Cambiando a igual
Va quedando menos para las primeras elecciones del año y los distintos partidos empiezan a mostrar su verdadera cara. Algunos lo hacen de forma programada, mientras otros, simplemente, no han podido aguantar la máscara de la ambigüedad por más tiempo. Ambos, sin embargo, tienen la misma forma patética de intentar hacernos creer de que están ahí por y para, nosotros. Ambos, de forma triste y melodramática, quieren hacernos ver de que, al fin y al cabo, nos están haciendo un favor. Ambos, altivos, piensan que les deberíamos dar las gracias por haber nacido y perder el tiempo con nosotros.
En el Partido Popular hace tiempo ya que se pusieron el disfraz de campaña. En realidad, nunca han dejado de hacerla, ya que desde el mismo día que se sentaron en el trono, se pusieron a preparar la estrategia de cara a las siguientes elecciones. Ahora, por lo que nos cuentan, tener más de cuatro millones y medio de parados es un auténtico lujo que nos han regalado. Ahora hablan de una supuesta Ley de Segunda Oportunidad, al tiempo que los desahucios siguen de forma incesante aniquilando familias enteras. Ahora pretenden devolver pagas extras robadas, IVA estafado, subidas de luz descaradas y tasas judiciales sisadas, a la vez que prometen bajadas sustanciales de impuestos directos, trabajo para todos y meten en el cajón leyes que podrían comprometer su reelección.
Engañar, ya no engañan a nadie; son conscientes de ello. Las medidas que he mencionado arriba servirán para volver a tener un número importante de votos, pero ni mucho menos suficientes como para seguir en el poder. Precisamente, por eso mismo no han tenido otro remedio que reinventarse y buscar otra forma de ser votados. Crear una segunda marca, una marca blanca, es una fórmula tan antigua como eficaz. Una de esas marcas blancas podría ser Ciutadans, o Ciudadanos, como les gustan ser llamados ahora para renegar de su origen catalán.
Los indicios que fundamentan esta sospecha son muchos, y ya he repasado algunos de ellos en semanas anteriores. Su alineación con la derecha más recalcitrante en asuntos tales como el matrimonio homosexual, el copago farmacéutico o su negativa a firmar -como único partido junto al PP- la Declaración Institucional por la Universalidad de la Salud, no deja lugar a dudas.
Existen cambios que son a mejor, otros que son a peor y, hay cambios, como los que pretenden estos de Ciutadans, que son para que todo siga igual. Ya no se les escucha hablar de eliminar las Diputaciones. Siguen exigiendo transparencia a los demás, pero sin embargo un informe de Transparency International, sitúa al partido catalán como el partido estatal pero valorado, junto al PSOE, con 3 puntos sobre 10.
Critican los dedazos en otras formaciones, pero justifican los suyos ya que ‘ha costado mucho situar a la marca’. Contratos municipales a empresas de familiares, colocación de imputados como asesores o problemas con su Fundación, recuerdan demasiado a lo que ya conocemos y repudiamos.
Decía Marín hace unos días en Canal Sur que quiere que Andalucía vuelva a manos de los andaluces. Me imagino que por eso, a lo largo y ancho del territorio andaluz, e incluso en su propio pueblo, la cara visible en los carteles sea Albert Rivera; ese hombre que nos quería enseñar a pescar, pero para llevarse luego el botín a Cataluña.