AxSí conmemora con la lectura de un manifiesto la celebración del Día Nacional de Andalucía
Fue un 4 de Diciembre de 1977 cuando un pueblo, con una única voz y un solo espíritu gritó basta. Basta a la indiferencia, a la desigualdad, a la marginalidad y a ser tratados como de segunda fila. Ese día, enarbolando la Arbonaida, la verde y blanca, con el espíritu de Ronda floreció la ilusión y la esperanza, quitando hambre de democracia.
Aquel 4-D rompió los resortes de un Estado que llevaba siglos ignorando nuestra historia, pues no hay mayor condena que el olvido; haciéndonos creer los estereotipos que habían sembrado. Somos los herederos de Machado, Juan Ramón, Federico, Victoria Kent, y María Zambrano. El pueblo andaluz rompió el régimen de las dos velocidades, la de los llamados territorios históricos y el resto, donde querían incluir a Andalucía.
Unos territorios con plenas competencias, Galicia, Euskadi y Cataluña. Y Andalucía gritó que quería ser una tierra sin amos ni señoritos. Y volcamos el Estado de las Autonomías, que tuvo que admitir un miembro más como nacionalidad histórica. ¿Hay una tierra con más historia que Andalucía en España? Evidentemente no. ¿Hay una tierra más castigada y exprimida que Andalucía en España? Por desgracia, la respuesta también es no.
Ese triunfo del pueblo andaluz en el 4-D se ha ido diluyendo de manera interesada. Muchos han sabido ocultarlo en el imaginario popular como una anécdota y una fecha sin importancia. Lo que fue una auténtica revolución política, social y cultural no se celebra en la mayoría de instituciones andaluzas y ni siquiera se estudia con el calado histórico que debería tener. De nuevo, el olvido es el peor castigo.
La conciencia crítica de aquel 4-D estaba sustentada en Pepe Aumente, Carlos Cano, José María De Los Santos, Clavero, Manuel Gerena, Jarcha, Diamantino García, Lacomba y, también, en el pueblo andaluz, representado dramáticamente por García Caparrós, asesinado en Málaga y cuyo gran delito fue colgar una bandera andaluza en un balcón público. Como la historia de Andalucía, aquel vil asesinato fue tapado con un: “sin señalar a ningún responsable”. El pueblo andaluz dijo basta, enarboló su Bandera, asumió su Himno e hizo valer su dignidad, que no es más que ser tratado de igual a igual, nada más, pero nada menos.
Decía Carlos Cano: “Mi acercamiento al andalucismo tenía un sentido político de reivindicación, que se tratara a nuestro pueblo con dignidad, de igual a igual, sin el desprecio que estábamos sufriendo. El andalucismo no tiene nada que ver con los nacionalismos excluyentes que conocemos, y es porque en Andalucía contamos con unos valores éticos más universales”.
Hoy las cosas no han cambiado mucho, nuestros jóvenes, siguen emigrando. Eso sí, con título universitario. Y seguimos contando con una industria débil y un campo y un mar maltratados.
Este no es un 4 de Diciembre cualquiera, a la crisis sistémica que padece Andalucía hay que unir la provocada por la pandemia, que ha lastrado el poco tejido productivo andaluz basado en el turismo y en el sector servicios. Los dos que más han padecido las consecuencias de la Covid-19.
La exclusión social, la miseria y el depender del señorito eran las lacras contra las que luchaba el Ideal Andaluz de Blas Infante. La miseria que obligaba a la emigración, la precariedad y el riesgo de exclusión social también estaban patentes el 4-D de 1977; y en este 2020 el riesgo de exclusión social, la precariedad y la emigración siguen vigentes en Andalucía. Luego, nada ha cambiado. O nos han hecho creer que todo ha cambiado para seguir igual.
Por ello, hace falta que, de nuevo, con una única voz y un solo espíritu gritemos de nuevo basta. Ese es el espíritu del 4-D y, por ende, del andalucismo, La necesidad de romper la indiferencia, de conquistar la igualdad y ser tratados como el que más, sin olvidar al que tiene menos.
Viva Andalucía Libre.