Los niños salen
El domingo 26 de Abril significó el primer paso para una desescalada que ya estábamos rogando por el estrés acumulado de estos días. No obstante, parece que existen personas que disfrutan con el encierro.
En ningún momento quiero afirmar que el primer día de la salida de los niños a la calle haya sido un desastre, pero tampoco me posiciono en el lado de los que ven la vida llena de colores y aplauden el comportamiento cívico de todos.
Han surgido noticias de todo tipo, hilos por las redes sociales de ambas realidades, y casi todos pecan en una misma cosa; la generalización, o la realidad absoluta. Es decir, por varias fotos de un reportero, o por unas noticias sesgadas, o la opinión de cuatro ciudadanos cansados, no van a poder afirmar que el comportamiento de todos los españoles es homogéneo.
Sin embargo, si estoy escribiendo este artículo es para dedicárselo a ese lado oscuro que aún sigue sin enterarse de qué va la película. Esos que no aportan nada positivo al interés común, pero cuando todo acabe se pondrán su medalla, soltaran que lo del coronavirus fue una chorrada del gobierno y que con cuatro días estaba todo más que superado.
Cuanto daño hace la ignorancia y el no saber de verdad lo que significa trabajar tan de cerca de la cruda realidad. No quiero hablar de “héroes” que están en la primera línea de batalla. Por mucho que el gobierno nos quiera vender esto como una guerra para generar patriotismo y adoración a los políticos por parecer estrategas; la realidad nos dice que estamos en una crisis sanitaria y no en Vietnam.
A todas esas personas que se han pasado casi todos los días de la cuarentena con picaresca para seguir bajando a la calle, aunque sea para tirar una botella de plástico sin haber reciclado en su vida, o a todos aquellos que se han vuelto animalistas para poder bajar al perro, me decepcionan.
Muchos sanitarios han sacrificado todo, y muchos su salud, para salvar vidas; y lo siguen haciendo, porque con la desescalada parece que hablamos del pasado. Policías, personal del supermercado, transportistas, repartidores, carteros… Todos ellos también han sudado tinta china para que estemos lo mejor posible en nuestro día a día pese a la cuarentena.
Existen ciudadanos egoístas y miran nada más que para ellos. Los homenajes de las 20 se han convertido en fiestas que duran horas, desvirtuando el significado original. Que no digo que no se socialice algunos días de la semana con música, juegos y otras actividades de balcón, pero sin perder el mensaje de fondo.
Y no voy a ser yo el que censure esta postura, pese a no compartirla, pero también hay que entender a aquellos que han perdido a familiares en esta crisis, sea por la causa que sea. No siempre puede ser la vida un cachondeo, porque quizá te lleve a ejemplarizar que te la suda todo, sin ser capaz de hacer un minuto de silencio por los que se fueron, o por los que están en el abismo.
Los niños salen, pronto lo harán los adultos para hacer deporte. Espero que el lado cívico acabe impregnando a los que no se despiertan de su egoísmo, y sea la totalidad española la que se tome estas medidas en serio para no dar marcha atrás.
En mi opinión, lo veo difícil, más de cuarenta días y siguen existiendo habitantes que ven esto como un juego, mientras otros se juegan la vida a diario para que la situación no se desmadre. Seamos responsables, los microorganismos no son tangibles para nuestros ojos, no sabemos donde están.