EL GRAN DESCONOCIDO
“Cors”, palabra francesa que significa cuerpo. Civilizaciones antiguas como Creta, Grecia, Roma, Egipto o Siria.
Hasta aquí deberíamos remontarnos para hablar del tan alabado y a la vez gran desconocido.
Usado para levantar el busto, afinar la cintura y en ocasiones como soporte para la práctica de ciertos deportes.
Pero no fue hasta los siglos XVI y XVII cuando el uso de esta prenda fue común a todas las mujeres, al margen de su posición social.
Hablo, como no, del corset.
La finalidad principal de dicha prenda en la antigüedad siempre fue la misma, realzar la figura y atributos femeninos y mantener una postura erguida del cuerpo.
Esto, como todo en la vida, también tuvo su abuso, y muchas mujeres apretaron y apretaron sus corsets hasta conseguir afinar sus cinturas a unas medidas extremas.
Los primeros corsets fueron especialmente rígidos, con los riesgos que eso conllevaba, armando los esqueletos de dicha prenda con varillas de materiales duros como hueso de ballena, madera o incluso hierro.
Los orígenes de dicha prenda se pierden en la antigüedad, pero se tiene constancia de que fue durante el reinado de Felipe II cuando apareció la idea de crear algún tipo de armazón para modelar la silueta del torso femenino. La finalidad no era otra que la de mostrar sobre la mujer los motivos decorativos y las rígidas y pesadas telas de las que se creaban los vestidos, como si fuera un lienzo, sin ninguna arruga.
Siglos después esta prenda se ha ido manteniendo y ha ido evolucionando según los gustos de cada época.
A mediados del siglo XVIII, esta prenda volvió a estar de moda con la transición hacia lo que fue el corset victoriano.
Hay muchos mitos sobre esta prenda, como que su uso provocaba tuberculosis, dañaba la columna, o incluso que muchas mujeres removían sus costillas quirúrgicamente, ( lo cual en esa época resulta algo inquietante )pero lo que si era bien cierto, era que el uso indebido, es decir, extremadamente ajustado, podía deformar la cavidad pulmonar y causar desplazamiento de órganos, todo un claro ejemplo de la conocida expresión “para presumir hay que sufrir”.
Pero además de todo eso, las damas de la alta sociedad, reservaban para eventos formales como bodas, bailes o reuniones sociales, lo que llamaban “tight lacing”, que consistía en apretar el corset al máximo, ( me viene a la cabeza Escarlata O´Hara )lo que provocaba muchos desmayos por la falta de aire en los pulmones.
Con la Revolución Francesa decayó el uso de la prenda según el mandato de la Academia de Artes y Ciencias y con la llegada del siglo XVIII, el corset tomó forma de “8” o “reloj de arena”, con una cintura minúscula y realzando al máximo busto y caderas.
A principios del siglo XX desapareció dicha prenda con la llegada de la moda andrógina de la mano de los genios Chanel y Poiret, retomándose de nuevo su uso en los años 40 gracias a la “cintura de avispa” del new look de Dior. Mientras, en los 50, se puso de moda el llamado “bustier”, que fue considerado una variante del sostén, siendo un corpiño que cubre el abdomen con pronunciado escote de origen campesino y popular en el siglo XVIII, con la particularidad de que se abrochaba siempre por delante. Yves Saint Laurent lo realzó como ropa interior en los años 70.
Pero la verdadera revolución de esta prenda tal y como lo conocemos en la actualidad, llegó en 1990, gracias a la reina del pop, y de la mano del maestro de maestros, Jean Paul Gaultier, quién hizo que el corset se liberara del mito de ser un instrumento de opresión para la mujer y convirtiéndolo en casi objeto de culto.
Gracias a su descaro y su gusto por la provocación, este genio de la moda a quién la prensa otorgó el calificativo de “l´enfant terrible”, ha conseguido crear auténticas maravillas que han hecho evolucionar el corset de prenda opresiva y tortuosa de lencería, a prenda exterior ultra femenina y deseada.
Desde entonces muchos han sido los grandes creadores de moda que han hecho todo tipo de versiones de esta prenda, pero nadie ha sabido interpretarlo como el genio Gaultier, quién por cierto tiene una retrospectiva de su carrera en la moda en Madrid, en la fundación Mapfre a partir del día 5 de Octubre, titulada “ el Camino hacia las estrellas”.
Recomiendo a todo aquel que esté interesado que visite esta exposición que promete ser maravillosa y me cuente sus impresiones, aunque la única pega es que está en Madrid, imagino que es el precio que hay que pagar por no vivir en las grandes capitales donde parece ser que siempre se quedan las mejores exposiciones. No estaría de más que de vez en cuando también pasaran por aquí no?
Por aquí abajo también parecemos los grandes desconocidos…
Lorena Díaz Cruz
Diseñadora y Personal Shopper.