Amblin Entertainment: Spielberg y su eterna fábrica de sueños
Corría el año 1981 y Steven Spielberg ya era el “Rey Midas” de Hollywood. A los enormes éxitos de “Tiburón” y “Encuentros en la tercera fase” en los 70 se les añadía ese mismo año nada menos que “En busca del arca perdida”, inicio de una saga que hizo al director todavía más grande sin olvidar al productor, que no era otro que su gran amigo George Lucas.
En su ansia por conseguir la independencia creativa sin someterse a la dictadura de los grandes estudios, Spielberg se asoció con Frank Marshall y Kathleen Kennedy, copió el modelo de Lucas con “Lucasfilm” y se lanzó a la aventura de crear su propia compañía: Amblin Entertainment – aunque en su origen se “apellidara” production-.
A pesar de que el primer proyecto de la compañía, “Continental divide”, fuera una hoy olvidada y fallida película protagonizada por el entonces muy popular John Belushi, todo cambió en 1982 con el estreno de una película modesta, de ajustado presupuesto sobre la tierna historia de amistad entre un niño y un extraterrestre: “E.T.”.
El éxito de esta película fue tan monumental que no solo asentó a la productora en tiempo récord, sino que creó una imagen de marca basada en un cine familiar de calidad que caracterizaría para siempre a la empresa.
Con un célebre logo basado en “E.T.” y con Spielberg en plena inspiración creativa y comercial, el resto de la década es ya historia del cine. Clásicos como “Gremlins”, “Los goonies” o “Regreso al futuro” se estrenaron en apenas año y medio, cosechando enormes éxitos de taquilla y permaneciendo en la memoria del público todavía hoy en día.
Manteniendo alto el nivel artístico y comercial con films como “El secreto de la pirámide”, “Esta casa es una ruina” o “Fievel y el nuevo mundo” – película ésta que aprovechó el preocupante bajón de la Disney en los 80 para convertirse en un clásico de la animación de la época-, Spielberg decidió dar un giro a su carrera y dio luz verde a su primer gran drama: “El color púrpura”. El genial cineasta quiso demostrar que su talento podía adaptarse a cualquier género y construyó una obra magistral que se vio recompensada por el cariño del público aunque no el de la Academia de Hollywood.
Seguía la “Amblin” en plena forma, a pesar del relativo resbalón de “El imperio del sol” en 1987, cuando estrenó una de las películas técnicamente más revolucionarias de la historia: “¿Quién engañó a Roger Rabbit?”. La mezcla de animación e imagen real creada por el tándem Spielberg/Zemeckis no solo fue un bombazo en taquilla, sino que marcó las pautas del cine de animación de los 90. En cierto modo provocó que la Disney- que participaba también en la producción mediante su filial “Touchstone Pictures”- se pusiera las pilas y elevara la calidad de su nivel de producción, algo que conseguiría con los estrenos de “La sirenita”, “La bella y la bestia” y “Aladdin” en los siguientes cuatro años.
Pero como todo en la industria tiene sus altibajos, la “Amblin” no iba a ser menos. Entre finales de los 80 e inicios de los 90 los fracasos de las secuelas de “Gremlins” y “Fievel”, unidas al “Always” del propio Spielberg, a “Joe contra el volcán” con Tom Hanks y Meg Ryan y a “Mi padre” con Jack Lemmon y Ted Danson, sumieron a la compañía en un mar de dudas que ni siquiera pudo disipar el éxito comercial –que no artístico- de “Hook, el capitán garfio” en 1991.
Pero Steven Spielberg tenía reservados un par de ases en la manga y brindó a la compañía una inesperada resurrección en 1993. Esos dos ases, queridos amigos, se llamaban “Parque jurásico” y “La lista de Schindler”. Casi nada…
El enorme éxito comercial de la primera y el impresionante éxito artístico, además de taquilla, de la segunda, lluvia de Oscars incluida, provocaron que la “Amblin Entertainment” – y de paso la Universal Pictures que las distribuía- vivieran días de gloria.
Con este panorama, los 90 tenían que ser excelentes a todos los niveles y, por supuesto, lo fueron. El cine de calidad tenía cabida en la compañía con films como “Los puentes de Madison” – producida junto a la “Malpaso” de Eastwood- o “Salvar al soldado Ryan”, ambas películas fundamentales en la reciente historia del cine.
Y los productos taquilleros para toda la familia, la marca de la casa desde sus comienzos, tuvieron su representación en bombazos como “Hombres de negro”, “Casper”, “Los Picapiedra”, “Twister”, “La máscara del Zorro” o la secuela de “Jurassic park”.
Esta tónica de alternar cine de calidad con productos familiares se viene respetando hoy en día. En lo que va de siglo la “Amblin” sigue a la vanguardia de las productoras independientes gracias a colaboraciones con Eastwood –“Banderas de nuestros padres”, “Cartas desde Iwo Jima” y “Más allá de la vida”- y la producción de los films de Spielberg que van desde la sobriedad de “Lincoln”, “War horse” o “Munich” al puro espectáculo de “La guerra de los mundos” o “Las aventuras de Tintín”.
Y como colofón de rabiosa actualidad, recordar que “Jurassic world” está reventando las taquillas de todo el mundo y acabará su carrera comercial como la tercera película más taquillera de la historia del cine solo superada por “Avatar” y “Titanic”, de ese otro genio visionario llamado James Cameron.
Si el cine es una fábrica de sueños, Spielberg y su “Amblin Entertainment” se lo han tomado al pie de la letra. Su talento innato para lograr subyugar a público de todas las edades es admirable. Un servidor, por todo lo vivido y disfrutado desde bien pequeño, solo puede dar las gracias. Eternamente agradecido al maestro por ayudar a sembrar la pasión del cine en mí.