Publicado el: Dom, 17 May, 2015
Opinión

La fuerza comunicativa y la familia cristiana cofrade

La Ascensión del Señor.

La Ascensión del Señor.

Hoy la liturgia celebra la Misa de la Ascensión del Señor y la jornada de las Comunicaciones Sociales. El Papa Francisco nos dice que la familia es el primer lugar donde se aprende a comunicar. Y que la comunicación hace sin duda  un gran servicio a la  cultura del encuentro. Pero también destaca el valor que se recibe a través de otras fuentes como la lectura y  las imágenes.

La Ascensión del Señor ante sus Apósteles tras anunciarles la venida del Espíritu Santo. O la visión que tenemos de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo en las escenas, que  nos muestran  las procesiones de Semana Santa, son pruebas evidentes de la comunicación  mediantes sus imágenes.

¿Pero qué papel desempeñan las imágenes en nuestras celebraciones cristianas? La respuesta no se hace esperar. Las imágenes sagradas tienen su propio lenguaje visual y simbólico, que ayudan a la percepción de estas conmemoraciones.

No hace falta insistir en su valor humano ya que desde la más remota antigüedad hasta las múltiples imágenes electrónicas que se nos ofrecen hoy. Nos muestran un lenguaje visual,  expresivo y eficaz respondiendo siempre al ambiente de nuestra fe y al de la celebración de la liturgia en este caso, pero válido igualmente también para cualquier otro.

Y no sólo nos recuerda la existencia de Cristo, de la Virgen o de un Santo determinado. Sino que laimagesV5BP2QN7 imagen de alguna manera crea cercanía y es mediadora de una presencia, de su presencia. Una imagen de Cristo o una Virgen nos invita a sentirla próxima a nosotros. Sin caer en el tópico, aunque sea cierto, de que una imagen vale más que mil palabras.

La imagen, más allá de una escena, una enseñanza o de una dimensión estética, nos transmite un mensaje de presencia. Nos ayuda a la contemplación y a la oración mediática. Más aún, diría que nos invita a una actitud personal de respuesta ante la persona representada en la imagen porque “tiene una gran fuerza comunicativa” que ayuda a elevarnos y nos hace más fácil y espontáneo nuestro soporte y respuesta de fe y veneración.

Cristo y La Virgen

Cristo y La Virgen.

Estas consecuencias trasladadas a las familias cristianas y cofrades, se hacen más efectivas y participativas si lo contemplamos bajo el espíritu de la formación de las imágenes que tenemos de la  familia desde los comienzos de la humanidad.

Y no cabe duda que la familia en general desde sus inicios en los albores de la humanidad, ha constituido el núcleo más importante del encuentro entre la mujer y el hombre. Y sin entrar en ningún otro tipo de matiz, ni siquiera en el antropológico, la unión de estos dos seres ha posibilitado la aparición de su descendencia. Es decir  los hijos.

La presencia de los hijos ha modificado también -el statu quo- de la pareja, obligándola a tomar decisiones de las más perentorias y básicas desde su principio como la del sustento y la educación fundamentalmente.

La Familia Cristiana.

La Familia Cristiana.

La pareja y sus hijos unidos por el lazo del amor instituye -la familia- y muchas de ellas juntas forman la sociedad. Y ésta marca sus leyes a las que las familias deben someterse y observar.

Y si a las familias ya organizadas le añadimos el término -de cristiana- con todo lo que ello pueda significar en un sentido amplio, plenamente formativo y religioso, nos encontraremos inmersos bajo estas disciplinas que nos conducirán a las prácticas religiosas y espirituales propias que de ellas dependen.

 La Sagrada Familia.

La Sagrada Familia.

Si cristiana o cristiano es el que cree en Cristo y le sigue. Y no sólo le sigue en su modelo y trata de amarlo y corresponderle. Es decir que se fija en Él, adivinando que también pertenece a una familia como fue -la Sagrada Familia- que aun poseyendo las mismas connotaciones que las nuestras, refleja el más fiel y fidedigno ejemplo de lo que es y representa la Familia Cristiana en el mundo.

La Casa de Dios

La Casa de Dios.

Y como cualquier hombre que construye su casa para albergar a su familia. Cristo construyó la suya -La Iglesia Católica- para Él y para nosotros. Y no la fabricó con materiales, sino con su Amor y con su Sangre derramada en la Cruz para salvarnos como hijos suyos que somos.

Esta -fuerza comunicativa- hace que el cristiano católico no necesite ser cofrade para ejercerla. Pero el cofrade si necesita ser cristiano católico antes que cofrade, aunque ambos son parte de la misma familia cristiana y cofrade en el seno de la Iglesia católica, doméstica, diocesana y universal que Cristo nos dejó.

Sobre el autor

- Profesor, articulista y cofrade.

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