Publicado el: Vie, 13 Nov, 2020
Opinión

La Casería sí se toca

Fotografía. Ignacio Escuin.

Me voy a mojar con un tema que, por una vez, ha puesto de acuerdo a casi toda La Isla  y que, como isleño, tengo una íntima obligación en ello. Y a ello voy.

¡La Casería SÍ se toca!

La playita de la Casería es un lugarzuelo que hace orilla a la bahía gaditana. Una visión extraña en un paraje extraordinario. Son viejos palos y viejas chapas conformando un paisaje raído que más pareciera uno de aquellos coloristas jamaicanos. Al viajero pudiera llamar la atención su destartalada geografía, su ribera alfombrada de sapina, sus fronteras: al este las nuevas torres, al oeste su centenario barrio, al sur Cádiz y al norte, lejos, más que Cádiz, La Isla.

La Casería y su playita es un lugarzuelo, decía, donde se reflejan los recuerdos de generaciones de isleños. Un lugarzuelo donde todo está revestido de una invisible pero palpable nostalgia. Un lugarzuelo entrañable. Un lugarzuelo, como decía, de viejos maderos y viejas chapas que, sin duda, le confieren peculiaridad y pasmo al visitante y familiaridad al propio. Y entre ese pasmo y familiaridad se da una insospechada belleza.

La Casería y su playita es un balcón privilegiado al mayor monumento de este rinconcito: su mar. Porque la mar a la que abraza pareciera que le perteneciera. Un balcón con olor a caballa asada, a sardinas, a chocos, cómo no, ¡de La Casería!, que juega a embargarnos con aquel otro inherente, contenido por décadas por no decir siglos, entre la sal y las huertas que lo circundan. Un lugar donde la paz se busca a sí misma.

Volver como un hijo pródigo, viva o no en La Isla, a pisar la arena de este lugarzuelo es patrimonio del cañaílla y como tal quiero que perdure el patrimonio que me fue legado. Un patrimonio que debe cuidarse, ¡desde luego!, pero respetándose y respetando a sus verdaderos propietarios: el pueblo. La Casería, ese lugarzuelo -que digo lugarzuelo como a una placilla se le llama con cariño plazoleta- es, ni más ni menos, que historia de mi pueblo.

¿Cómo que no se toca La Casería? No solo hay que tocarla, ¡hay que pisarla!, ¡hay que olerla!, ¡hay que saborearla!, ¡hay que pasearla!, ¡hay que vivirla! La Casería se toca, ¡¡claro que hay que tocar La Casería!!

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Mostrando 1 comentario
  1. Manuel Cubero dice:

    Sólo unas palabras: ¡Totalmente de acuerdo!

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