Relatos sin contrato
Los extraordinarios relatos de este libro expresan con ironía la ineptitud y las miserias que caracterizan al ser humano. La avaricia, las apuestas, la inocencia, la maldad, el egoísmo... éstos y muchos otros asuntos, tratados con un ingenio y humor afilado, solo pueden ser superados por el mazazo que nos sacude al final de cada relato. Un martillazo inesperado, un puñetazo en el estómago que aturde, pero que espabila y pone en guardia al que lo recibe…
Así conocíamos muchos de nosotros el libro recopilatorio de Daniel Fopiani Román, Relatos sin Contrato, que en la última edición de la Feria del Libro de San Fernando fue presentado por su autor en compañía de todo un grupo escritores, jóvenes promesas de la literatura que han fundido talentos para continuar esa iniciativa que Fopiani empezó con sus relatos, mutando, en este caso, a un formato de revista mensual que ya ha visto en la calle nada menos que su quinta edición. Una revista gratuita de envoltorio sumamente atractivo que, en cada portada, homenajea a alguno de los grandes mitos de la Literatura universal. En éste último caso recuerda a Edgar Allan Poe con una de sus célebres citas: “El único medio de conservar el hombre su libertad es estar siempre dispuesto a morir por ella”. Algo que, salvando las distancias, podría aplicarse a este grupo de emprendedores que se ha propuesto -y de hecho, lo está consiguiendo- dar a conocer sus escritos sin ningún socio capitalista que les facilite el trabajo. Porque todos sabemos que como la cultura no da dinero, no merece la pena invertir en ella -nótese la ironía-, de modo que son ellos mismos quienes deben buscar patrocinadores para ver su proyecto materializado un mes tras otro. En esta ardua labor, merece una especial mención Fátima Espinosa, encargada del departamento comercial de la revista.
Pero vamos con lo verdaderamente importante: el contenido. La publicación se describe a sí misma como “la revista literaria más joven, literatura viva y actual” y quien escribe estas letras da buena fe de ello porque con independencia de la consabida calidad de los escritos, y al contrario de muchas iniciativas de corte similar, que se centran en un único género, tenemos, en este caso, una publicación que compatibiliza poesía y narrativa, concretamente el relato corto, dividido además por subgéneros: fantasía, realismo, humor, terror… sin obviar otras secciones destinadas a interesantes curiosidades que siempre circundan en torno al mundo de los libros -Viejos sin canas, de Miriam Fopiani, sobre el proceso de envejecimiento de los mismos es buen ejemplo de ello-, o a destacar los acontecimientos más importantes de la vida cultural de la provincia, labor que recientemente ha asumido la periodista Irene Barrios.
¿Quiénes son los protagonistas? Se preguntarán ustedes, pues además del fundador, maquetador y diseñador gráfico de la revista, Daniel Fopiani, cuya especialidad es el llamado “micro-relato” desde una perspectiva emocional, metafísica y con inesperados giros finales, también ha publicado ya en diversos números Eugenio Mengíbar, en este caso, centrándose en los subgéneros de terror y suspense, con unos escritos que buscan el miedo en el lector a la hora de pasar página. Pablo Alías, el benjamín del grupo, escribió su primer relato con once años. En primero de Bachillerato fue censurado por el colegio donde estudiaba debido a un texto titulado Secreto de confesión -cuya temática ya os imagináis-. Afirma que su literatura “está hecha para sufrir“, por lo que no es conveniente encariñarse con ninguno de los personajes. El objetivo de tan sorprendente declaración es que, de esa forma, el autor tiene la posibilidad de “matar” esa faceta de sí mismo que no le gusta, aunque al final, aclara, “suele ocurrir todo lo contrario”. Otros jóvenes escritores que también han participado en algún número de la revista dando fe de su destreza con la pluma son Alba Carballat, joven poetisa de gran profundidad en sus versos, Josán Calderón, escritor consolidado que recientemente presentó su obra Guerreros del rosal, y Marisa Carvajal, quien, tras tocar varios palos artísticos como el Cante o el Teatro, se está descubriendo a sí misma como escritora. Sus gustos gótico-románticos le han valido el apelativo cariñoso de “La Dama Oscura” por parte de los casi cuatro mil fans que siguen día a día su página personal.
Por último mencionaremos a Antonio Simón Jiménez, quien el pasado mes de mayo presentó su primer libro, La última compañía, y, por supuesto, a Juan José Aguilera. “No sabría si definir mi estilo como poesía narrativa o narrativa poética” afirma. Y es que, aunque lleva toda la vida entregado en secreto a la Literatura, no empezó a hacer públicos sus escritos hasta hace dos años y, tras compartir breves pinceladas a través de las redes sociales no dudó en aprovechar la oportunidad que su amigo Daniel Fopiani le ofreció para compartir espacio en Relatos sin Contrato. Su último logro ha sido el primer premio del II Certamen de Micro-relatos organizado el mes pasado por Juventud en colaboración con el departamento de libros de El Corte Inglés y bajo la atenta mirada de un jurado compuesto por Enrique Montiel de Arnáiz, Magdalena Martínez Gálvez e Isabel González Crespo. Palabra de Dios se titulaba el texto ganador, seguido del que escribiera el propio fundador de la revista, Daniel Fopiani: Génesis.
En definitiva, una gran iniciativa cultural de ésas que tanto se echan de menos en San Fernando. Cuando hablamos de Patrimonio, siempre se nos viene a la cabeza la Arqueología, el gran -y maltratado- poblado neolítico del Campo de Hockey, las iglesias con sus ricos retablos barrocos, el Parque Natural, sus ruinosas casas salineras y molinos de marea, el Flamenco -unificado en la figura de Camarón- y, por supuesto, el patrimonio militar: fortificaciones defensivas, Panteón de Marinos Ilustres, Museo Naval, Real Observatorio de La Armada, Arsenal de La Carraca… sin duda, todo ello sumamente importante dentro del legado cultural isleño. Pero lo cierto es que el Patrimonio tiene muchas vertientes infravaloradas, algunas de ellas, las denominadas “documentales”, “bibliográficas”, “literarias”… y ya va siendo hora de devolverles el lugar que merecen dentro del imaginario colectivo, porque como una vez dijimos: la Literatura es Cultura, y toda la Cultura es Patrimonio.
Alejandro Díaz Pinto