Un testigo directo de la Guerra de la Independencia, abandonado, olvidado y medio derruido
Historiadores, Historiadores del Arte, Humanistas y otros ciudadanos sensibilizados con el Patrimonio Cultural isleño se dieron cita ayer en el Cementerio de los Ingleses para conocer su historia. El abandono en el que se haya sumido este BIC provocó que muchos se llevaran las manos a la cabeza.
“Gratificante”, “productivo”, pero también "muy triste” por el aspecto desolador, son las expresiones que más suenan cuando se les pregunta por la experiencia a quienes visitaron ayer el Cementerio de los Ingleses, durante una ruta ilustrada que presidió el investigador y gran estudioso del tema, Miguel Ángel López Moreno, con el apoyo del catedrático y profesor titular de la UCA, Juan Torrejón Chaves.
El objetivo, además de aprender más sobre la historia de esta construcción, tan interesante como abandonada por un municipio que ha convertido en la zona en vertedero público, era dar fe de su alarmante estado de deterioro, con parte de sus muros desaparecidos y grafitis sobre aquellos que aún quedan en pie. Sólo su pórtico de acceso con el soporte de lo que antaño albergó una placa y los restos de un primitivo altar o nicho adosado a sus muros interiores parece conservar cierto atisbo de las funciones para las que fue concebido, allá por el año 1809. Su destino, dar sepultura, casi con toda seguridad, a los soldados franceses que perecieron durante el asedio a La Isla tras sufrir cautiverio en las cárceles flotantes, o a los soldados, en general, que fueron atendidos previamente en el antiguo hospital de San Carlos, con el que, según las investigaciones de López Moreno, guarda una estrecha relación este cementerio.
Es sin embargo la denominación ‘de los Ingleses’ la que ha perdurado en el tiempo pese a la escasa probabilidad de que éstos fuesen inhumados aquí dada su naturaleza protestante, y es que, según afirmó el propio López Moreno durante la visita, “se enterraron en una zona específica del cementerio de Casa Alta hasta 1813”. ¿Un cementerio protestante? ¿Albergó quizá las sepulturas de soldados británicos católicos -escoceses o irlandeses- como sugirió el profesor Torrejón? ¿Fue el pueblo isleño quien acabó relacionando este cementerio con sus aliados durante la Guerra de la Independencia, para contrarrestar el mal recuerdo del enemigo?.
Muchas son las lagunas que rodean a este interesante pedazo de Historia, declarado Bien de Interés Cultural (BIC) por Junta de Andalucía como parte del ‘Legado Patrimonial de los Lugares de las Cortes y la Constitución de 1812’. Asimismo está presente en el ‘Mapa de las Fosas de las Víctimas de la Guerra Civil y Posguerra’, algo sobre lo que hizo inciso la periodista y experta en temas de Memoria Histórica, Vanessa Perondi. Investigadora entusiasta de esas fuentes orales, “únicos recursos para contar la otra Historia”, Perondi aportó interesantes datos que tuvo la oportunidad de escuchar de primera mano durante el ciclo de ponencias organizadas por el Ateneo Republicano a tal efecto, hace ahora algunos meses.
Además de los ya citados, también estuvieron presentes las doctoras en Filología Clásica e Historia del Arte, Elena Martínez y Yolanda Muñoz Rey, el también historiador del Arte Rafael Ibáñez y los escritores Eduardo Formanti y Antonio Díaz, autores de ‘Cuentos Abandonados’ y ‘Los años de la Ballena’ respectivamente, esta última, además, con parte de su historia ambientada en los años de la Guerra Civil isleña. A ellos se sumaron otros historiadores, restauradores, filólogos y profesionales de las Letras como Carmen Arias, María Pérez Torralvo, Ángela Zacarías o Mónica Ballén. El fotógrafo Diego Bernal, Leonor Montañés, responsable del blog ‘San Fernando y yo’ y Mandy Sánchez Taura, creadora del primer grupo de fotografías antiguas de La Isla en Internet también estuvieron presentes. Todos ellos, grandes conocedores el tesoro patrimonial latente entre las marismas isleñas.
No faltaron miembros de importantes organizaciones que diariamente trabajan por la Cultura en San Fernando, como Adelaida Bordés, escritora y secretaria de la Real Academia de San Romualdo, Enrique Galea, perteneciente a la Fundación Legado de Las Cortes, Agustín Sigüenza y Marian Gómez, ambos de la junta directiva de la Asociación Histórico-Cultural 24 de septiembre de 1810 y Juan Antonio Vijande, gran conocedor del Patrimonio isleño moderno y contemporáneo, del grupo ‘As de Guía’.
Tras las sobresalientes explicaciones de López Moreno y Torrejón, los visitantes tuvieron tiempo de explorar detenidamente cada rincón de estos restos cuya rehabilitación a modo de jardines públicos se contemplaba en el malogrado proyecto de rehabilitación para la franja de litoral entre Punta Cantera y La Casería, muchos de cuyos terrenos se encuentran aún en el ‘limbo’ de las administraciones. Después de un almuerzo de convivencia en el Club Náutico de La Casería, aún quedó tiempo de observar de cerca el Puente de Ureña, que en su día sirvió de paso entre la Población Naval de San Carlos y el Arsenal de La Carraca, salvando un caño artificial que se abrió para el tránsito de mercancías no militares camino de la Bahía. Es, según Torrejón, “el único puente del siglo XVIII que conserva íntegro en La Isla”, tras la incomprensible desaparición del de La Casería hace pocos años, por lo que todos los visitantes coincidieron en la necesidad de “ponerlo en valor tras su rescate para uso público”.
Alejandro Díaz Pinto
Fotografías: Diego Bernal Bugatto, Leonor Montañés Beltrán y Yolanda Muñoz Rey.