Cinco isleñas honran la tradición de la mantilla andaluza el pasado Jueves Santo (fotos)
Cinco mujeres, cinco historias, un mismo sentimiento. San Fernando revive, gracias a ellas, la elegancia de una tradición que se niega a morir.
En un mundo que corre deprisa, donde muchas costumbres se desvanecen con el paso del tiempo, hay mujeres que se detienen a honrar la belleza de las raíces. Es el caso de cinco isleñas que, unidas por la fe, la tradición y el cariño a su tierra, han decidido mantener viva una de las imágenes más icónicas de la Semana Santa andaluza: la mujer vestida de mantilla.
Yolanda Bouza Barrena, Eli Gómez Fontao, Ana Leiva Salguero, Laura Salguero Coca y María del Carmen Alonso Panés, todas naturales de San Fernando, han vuelto a dar vida a esta estampa clásica, convirtiéndose en ejemplo de elegancia, respeto y devoción, por las calles de La Isla.
Cada una de ellas guarda una historia especial tras su mantilla. Eli, luciendo una mantilla de hace más de treinta años, vive con intensidad su vínculo con la Hermandad del Rosario de San Fernando, una tradición que le viene de familia. Su tía Lela, muy conocida por formar parte de la familia de la Venta de Vargas, vestía de mantilla cada año, costumbre que también han seguido varias primas suyas con la Hermandad del Santo Entierro.
Yolanda, vinculada a la Hermandad de Columna, luce con orgullo una mantilla con historia: la de su tía María Luisa Rodríguez, quien la vestía por pura tradición, sin formar parte de procesión alguna. Un gesto de amor y memoria que Yolanda ha querido mantener.
Ana pertenece también a una familia muy unida a la Hermandad de Columna, mientras que su tía Laura lo está con la Hermandad del Huerto, ambas transmitiendo ese legado que hoy camina con ellas.
En el caso de María, su mantilla tiene más de medio siglo: perteneció a su abuela Maruja. Desde pequeña recuerda cómo le fascinaba vestirse así. “En el móvil tengo una foto de cuando era niña, ya vestida de mantilla”, comparte con ternura y orgullo.
Fue en la Semana Santa de 2022, viendo al Gran Poder en la calle Real, cuando María, Laura y Ana se encontraron por casualidad. Ese momento fue el germen de una pequeña hermandad de amigas que hoy se fortalece con cada Jueves Santo.
Ataviadas con el riguroso traje negro de luto, mangas al codo, largo impecable, guantes de rejilla, rosario en mano, zapatos de salón y cartera, han desfilado con respeto, belleza y orgullo por las calles isleñas, recogiendo la admiración de muchas mujeres que se han acercado a decirles: “¡Qué guapas! A mí me encantaría vestirme así”.
Tradición sencilla, entre amigas, pero con las puertas abiertas a quien quiera unirse. Por eso, lanzan una invitación sincera a todas aquellas mujeres que deseen salir a la calle vestidas de mantilla: que no se pierda esta tradición tan nuestra, tan femenina y tan elegante.
“Queremos que más mujeres se animen, que no se pierda lo que nuestras abuelas y madres nos enseñaron con tanto cariño”, comparten con una sonrisa.
En ellas vive una estampa que habla de fe, de historia y de belleza. En ellas, San Fernando sigue latiendo con alma de mantilla.