Vivimos en un sitio muy raro
Lo raro sería un valor añadido en cualquier otro sitio del mundo, menos en San Fernando.
La Real Academia Española de la Lengua nos dice de este adjetivo raro:
-Que se comporta de un modo inhabitual.
-Extraordinario, poco común o frecuente.
-Escaso en su clase o especie.
-Insigne, sobresaliente o excelente en su línea.
-Extravagante de genio o de comportamiento y propenso a singularizarse.
Dicho principalmente de un gas enrarecido: Que tiene poca densidad y consistencia.
Lo raro puede ser:
Lo que es extraño, y también lo que es escaso. La base de la Economía es la gestión de la escasez. Lo que hace valioso a un recurso es la escasez de su oferta, todavía más si va acompañado de una alta demanda del mismo. “Hay gente harta de turismo de sol y playa, un modelo sobreexplotado en oferta. Pero hay cada vez más personas que buscan otro tipo de atractivos turísticos, y además suelen tener un poder adquisitivo alto".
Lo que es insigne, sobresaliente o excelente. Estar rodeado por completo por un patrimonio natural, casi virgen en algunas zonas, cuando todas las localidades de alrededor están híper urbanizadas, te convierte automáticamente en un atractivo turístico sobresaliente.
Lo mismo cabe decir de una ciudad poseedora de un inmenso patrimonio cultural reflejado en los numerosos edificios históricos que alberga, cuando pocas ciudades de alrededor pueden ofrecer lo mismo por ser mucho más reciente su historia. O por ser esta menos brillante. Qué decir del comportamiento de esta ciudad hace más de doscientos años cuando casi toda Europa estaba en manos del ejército más poderoso y genialmente gestionado visto hasta la fecha, y desde aquí no sólo se le hizo frente con éxito y se contuvo y repelió al invasor por tierra y por mar, sino que de paso, en el tiempo libre que les dejaba esta tarea, se contribuyó apasionadamente a la minucia de poner las bases para repeler además al enemigo interior (las estructuras políticas, económicas y sociales: anquilosadas, abotargadas y decadentes), con la puesta en marcha de un modelo nuevo de sociedad para una España inmensa, con la creación de un nuevo marco de referencia constitucional para los españoles de ambos hemisferios. “Hay gente harta de turismo de sol y playa, es un modelo sobreexplotado en oferta. Pero hay cada vez más personas que buscan otro tipo de atractivos turísticos, y además suelen tener un poder adquisitivo alto”. INSISTO.
Lo que es extravagante de genio o comportamiento, y propenso a singularizarse. Mi tierra abunda en personas de ese talante, ha sido y es cuna de muchas personas que encajan ahí: escritores, pintores, cantaores y cantantes, bailarines y bailaoras, fotógrafos, inventores, estrategas, presidentes, diputados, astrónomos, cardenales, navegantes, humoristas, periodistas, empresarios…“hay gente harta de turismo de sol y playa, es un modelo sobreexplotado en oferta. Pero hay cada vez más personas que buscan otro tipo de atractivos turísticos, y además suelen tener un poder adquisitivo alto”. ME REPITO, LO SE.
Y es que hay personas a las que no hace falta explicarles las cosas porque las entienden, otras que las entienden en cuanto se las explicas, y otras que no las entienden por más que se las expliques.
No existe el gentilicio “sanfernandino”, ni “sanfernandiense”, ni “sanfernandiego”, que hacen bien en no existir porque suenan horribles. El valle de San Fernando está en California y hoy se le conoce más por Silicon Valley, pero desafortunadamente no es esa mi ciudad. Pero visto lo visto, ¿a que sí podría haber sido?
El nombre de San Fernando en mi ciudad es un invento político reciente, unos doscientos años. Y desafortunado, dado que es en honor del peor rey que ha tenido este país, Fernando VII. El gentilicio de los que hemos tenido la suerte de nacer en esta tierra fue y sigue siendo “isleño”. También “cañaílla”, cañaílla por la singularidad de la abundancia en esta tierra de este escaso y raro molusco, que además se usaba antiguamente para obtener la púrpura con la que se tenían las togas de las personas principales en Roma. Era un tinte raro, y por tanto carísimo.
Los de esta ciudad se dicen “isleños” porque la ciudad en realidad se llama La Isla. Y se llamó, y se llama así, porque es un lugar rodeado de agua por todas partes.
Y una isla que vive de espaldas al mar es un sitio que se comporta de un modo inhabitual. Que es otra de las definiciones de raro en la que encaja La Isla.
Tenemos escasa o nula comunicación marítima, teniendo multitud de posibilidades de crear medios de comunicación marítima que serían un alivio al tráfico rodado, y acortaría distancias, tiempo empleado, y recursos naturales desperdiciados, en la comunicación con nuestras localidades vecinas que sí han dispuesto estos medios hace ya años.
Estamos rodeados de un parque natural en su mayor parte marítimo, que incluye una de las pocas playas vírgenes que quedan en la Península Ibérica, pero no parecemos interesarnos en el cuidado y explotación sostenible, ni de la playa ni del Parque Natural de la Bahía.
Somos la cuna de la sal (de la cual proviene la palabra salario), e históricamente hemos vivido de su explotación en La Isla, pero otras ciudades han tomado la iniciativa y el protagonismo, tanto de este producto como de la puesta en valor de su historia. Lo cual dice más en favor de esas otras ciudades, que en su contra.
Lo que tiene y aquí es donde entramos en la última de las definiciones de raro, que aunque se aplique a los gases, se puede aplicar también, creo que con acierto, a los ciudadanos de La Isla, a los que administran esta ciudad, y a su corporación municipal: enrarecida y que tiene poca densidad y consistencia.
El problema de esta ciudad no es lo bien que lo están haciendo las ciudades vecinas, sino lo mal que lo estamos haciendo los isleños. Gran parte de la culpa la tenemos nosotros los ciudadanos cañaíllas: por nuestra indolencia, por nuestra pasividad y porque esta ciudad llena de potencial y posibilidades, quede lastrada y postrada por dejarla sola al cuidado de gente... seamos buenos, ¡MUY RARITA!
[…] ciudadanos fuertemente sensibilizados con nuestro legado entre los que podrían citarse; a la Plataforma La otra cara de la Isla -que en breve nos deparará alguna que otra sorpresa-, el grupo scout Eryteeia o la fundación […]