El Patrimonio documental y otros aspectos de las HH. y CC.
Si importancia tiene sostener las estructuras básicas y el desarrollo de todas las actividades propias de una hermandad. No debe ser menor la preocupación de mantener un archivo gráfico documental perfectamente organizado -hoy ya informatizado- que recoja fielmente la historia de cada hermandad desde sus inicios.
Lamentablemente diversas circunstancias que no vienen al caso señalar ahora; demuestran que no son muchas las hermandades que poseen un archivo al día y actualizado que nos sirvan de fuentes fidedignas; tanto del rigor informativo e informático como de la facilidad de consultas.
Digo esto, porque hace tiempo incidí en el tema, encontrándome con grandes dificultades y desproporcionadas lagunas de datos en los distintos archivos consultados. Pero especialmente en los procedentes de las propias hermandades y cofradías.
Esto debe ser considerado como una cariñosa llamada de atención hacia los responsables directos y a las Juntas de Gobierno de nuestras corporaciones, invitándolas a que pongan el acento en todo el panorama documental de las mismas. Es decir en su legado histórico, que a su vez constituye una fuente repercutible para la historia más generalizada de nuestra Semana Santa.
Sin embargo también hay que decir que en los últimos años, las hermandades y cofradías han tomado conciencia plena del deber y la responsabilidad que conlleva la conservación y protección de esta parcela, pieza clave y fundamental que representa su testimonio y su historia, es decir su patrimonio documental.
El patrimonio religioso, artístico, social o cultural es meramente subjetivo. Está sujeto a cambios, a modificaciones y aún llegado su deterioro, puede repararse o sustituirse. No ocurre así con el patrimonio documental, porque éste es un pilar insustituible y forma parte de la patente histórica que recoge toda la información, transmitiéndola como único índice capaz de definir con rigor la constatación de los hechos a través de los tiempos. Tal vez de existir convenientemente bien conservado, podríamos esclarecer muchas de nuestras tradiciones y costumbres si es que verdaderamente existieron de forma continuada; premisa fundamental de toda tradición.
De ahí, la vital importancia, la responsabilidad y el celo excesivo de su conservación para el conocimiento de las generaciones venideras.
Por otra parte y aun sabiendo que las hermandades y cofradías son instituciones puramente eclesiales cuyos fines conocemos todos. No obstante desarrollan otras actividades que quizás se escapan de la sensibilidad y del conocimiento de algunos, que no conocen otra cosa más allá de los aspectos religiosos.
Me refiero brevemente a las relaciones extra religiosas, tales como las sociales, culturales y de manera muy especial a las económicas o comerciales en el sentido más amplio de generar riquezas por cuanto representa para el mundo cofrade en particular -estos movimientos- y en general para los negocios de una ciudad, por cuanto significa también y proporciona la jornada de la Semana Santa de cada año.
Por eso llegada esta, hay que considerar la existencia de otro mundo que se mueve y participa en torno a la misma y no solamente durante esa precisa Semana, sino durante todo el año, del cual dependen y se sustentan. Además de necesitarse mutuamente.
Concretamente y sobre todo en Andalucía, familias enteras de artistas, profesionales, artesanos, fabricantes, industriales, comerciantes y otros, aseguran buena parte de sus recursos económicos con las demandas de estas instituciones. Solamente el bordado de un manto o la construcción de un paso, proporcionan o garantizan cuatro o cinco años mínimos de trabajo artesanal.
Son escultores, imagineros, tallistas, carpinteros, escayolistas, doradores, orfebres, modistas, sastres, camaristas, bordadores y un larguísimo etcétera como floristerías, cererías y otros. Amén de los hoteles, restaurantes, bares y cafeterías.
Probablemente esta realidad no siempre es bien entendida, compartida, reconocida ni valorada suficientemente. Más bien en ocasiones, es objeto de desestimación y no suele apreciarse ni reconocerse en su justa medida, lo que por otra parte, no deja de restar importancia a este ‘otro aspecto’ que evidentemente ejercitan las hermandades y cofradías, favoreciendo sin descuidar lo estrictamente caritativo, religioso y evangelizador ante una innegable labor social, económica, distributiva y de riqueza como servicio y cooperación en la ocupación laboral tan escasa en nuestros días.