Publicado el: Vie, 5 Dic, 2014
Opinión

Vidas ajenas

Art.47No soy partícipe de escribir artículos de crítica, mi trabajo no consiste en eso. Mi pasión es tan sólo la de transmitir paz, armonía y esperanza a todas las almas de quienes me leen. Observo vidas ajenas e intento entregarles la clave que hizo de situaciones similares en la mía otras mucho mejores. No todos lo consiguen, no siempre estamos preparados para aprender. Sin embargo, jamás uso la inexperiencia, el mal y, mucho menos, el bien o las decisiones de otros como tema de conversación y burla, por lo que hoy, lejos de reprochar nada lo que quiero es aconsejar...

Uno de los principales errores de nuestra sociedad, bajo mi punto de vista, ha sido la creación de los programas en los que, precisamente, criticar es lo que les hace tener audiencia; es lo que, sin saber por qué, nos mantiene enganchados durante horas a una enorme pérdida, no de tiempo, sino de vida...

Sin embargo, y aunque esto resulte enormemente triste, lo es muchísimo más observar a niños pequeños hablar entre ellos y de otros como si estuviesen en uno de esos platós de televisión. Lo es porque ni siquiera tienen la excusa de que con ello ganen un sueldo, porque ni aunque la tuviesen podrían justificar su comportamiento. Qué sentido tiene que uno deje de hacer sus tareas para comentar en voz alta lo mal que lo están haciendo otros. Pues el mismo que tiene el hecho de que gran parte de las personas que nos rodean dejen de vivir sus vidas para crear un debate sobre las nuestras.

De esta forma y de repente, los que ayer sentiste como amigos hoy les cuentan a personas desconocidas todos los entresijos que creen conocer de ti. Tergiversan tu realidad adornándola con los oscuros matices de las suyas, sufren por tus sonrisas y se ríen de tus problemas. Mientras tanto sus vidas quedan condenadas al vacío de un sinsentido que los despierta cada mañana sin saber qué hacer con ellos mismos. Comienza de nuevo la búsqueda y provocación del mal ajeno para sentirse menos desgraciados con el suyo.

Dentro de estas almas el amor se vuelve un imposible; se acerca, y al notar su fría energía sale disparado a otros hogares donde lo importante sea algo más cálido, más pasional, con más sentido y fuerza como para que merezca la pena quedarse. La solución ante tal desplante es clara: aprender a respetarse a uno mismo para poder respetar a los demás y que así éstos siempre nos respeten. El amor no es más que eso. Sin embargo, para demasiados, el aprendizaje queda en nada y este alejamiento de sentimientos les lleva a burlarse de quienes aprendieron a conservarlos y mimarlos.

Hoy quiero cerrar mi reflexión pidiendo a quienes no son capaces de encontrar su felicidad que dejen de malinterpretar la de los que hemos tenido el valor de alcanzarla; suplicando a los que educan a los niños que lo hagan con lo mejor de sus corazones, con la luz de sus almas; rezando a mi preciado Universo para que mueva sus hilos, para que no nos quite la capacidad de sentir, para que con sus lecciones nos vaya enseñando la única forma de vivir, simplemente...siendo feliz.

Sobre el autor

- Escritora, maestra y loca soñadora. Con el firme objetivo de ser feliz a cada segundo y compartir con el mundo cada sonrisa, cada sueño y cada aprendizaje que el Universo nos permite experimentar.

Mostrando 1 comentario
  1. giraldo villegas dice:

    Gracias por iluminar la vida de quienes te leemos. Maravilloso como siempre tú articulo
    Felicitaciones.

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