"No cualquier boquete sirve para meter cualquier tiesto"
Retomamos esta sección de Patrimonio después de varios meses de gran actividad laboral y académica, para traer a colación una de las últimas y más importantes noticias relacionadas con el Patrimonio de San Fernando: la Casa Lazaga como futuro Museo Contemporáneo del Flamenco y, muy especialmente, dedicado a Camarón de La Isla.
Habrá quien piense que no existe idea mejor que la de destinar uno de los edificios más monumentales de la ciudad -con todo el respeto hacia la Casa Consistorial- a albergar los valores de nuestro Patrimonio Inmaterial más Internacional, personalizado, sin lugar a dudas, en el gran mito isleño, José Monge. No cabe duda del gran valor cultural, turístico e identificativo que ambos elementos mantienen dentro de la cultura local, pero, ¿es objetivamente compatible la naturaleza de ambos recursos? ¿Legado de Camarón y arquitectura isabelina decimonónica?
Repasando publicaciones de profesionales que verdaderamente saben del tema -y a quienes habría que acudir más en busca de asesoramiento-, personas que han dedicado su vida a la investigación o a la restauración de joyas arquitectónicas, sabemos que la Casa Lazaga adquirió su aspecto actual cuando José María Lazaga Garay, Capitán de Fragata y Coronel Honorario de la Infantería de Marina compró, a fines del siglo XIX, un finca que el Marquesado de Carballo tenía en La Isla desde el año 1764. Dicha finca, seguramente regida por los patrones estéticos del neoclásico postulado desde las élites dieciochescas, se adaptó a los gustos románticos del ochocientos correspondientes a lo que se conoce como “estilo isabelino”. Esta corriente, estética más que arquitectónica, se focalizó hacia la reforma ornamental de las fachadas pertenecientes a fincas preexistentes, rescatando elementos propios del barroco gaditano como ménsulas, cresterías, artísticos remates sobre los merlones y apliques de forja con formas y motivos inspirados en la naturaleza, próximos al Modernismo.
Si por el contrario analizamos el contexto espacio-cultural en el que se movía Camarón, el gran mito isleño, tenemos que volver la vista a las callejuelas, los barrios humildes -no por ello menos encantadores- de la zona Este de La Isla. Allí es donde podremos contemplar su casa natal, la fragua donde trabajaba su padre y, más cerca del Puente Suazo, la Venta de Vargas, baluarte del Flamenco donde cogiera las primeras tablas. La mayoría de estos inmuebles presenta una arquitectura de corte popular, barroca aunque sin ostentaciones, casas bajas encaladas con cierros forjados que buscaban ampliar el hogar hacia la calle. Ése es el mundo de Camarón, ni mejor, ni peor, simplemente diferente y con tanto encanto o más que el que caracteriza a los ricas construcciones isabelinas de finales del XIX.
Fundir los dos mundos en un proyecto como el que el Ayuntamiento isleño ha anunciado ahora, al final de la legislatura, implica un problema de descontextualización fundamental que perjudicaría, sin lugar a dudas, a ambos retazos de nuestro Patrimonio Cultural. Máxime existiendo múltiples opciones para ponerlos en valor sacando, a su vez, el máximo rendimiento a cada uno de ellos. La Casa Lazaga, como edificio institucional, por ejemplo. Como museo etnográfico dedicado al San Fernando de su época, con muestras de vestuario, menaje, historia -la de sus mismos propietarios- o la vinculación que guarda con el mundo de la Armada. Como sede de todos el Patrimonio Documental que hoy se encuentra en cuestionable estado de conservación, repartido entre diversos edificios de la ciudad. ¿Y el Flamenco? Camarón cuenta con la Venta de Vargas, la escultura del genial Antonio Mota, la fragua, su casa natal, la peña que lleva su nombre y hasta mausoleo en el cementerio. Todos estos enclaves, aglutinados en una ruta a la que hasta ahora se ha sacado muy poco partido, por cierto. ¿Realmente conviene incluir Lazaga como parte de este recorrido existiendo edificios más idóneos por su estilo arquitectónico y por su ubicación como es el caso de la Cruz Roja al inicio de la calle Real? ¿No es paradójico que sea precisamente este último inmueble el propuesto para contener los fondos documentales y bibliográficos tras las críticas surgidas a raíz de que el Gobierno municipal sugiriese su uso residencial “dados los altos costes que implicaría adaptarlo como equipamiento público”?.
Quien justifique la propuesta alegando únicamente que el “mejor edificio de San Fernando” debe, por norma, estar dedicado al “principal mito artístico”, debería analizar en profundidad el título del presente artículo. Frase de una gran profesional del Arte cuyo nombre no sacaremos a colación pero que, a buen seguro, sabe de lo que estamos hablando.
Quien defienda el proyecto vislumbrando cierta actitud clasista, o elitista, por extraer a modo de conclusión que ciertos círculos no consideran a Camarón “digno” de Lazaga, debe informarse mejor para comprender que no es una cuestión de dignidad o caché, sino de lógica y compatibilidad. Camarón es grande; no va a serlo más, ni menos, por el lugar donde se emplace el futuro Museo del Flamenco.
Quien saque a colación la imposibilidad de emplear la Cruz Roja para tal fin dados los elevados costes de su rehabilitación, debe tener en cuenta que ésta tendrá que ejecutarse más temprano que tarde por estar catalogada en el Plan Especial de Protección y Reforma Interior del Casco Histórico con nivel de 2 de protección. De modo que deberá acometerse sí o sí con independencia de su futuro uso.
Y si por un casual, a alguien se le ocurre utilizar nuestro Patrimonio con fines propagandísticos sin luego estar a la altura de la expectativas de los ciudadanos a los que “sirven” -y no al revés-, ahí estaremos muchos, recordándolo, defendiéndolo y luchando por su conservación a través de un arma con más peso que la posición social; el poder de la palabra.
Alejandro Díaz Pinto