La batería de Urrutia cobra protagonismo en el XXV aniversario de la playa gracias a una visita coordinada por los scouts de Eryteeia
La batería de Urrutia cobra protagonismo en el XXV aniversario de la playa gracias a una visita coordinada por los scouts de Eryteeia.
Son muchas las actividades culturales que durante el verano se están llevando a cabo con motivo del XXV aniversario de la playa de Camposoto. Iniciativas que, apoyadas por las concejalías pertinentes, cuentan con la imprescindible labor de grupos ciudadanos fuertemente sensibilizados con nuestro legado entre los que podrían citarse; a la Plataforma La otra cara de la Isla -que en breve nos deparará alguna que otra sorpresa-, el grupo scout Eryteeia o la fundación Legado de Las Cortes.
Ya el pasado 12 de julio fue esta última fundación quien se preocupó de instalar en la playa un centro de interpretación al aire libre sobre la historia del “Fougueaux”, navío de guerra francés naufragado en la zona en 1805 a consecuencia de la batalla de Trafalgar, y que incluyó un taller de actividades didácticas e interactivas, exposiciones de armas, uniformes y maquetas, así como la promoción de un programa desarrollado sobre los restos del citado navío por Centro de Arqueología Subacuática (Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico).
Posteriormente, el grupo scout Eryteeia, coordina también una acto de limpieza participativo a lo largo del cordón dunar que conduce a la punta del boquerón, actividad recibida con agrado por los usuarios de esta ruta que a menudo se quejan del deplorable aspecto que presenta este monumento natural, especialmente la zona colindante al caño de Sancti Petri, donde la acumulación de residuos se convierte cada verano en un atentado contra lo paradisíaco del enclave.
Este mismo grupo fue el encargado de organizar ayer un campeonato de castillos de arena para los más pequeños y una visita guiada por el sendero paralelo a la playa hasta la histórica -y abandonada por las autoridades- batería de Urrutia.
Urrutia forma parte de todo ese conjunto de fortificaciones levantado a lo largo del siglo XVIII para proteger la zona de la Bahía frente a posibles invasiones externas. Sin embargo, no fue de las primeras. Ese honor corresponde a los fuertes emplazados en las inmediaciones del Puente Zuazo, antaño principal acceso a la Isla y protegido desde época medieval por el Castillo de San Romualdo. Tales baterías, bautizadas con los nombres de Santiago, La Concepción y El Caballero Suazo, se construyeron ya en el primer cuarto del siglo XVIII para defender ambos extremos del puente, y fueron posteriormente reforzadas con otras similares tales como San Pedro, San Pablo, San Ignacio, El Ángulo o Alburquerque. Todas ellas, construidas durante la segunda mitad de la citada centuria a raíz de la instalación en la Isla de las dependencias del Departamento Marítimo de La Armada, acontecimiento que propició el crecimiento demográfico y social de la ciudad y, por ende, la necesidad de una mayor protección en torno a la misma.
Al tiempo que el Puente Zuazo experimentaba este blindaje integral en su periferia, se reforzó también el acceso por el otro extremo del caño, que hasta entonces sólo había contado con el Castillo de Sancti Petri como única defensa desde el siglo XVI. Fue entonces cuando se levantaron las baterías de San Genís -que aún existe aunque semienterrada y oculta por la maleza- y la protagonista en esta última excursión organizada por Eryteeia: Urrutia.
El estado de la fortificación es deplorable pese a su importancia histórica. No en balde tuvo un papel esencial a la hora de frenar el avance de las tropas francesas durante la Guerra de la Independencia gracias a su estratégica posición, que impidió a los barcos del otro bando acceder a la Isla desde el mar, a través del caño de Sancti Petri. La única concesión a la trascendencia histórica que ostenta la batería es un panel colocado hace ya varios años en el interior del recinto, y donde se hace una breve referencia a estos acontecimientos ofreciendo asimismo unas pinceladas sobre su estructura arquitectónica. Los vestigios mejor conservados son, sin duda, unos grandes pilares coronados por prismas que delimitan el perímetro, y la muralla, entre cuyos merlones se instalaba la artillería preparada para el ataque enemigo.
Una labor loable la de este colectivo que no sólo se esfuerza por mantener el medio ambiente limpio de residuos sino que, además, focalizan estos recursos hacia un mayor conocimiento del pasado para forjar adecuadamente los patrones a seguir en el futuro.