Y qué más da
Hace unos días pusimos en el muro de facebook de Patrimonio La Isla, un artículo que hablaba de El Castillo de Sancti Petri, y como suele ser habitual cada vez que hablamos de dicho castillo, saltó la polémica sobre quién o quiénes son los dueños de preciado monumento.
Así que una vez surge la polémica, y aunque creas saber la verdad, pensamos que nada sería mejor que una ligera investigación, y digo ligera porque esto daría pie a una tesis doctoral bastante profunda.
Nos metemos un poco en historia, y como todos sabéis ya, en el lugar donde actualmente está el Castillo se encontraba una serie de edificaciones de carácter fenicio, entre las cuales estaría el templo del dios fenicio Melkart. Este dios fenicio pasó al panteón de dioses griegos como Herakles y al romano como Hércules. Así que este templo y los edificios que alrededor se encontraban vivieron grandes momentos de prosperidad, como cuando el general cartaginés Anibal, se postro ante la estatua de bronce allí situada antes de partir a conquistar la península itálica; o Julio Cesar que durmiendo en el templo tuvo un sueño que le decía que conquistaría el mundo. Y por supuesto, la leyenda romana cuenta que bajo el templo está enterrado el semidiós Hércules, así que nunca se sabe si aquí encontraremos algo de poder divino, aunque quizás haya que buscar más en el mar que en el islote actual.
Tras ese periodo de apogeo vino su declive, coincidiendo con la entrada en escena primero de los visigodos, pasando por el periodo andalusí y llegando a la etapa de lo que se conoce como “Reconquista”.
Es en este último periodo donde se levanta una pequeña torre vigía sobre unos restos cada vez más esquilmados. Sobre el islote se fue levantando diversos sistemas defensivos para luchar contra la presencia de la piratería en la zona. Pero fue a causa de la guerra contra Francia cuando el Castillo recibió mejoras, y también muchos destrozos, sirviendo como otro baluarte defensivo más ante los soldados napoleónicos.
Por último, se instaló un faro para que indicase a los barcos la presencia del islote, tanto de lo que se ve, como de la parte que está sumergida y es aún más peligrosa. Y como todos sabemos, el Castillo se restauró finalmente y está siendo objeto de diversas actividades de índole turística.
Ahora al final es cuando me diréis que no he hablado de lo que en un principio conté, sobre la titularidad del Castillo. Pero acaso importa realmente si es de Cádiz, de San Fernando o de Chiclana, o deberíamos de sentirnos orgullosos y pensar que tenemos a dos pasos un islote que ha pasado mucho, que ha sido fenicio, romano, visigodo, andalusí, castellano, francés y ahora universal. Investiguemos más sobre él, recuperemos más su pasado fenicio y romano. Y sobre todo, presionemos a la Diputación de Cádiz para que haga una semana de puertas abiertas al Castillo, y a todos los monumentos posibles de la Bahía de Cádiz, porque señores políticos no hay mejores comerciales que los ciudadanos preocupados por su patrimonio.
PD: Por cierto, si alguien quiere más información sobre la polémica, o como realmente termina no tiene más que buscar la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía.
Carlos A. Delgado