Publicado el: Vie, 29 May, 2015
Opinión

Una brisa de aire

Art.71De repente el viento entra por la fina ranura de la ventana. Mueve mi pelo y hasta me parece sentir que me empuja. La concentración en mi trabajo se detiene. No sé qué estoy leyendo, ni siquiera por qué debería seguir haciéndolo. Perdida entre leyes que no resuelven los problemas a los que me enfrento, me detengo  para preguntarme si alguien tiene en cuenta lo que realmente importa en la vida de un niño. Recordar la expresión de esa mujer, hace que me cuestione sin parar cómo cualquiera puede destrozar de esa forma todo lo que es, lo que fue, lo que jamás volverá a ser...

Recuerdo cuando sus palabras me servían como base para algunas de mis decisiones, cómo sacaba sus garras para defenderme sin importarle cuál había sido el problema, con quien tuviese que encararse. Otra bocanada de aire y me parece volver de nuevo allí. Su casa, su hijo y lo normal de una edad en la que tan sólo quieres disfrutar. Sin apenas conocernos sentía en ella un ejemplo a seguir en muchos aspectos.

Viéndola  jugar con esos temas que no siempre acaban bien, llegué a pensar que tal vez su fuerza de voluntad o su propia seguridad podrían frenarle en el momento de dar un paso más; sin embargo, supe, al observarla, que yo no estaba segura mí misma, de poder parar, de tener el control sobre ciertas cosas, sobre ciertos placeres prohibidos. Nunca sobrepasé el límite de mis temores; tal vez no sea malo tener miedo de vez en cuando...

Ahora el viento me ayuda a respirar, a darme cuenta de que estuve tan cerca como ella de esas tentaciones; de que las tuve tan a la mano, tan fáciles de alcanzar, tanto o más de rechazar, que, por suerte, tuve el valor para no querer ser quien no era, para no dejarme arrastrar por lo que sabía que no me llevaría a nada bueno. Tuve valor y fortaleza para saber que por mucho que el Universo mueva sus hilos, por mucho que nos tumbe, nos zarandeen o nos robe lo más preciado, somos nosotros quienes tenemos la última decisión para levantarnos, para seguir adelante, para caminar con la cabeza bien alta y todos nuestros sueños por bandera.

A estas horas, la brisa me hace temblar. Tiemblo por haberme dado cuenta de ese hermoso detalle, el que me hace saber que tengo la suerte de poder recibir la caricia del aire; tiemblo porque un escalofrío recorre mi corazón al recordar la mirada de alguien a quien quise y que ahora no sabe ni quien soy; por haberla abrazado y por sentir su pena, su desorientación en la vida y su  fracaso anunciado ante todo lo que se propone. Tiemblo porque su aliento me contó que no fue capaz de huir de lo que tanto yo temía, de lo que todos tememos...la incapacidad para afrontar los problemas con soluciones y no detrás de las sustancias que nos nublan la mente, los actos y, sobre todo, el alma.

Hoy rezo al Universo por su alma, sus seres queridos y, sobre todo, por sus hijos, pues de los padres nacen las semillas que un día podrán llegar a ser lo que ven, lo que sienten, lo que aprenden de quienes les educan. Rezo con toda mi energía para que el viento, finalmente, le haga llegar entre sus suspiros la paz que para ella pido; rezo para que se despierte y vea que hay personas que la necesitan, que la quieren como es, que son capaces de aprender de su valor para volver a soñar despierta, para dejar descansar los miedos, para dar cada día a su descendencia lo mejor que tiene. Rezo para que mis letras les lleguen en forma de inspiración y, en un abrir de cerrar de ojos, comprenda que aún está a tiempo de rectificar, de vivir, amar, ser y, por qué no, volver a soñar...

Sobre el autor

- Escritora, maestra y loca soñadora. Con el firme objetivo de ser feliz a cada segundo y compartir con el mundo cada sonrisa, cada sueño y cada aprendizaje que el Universo nos permite experimentar.

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