El Cortijo Andaluz
Y terminaron las elecciones andaluzas. Se acabó el teatro televisivo en el que los dos partidos principales se echaban los casos de corrupción a la cara, otros partidos actuaban con educación y al margen, y otros que montaban sus propios debates alternativos. Se acabó la hostilidad, la guerra y nos quedamos en el cortijo.
Después de ser apoderado en un colegio electoral he visto la doble cara de unas elecciones predestinadas desde el principio. Tras semanas de debates televisivos en los que el candidato popular atacaba y Susana respondía, encuentras la connivencia más absoluta en las mesas electorales de tu ciudad. Los compañeros del PP y PSOE parecen fundirse en un solo partido y colaboran en taparse las vergüenzas en las propias urnas. Carpetas partidistas en las mesas, cambios de última hora sin notificar en el acta, recuento de votos bastante oscuros, abrazos y sonrisas. Creo que si algunos apoderados no hubiésemos estado en los colegios electorales, y sé que esto que digo puede ofender a algunos, más de un voto hubiese desaparecido y más de otro se hubiese sumado de más.
El día de las elecciones es la fiesta de la Democracia, donde tu pueblo acude a las urnas, y tus vecinos y tu barrio se encuentran en la calle. Pero el PP y PSOE han convertido los colegios electorales en cortijos privados donde se pasean a sus anchas como en su sede, caminan de allí hacia acá y no prestan ni un segundo de su dorado tiempo en atender al ciudadano en las dudas que le pueden surgir a la hora de realizar la votación.
Debe de desaparecer la figura del interventor o anular su sesgo político. El ciudadano no puede ir a unas elecciones andaluzas y parecer que está acudiendo a unas primarias del PP o del PSOE. Chalecos de Tommy Hilfiger y bolsos de Channel paseándose por nuestros colegios. Yo no quiero volver a ver lo que vi, pero a mí me gustaría que muchos conciudadanos míos viesen lo que yo.