La convención del bochorno
Durante el pasado fin de semana se celebró en Valladolid uno de los actos más bochornosos y lamentables que recuerdo en mucho tiempo. Allí se dieron cita durante tres días las altas esferas del Partido Popular para, según Rajoy, “pensar en España y en los españoles, en sus problemas, en sus necesidades y en sus anhelos”. Al final de la convención ha quedado demostrado que, como ya intuíamos, no tienen ni idea de cuáles son nuestros problemas, nuestras necesidades ni nuestros anhelos. Lo único que podemos sacar en claro de esa reunión es que la famosa gaviota la pueden sustituir en cualquier momento por los llamados tres monos sabios, esos que tienen uno la boca tapada, otro los ojos y el tercero los oídos; ni escuchan ni ven los problemas reales de los ciudadanos ni quieren hablar sobre los asuntos que nos preocupan. La convención la convirtieron en un ejercicio de autobombo sin igual, llegando a tener que ser atendidos un alto número de asistentes por presentar tortícolis persistente de tanto mirarse el ombligo.
Lo realmente alarmante de todo esto es que están ya tan acostumbrados a mentirnos sin el más mínimo rubor, que ya no se toman ni la molestia de intentar que esas mentiras sean lo más piadosas posibles. En ese sentido, Floriano, el vicesecretario general de Organización, no dudó en asegurar que en dos años han sido capaces de recuperar la economía de España, “salvaguardando siempre la sociedad del bienestar”. Y lo dice el hombre mirando a la cámara, sin atisbo de vergüenza alguna. Al parecer todas esas personas que han perdido derechos, ayudas o prestaciones deben estar mintiendo o viviendo una vida paralela porque la realidad es la que nos cuenta el Sr. Floriano.
Me he tomado la molestia -nunca mejor dicho- de leerme las 17 páginas que componen el discurso que Rajoy dedicó a sus acólitos. Después de quejarse amargamente por la deuda recibida, cuando como ya sabemos dijo públicamente que jamás se quejaría de eso ya que sabía perfectamente cuál era la situación del país, se dedicó a soltar una retahíla de sandeces que no tienen parangón en la historia de nuestra democracia. Decía que se hizo cargo de un país en el que crecía la deuda y los intereses para financiarla y que lo peor era el paro que lo hacía de forma desbocada. “Lo frenamos, lo detuvimos en seco”, aseguró. Hoy, dos años después, la deuda pública bate récord días tras día, alcanzando ya el 93,4% del PIB y necesitamos 40.000 millones de euros anuales para pagar solo los intereses de dicha deuda. El paro, por otro lado, ha subido durante su mandato en un millón de personas y solo durante el pasado mes bajaron los afiliados a la Seguridad Social en 184.000. Espero de corazón que el discurso se lo haya preparado alguno de sus 68 asesores sin graduado escolar, porque de lo contrario tendría difícil justificación este despropósito.
Ni una palabra sobre corrupción, ni una palabra sobre promesas incumplidas, nada sobre la Ley del aborto, nada, en definitiva, sobre los problemas de las familias. Eso sí, salieron todos encantados repitiendo como loros que el Partido Popular está más unido que nunca, pero la unión no es lo mismo que el corporativismo, señores del PP. Tan solo en la primera fila se situaban varios dirigentes en el ojo del huracán por la trama Gürtel y taparos unos a los otros no significa estar unidos, significa ser cómplices.