Morir de amor
Claro que te quiero, pero sólo puedo decírtelo a solas, sin testigos, sin nada ni nadie y aunque dices que no te importa a mí en cambio sí. Duele no poder besarte cuando caminamos y me miras con esos ojos que me atraviesan. Duele no poder cogerte de la mano y enredarte…y enredarnos. Duelen nuestros secretos, nuestros momentos clandestinos. Duele la vida cuando te tengo cerca y no puedo sentirte porque eso de quererte está mal visto a través de los ojos de los malnacidos. El amor que te tengo tiene que parecer que no existe, o que no es amor al menos.
Te quiero tanto que a veces te llamo con el aire que me falta, con la asfixia de la espera, con la soledad que necesitamos porque tengo que amarte sin que nadie nos vea, casi sin vida. Y te llamo también con el sueño de amarte entre todas las consecuencias, sin preocupaciones, sin que el mundo juzgue esos besos que te daría ahora mismo, ni estos dedos que se perderían por los puntos cardinales de tu cuerpo. Ni esos te quiero a voz en grito que también a veces necesito lanzar al viento.
Te quiero tanto que no sobran las palabras, porque no se me olvida la manera que tiene tu cuerpo de estremecerse cuando te lo digo y es duro callarlo en tantos lugares en los que no podemos estar juntos, aunque juntos estemos.
Sigue el dolor y la tristeza cuando el amor se parece a la ausencia, cuando te tengo delante y nos miramos, y nos sentimos, y nos reímos y nos lloramos, y tenemos que esperar a estar a solas para demostrarnos eso que ya sabemos, pero que los dos necesitamos. Duele que el amor tenga límites en los ojos de quien mira y no en el alma de quien siente. Duele que el amor sea bueno o malo dependiendo de quien opina y no de quien da amor, o de quien recibe.
Te quiero tanto que duele también la cobardía. El miedo insensato que nos amarra, que nos prohíbe ser lo felices que seríamos si el mundo supiese. Es verdad, no necesito que el mundo apruebe este tanto amor que nos tenemos, pero sí necesito poner la guinda a tu hermosa sonrisa con un beso que no puedo darte y que tengo guardarme para luego, para un después que a veces se hace eterno.
Duele el amor que nos escondemos, duele la insistencia de pensar ¡qué pensaría el mundo si supiera que te quiero!, lo que llamamos tu mundo y mi mundo, pero que realmente no lo es, porque nuestro mundo es sólo cuando los dos podemos ser lo que somos, lo demás no es mundo, ni vida, lo demás es lo que sucede mientras tú y yo nos esperamos.
Duele no poder amar de mujer a mujer, de hombre a hombre, de persona a persona, porque amarte así, a plena vida podría justificar que nos matasen, y es mejor tenernos a veces que no tenernos nunca. Duele morir de amor. Duele.