no está más cerca de allí hasta donde soy capaz de llegar. Hoy...desnudo mi alma y salgo al mundo buscando un corazón capaz de vestir todo lo que desde hoy...tan sólo dependerá de mí.