El escritor de éxito y el escritor de fracaso
En todas las actividades humanas, unos ascienden a la estratósfera y otros, no se mueven ni diez centímetros hacia arriba. Unos, tienen muchos laureles, otros, ni las hojas secas.
Existen varios decálogos sobre la literatura y la escritura, cómo escribir una obra literaria que roce el talento o la genialidad o el éxito. Y, lo mismo aplicable a todas y cada una de las artes... Personalmente, ya hace tiempo, si la memoria no me falla, también redacté un artículo con este tema, indicando una serie de consejos o ideas o enunciados o conceptos.
Quizás, en esto sucede como en las Oposiciones a Secundaria, cuándo alguien se ha presentado varias veces, copia y busca la solución a este intento, cómo hacerlo, para poder aprobar. Puede suceder, que una persona, esté muchos años estudiando con esta finalidad, durante muchas horas al día. Y, no consigue el éxito. A veces, recuerda el aprendizaje de la paloma, al azar o aleatorio, y, las personas, imitan actos que no tienen sentido, pero que quizás, les otorguen tranquilidad.
El notable escritor y articulista, Javier Cercas, publicó una columna titulada: Decálogo apócrifo del escrito de éxito, publicada, en La Vanguardia el 20 de junio del 2006, en la cual da una serie de ideas o enunciados o conceptos o proposiciones sobre esta temática...
El problema grave y esencial de las humanidades, y, aquí entramos las artes y las letras y la filosofía y teología y similares, es precisamente eso, que son humanidades. O, dicho de otro modo, de momento, sus concepciones no pueden ser sometidas, o, al menos muchas de ellas al método científico –aunque creo y estimo y valoro que muchos conceptos si podrían serlo, dentro del grupo de las ciencias sociales-. Y, por tanto, nadie sabe, muy bien qué parámetros tenemos que utilizar, para valorar si una producción cultural en este campo, es verdadera, coherente y por tanto, se admite en el acervo cultural de dicha disciplina, en cuanto a la interpretación del mundo...
¿Quién y qué y cómo y quienes fijan el valor de una obra de teatro o un diseño de moda o una composición musical, de una conjunto de poemas, de un libro de ensayo, de un libro de artículos periodísticos, de un ensayo filosófico, etc.?
Este es uno, si no el mayor problema de las Humanidades y de las humanidades, insertando en este grupo todos los conocimientos o saberes, que no están bajo el método científico, sea matemático, sea ciencias naturales, sean ciencias físicas, sean ciencias biológicas, sea a medio camino de las ciencias sociales o humanas...
Por lo cual, estamos, batiendo el perol de las palabras y de las ideas, a miles, decenas de miles, cientos de miles de personas, entre todas las humanidades, a decenas de miles en cada actividad, y, la inmensa mayoría, dedican a ello, uno o diez o treinta o cincuenta años de su actividad y de su vida y de su pensar y de su estudio y de su trabajo... Y, al final, puede suceder, lo que sucede, alguien ha realizado veinte mil dibujos y pinturas, y, nadie las valora, ha podido escribir mil o cinco mil poemas, y, sucede lo mismo, mil o diez mil columnas periodísticas, y, así en todo y con todo...
Ni siquiera, he indicado muchas veces, se abra la posibilidad, de que existan Centros Documentales en todas las actividades culturales, en los que los autores, puedan enviar, imágenes o textos de su producción, publicada o no, pero que puedan permanecer en y para el futuro. A cierta edad, ya saben, que gran parte de su producción está condenada a la destrucción, si no en la siguiente generación, en las siguientes. Y, será y sucederá poco a poco. Esta es la realidad, de casi toda la producción cultural en las Humanidades. Si se publica en forma de libro, por imperativo legal, deben conservarse algunas copias. Pero el resto de materiales manuscritos, que están en los vientres y panzas de los ordenadores o de los cajones, en los traslados de la familia, se irán perdiendo, incluso en vida de esos autores y autoras...
Un conjunto de significados culturales, sea el área que sea, se tarda mucho tiempo en realizarlo, y, mucho aún más, el tiempo en formarse en esa actividad, para poder llegar a un conocimiento de la realidad y de esa realidad. Se pueden dedicar años y años de formación, lectura, estudio, análisis, producción, miles y miles de horas, también gasto económico, olvidarse de otras posibilidades vocacionales y económicas...
Y, al final, cuándo alguien, después, de muchos años de dedicación a esa actividad. Piensa que ha alcanzado un conocimiento suficiente, al menos, como el panadero sabe construir panes, o el alfarero cerámicas, o el abogado dirigir juicios. Cuándo ya ha dedicado mucho tiempo y esfuerzo. Construye una producción cultural, la enseña o la muestra a los demás seres humanos. La publica o la exhibe. Hoy, se puede hacer también con y en la galaxia Internet.
¿Pero qué sucede? Seamos sinceros, pues que la inmensa mayoría de los churros culturales que producimos, los demás de la mayoría, dicen, con razón o sin ella, que no tienen demasiado valor. Quizás, los amigos y amiguetes y conocidos, le dan a ese individuo un golpecito a la espalda, para recibir después ellos, dentro de unos meses, otro, porque todos participan de la misma paella de esa actividad cultural...
¿Por lo cuál, que es el éxito y qué es el fracaso en la cultura, y, el éxito y el fracaso del escritor...? (¡Muchos creían que con el tinglado de las regiones, se valoraría más, a los autores y autoras de todas las actividades culturales, no solo los de las grandes capitales. Pero muchos siguen esperando, sin negar los esfuerzos y avances que se han hecho... Pero muchas voces y ojos y labios y lenguas y oídos están esperando a que toquen el timbre de su puerta...!).