Publicado el: Vie, 26 Jul, 2024
Actualidad

Treinta meses de presión para el maquinista del Alvia y el exdirector de ADIF por el accidente de Angrois

Tren Alvia accidentado en 2013 donde causaron muerte 79 personas siendo cinco ciudadanos de San Fernando.

Los tribunales de Santiago de Compostela ha condenado al maquinista y al exdirector de seguridad de ADIF por la tragedia ferroviaria en 2013 donde llegaron a morir 79 personas en en la curva A Grandeira de Angrois.

Hace dos días, pasado miércoles jueves 24 de julio, se cumplieron once años del terrible pesar que marcó a San Fernando tras la pérdida de algunos de sus conciudadanos más queridos en el descarrilamiento del tren Alvia Madrid-Ferrol, a la altura de Santiago de Compostela, sin duda ha sido uno de los accidentes más graves en el sistema ferroviario español.

Las penas son dos años y medio de cárcel para el maquinista y para el exdirector de seguridad de Adif acusados de 143 de lesiones por imprudencia grave y de 79 homicidios. De igual manera tendrán que pagar una indemnización y serán inhabilitados de profesiones durante cuatro años y medio.

Hace ya once años

El accidente ferroviario de Santiago de Compostela, o accidente de Angrois, se produjo el miércoles 24 de julio de 2013, es decir hace once años tal y como publicó este medio, cuando un tren Alvia, que viajaba de Madrid a Ferrol, descarriló en la curva A Grandeira de Angrois, a unos tres kilómetros de la estación de Santiago de Compostela. ocurrió exactamente a las 20.41 minutos de la tarde, causando un total de 79 muertos y más de un centenar de heridos.

La pesadilla comenzó ese mismo día, cuando nos hicimos eco de la posibilidad de que varios vecinos de La Isla viajasen en dicho tren. Más tarde nuestras fuentes confirmaron que Ignacio Bustamante Morejón, funcionario del Ayuntamiento isleño y expresidente del Consejo de HH y CC, era una de las personas que permanecían a bordo junto a su mujer, Josefa Álvarez Oliveros, profesora del IES Sancti Petri, y varios amigos, en su mayoría docentes de diversos centros educativos de la ciudad.

Pronto se supo que tal grupo estaba formado por dos parejas más aparte de los ya citados. Antonio Reyes Asencio, también profesor del IES Sancti Petri, y su mujer, Rosa Quijano Fernández, interventora de una oficina del BBVA en San Fernando. Su hija, de 26 años, fue quien pudo salir del tren y dar parte a los familiares de lo ocurrido. La tercera pareja estaba formada por Francisco García Pereira y Esperanza Márquez, ambos profesores del CEIP Puente Zuazo ya en trámites de jubilación.

Dado el cariño y el respeto que ingentes cantidades de vecinos isleños profesaban hacia las familias afectadas por el siniestro, se organizó una primera concentración en la Plaza del Rey.

Un comunicado oficial dio a conocer al día siguiente, que en total fueron cinco los fallecidos en el accidente a excepción de Josefa Álvarez, que tuvo que ser intervenida quirúrgicamente para dar pie a una lenta pero favorable recuperación. Fue entonces cuando La Isla se vistió de luto.

Fueron unos funerales multitudinarios en los que las familias contaron con gran apoyo por parte los amigos y vecinos de las víctimas, y donde, a pesar de todo, reinó el silencio. Aunque en principio estaba previsto que los actos discurrieran en la más estricta intimidad, finalmente se dio cabida a todos aquellos que quisieron mostrar su solidaridad con lo ocurrido, incluyendo al equipo municipal al completo con José Loaiza a la cabeza del mismo, alcalde por aquel momento. Para entonces, Fátima Reyes, la hija de Antonio y Rosa ya había recibido el alta y pudo estar presente en el funeral de sus padres.

Pocos días después, el 1 de agosto, se llenó -literalmente- el auditorio del parque con motivo del acto simbólico organizado por el gobierno municipal en recuerdo de todos los fallecidos. Allí se dieron cita 1500 personas entre las que se incluían, por supuesto, las familias de las víctimas, así como un sinfín de representantes políticos de aquel entonces: el alcalde de San Fernando y miembros de la Corporación Municipal, el que fuera presidente de la Junta y diputado, Manuel Chaves, los alcaldes de Sevilla y Chiclana, Ernesto Marín y Juan Ignacio Zoido, varios parlamentarios andaluces y el subdelegado del Gobierno en Cádiz, Javier de Torre,  además de representantes de las Fuerzas Armadas.

La ceremonia, concelebrada por varios sacerdotes y diáconos, estuvo presidida por el obispo diocesano, Rafael Zornoza Boy, quien destacó la importancia de la fe para entender y superar la tragedia. “Ante el realismo de la muerte, surge inevitable la pregunta por la vida y  su sentido. Todas las preguntas humanas son legítimas, salen del corazón y de la  mente, pero las respuestas humanas resultan insatisfactorias y deficientes”, aseguraba Zornoza, advirtiendo que “si la creación es pensada como fruto del amor es impensable la idea de la extinción total de la vida personal”.

Concluía así una tragedia que a su vez marcó a una ciudad. Una ciudad que no obstante seguirá recordando a sus vecinos y, sobre todo, mirando al frente, porque como en su momento recordó el obispo, “no se puede malgastar el dolor tiendo como referente a tan excelentes personas, caracterizadas, todas ellas, por un quehacer diario lleno de proyectos y esperanzas”.

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