Lo paranormal se vuelve normal
Es complicado no hablar sobre temas que rodean al coronavirus estos días, porque sin quererlo, cualquier tema ha acabado “contagiado” por el virus. El deporte, el trabajo, la formación, el ocio, la cultura, la economía…
De lo último me gustaría hablar en este artículo, pues la crisis económica es el fruto de la gestión contra el “bicho” y tiene toda la pinta que va a durar más que la enfermedad.
En Estados Unidos, hay un grupo de personas que protestan por las medidas de confinamiento. Prefieren volver al trabajo y jugarse la vida, a quedarse sin él para protegerse, pero con el miedo de perderlo cuando todo acabe.
En Brasil ya se han escuchado expresiones donde sobreponen el valor del dinero al valor de la vida. Habrá gente que muera, pero hay que seguir trabajando, o el producto interior bruto se va al garete.
Yéndonos al viejo continente, cada país se lo toma de diferentes maneras, pero la pluralidad de opiniones sopesa, en su mayoría, el arriesgarse. Si siguiéramos inactivos mucho tiempo, puede que luego no existiera un retorno laboral.
La culpa no la tiene el virus. La culpa es del sistema capitalista que tenemos, donde si se paran las cadenas de producción, el Estado es incapaz de sacar subvenciones vitales para mantener a las familias mientras pasa lo peor.
En los dominios de Trump, es trágico pensar que quien no tenga un trabajo, no tiene sanidad pública. De ahí puede entenderse el rechazo al confinamiento y a las elevadas cifras de mortalidad del país.
Volviendo a casa, pasará igual. Si ya hay quejas porque “los izquierdosos prefieren vivir de las paguitas”, no me extrañaría pensar que más de uno sueña con volver al trabajo y decir que la pandemia era una historieta de este gobierno rojo que tenemos.
Es triste ver como muchos viven con el agua al cuello y no les queda otra que pedir trabajar, aunque eso suponga poner en riesgo de contagio a los suyos y así mismos. Por lo que entonces, no tenemos un gobierno tan “colorao” como algunos dicen… Más bien unos que intentan implantar medidas sociales en un sistema que no le interesa la sociedad.
Las comparaciones son siempre odiosas, pero parece que es lo único que nos queda. Si España lo fastidia comprando material sanitario defectuoso, nos consolamos viendo que otros países han sufrido lo mismo. Si en España hay más de veinte mil muertos, miramos las cifras de otros. Si en España se inicia la desescalada, se compara con otros sitios donde ya van más avanzados, o han tenido un confinamiento más suave. El tema es no estar conformes nunca… O consolarnos como sea.