Fin de la Semana Santa y La Pascua de Resurrección
Jesucristo El Señor como todos los años vino a La Isla. Y salió el Domingo de Ramos por la puerta de Jerusalén de Los Hermanitos igual que ‘Cristo Rey’ pero revestido de la ‘Humildad y Paciencia’, que nos manifestó mientras estuvo durante toda la Semana Mayor con todos nosotros.
Y después fue atado a una ‘Columna’ escupido y azotado. Luego mofado, ultrajado y casi desnudo le pusieron por cetro una caña y una corona de espinas para llevarlo -ante el que se inhibió de Él- lavándose las manos y lo presentó al pueblo diciéndole: ‘Ecce-Homo’. Fue ‘Cautivo y Rescatado’ y soportó el peso de una Cruz a cuestas caminando ‘Afligido’ al encuentro de su Madre y de las Santas Mujeres que lloraron su Pasión por la calle de la Amargura.
Pero antes tuvo lugar su ‘Prendimiento’ en el ‘Sagrado Huerto de los Olivos’. Y la ‘Caridad’ de su Madre soportó el dolor de tenerlo en su regazo ya moribundo después de haber conseguido nuestra ‘Salvación’. Porque Jesús fue Crucificado y reflejado en tantas y diversas cruces como la de ‘Vera Cruz’ o ‘la Cruz de la Buena Muerte’. O cargándola sobre sus hombros con su ‘Gran Poder’ espiritual, aunque no físico mermado por el dolor de su peso andando desde tan lejos.
Como también desde tan lejos vino Cristo para pedir ‘el Perdón’ porque con ella a cuestas ya había solicitado ‘la Misericordia’ al Padre en los momentos previos de sufrir los efectos de la última Cruz ‘de la Expiración’, en un cuerpo ya marcado y maltratado por los efectos de las ‘Tres Caídas’ aparatosas que sufrió camino del Calvario.
Pero en su itinerario hasta el Gólgota. Aquí se le ha consolado, vestido y abrigado con la misma Túnica -de Jesús Nazareno, Señor de La isla- todo un escenario mostrado ante el inmenso ‘Dolor de su Santísima Madre’ y ‘Madre de los Desamparados’ que le sigue y va tras Él, enjugándole la ‘Sangre’ que de su rostro y de su costado mana, resbalando por su cuerpo y por el madero de la Cruz.
Y una vez muerto. Los cofrades isleños no sólo le preparan el más digno y delicado enterramiento. Sino el despliegue de un cortejo procesional impresionante compuesto por la comitiva solemne, cívica, castrense y penitente del ‘Santo Entierro’ que este pueblo cristiano y cofrade le dedica al Señor del Universo, refrendando así el amor que se le profesa en esta bendita tierra.
Y tras el Santo Entierro, la diminuta pero gran figura de la Virgen ‘de la Soledad’ qué cómo cualquier mujer en su rol de Madre - nunca mejor designada esta advocación- por cuanto significa de ‘dolor’ y de ‘soledad’ por la impronta de la ausencia de un Hijo que se le va. Un Hijo que se le muere condenado por un juicio sin causa ni condena justa.
Y como otra advocación de Madre -Nuestra Señora del Rosario- que siempre salió de madrugada al encuentro de su Hijo. Eso sí, casi solitaria, en silencio y sin ruido. Pero rezando los Misterios Dolorosos del Rosario, cada vez que Ella salía, cual murmullo de suave música celestial, que en la quietud de la madrugada sonaba a dulces plegarias celestiales entre la frialdad responsorial del Campo Santo y el brote primaveral de la arboleda del Parque, simbolizando la vida que se acaba y la vida que empieza. Y por eso y porque se te ha echado en falta Madre. ¡Hoy por fin ha salido otra vez! Y sabemos que ahora permanece, quieta, arrinconada y sufriendo callada en tu nueva Casa, pendiente solamente de las cuentas de tu Rosario, que aunque sea la misma Casa del Padre, también sabemos que espera la oportunidad de reencontrarte de nuevo con tus devotos feligreses y con tus hermanos cofrades.
Porque aunque la Soledad lleve delante el cuerpo inerte de la ‘Redención’ de su Hijo envuelto en el sudario, acompañado de San Juan Evangelista, José de Arimatea, Nicodemo, María Magdalena, Salomé y Cleofás, camino del sepulcro prestos para enterrarlo. Al tercer día según Las Escrituras ¡Resucitará y saldrá de él! Pero saldrá Triunfante y ‘Resucitado’ para siempre.
¡Sí, Triunfante y Resucitado! Porque ese es el verdadero principio y el fin. Ese es el Alfa y el Omega donde se cimenta todo el compendio y el fundamento del creyente. La Pascua de la Resurrección o lo que es lo mismo: la salvación y el premio eterno de su fundamento, que no es otra cosa, que nuestra razón de ser como cristianos, creyentes y como hijos amorosos del Padre.
Querido pueblo y queridos cofrades. El Señor una vez más ha venido, ha muerto y ha Resucitado en La isla. Pero estad tranquilos porque el año que viene, también volverá. Por eso, la Semana Santa no ha finalizado, empieza cuando termina la anterior. Y está escrito que así ocurrirá sucesivamente por los siglos de los siglos para el mayor honor y gloria a Dios. Feliz Pascua de Resurrección para todos!!.