Bienaventurada
Tú; tapa de pino abeto, y el ciprés de tu fondo y aros, disipan la niebla de un futuro incierto, al que todos tememos… ayyyy guitarra mía por eso te digo:
Bienaventurados: Los que al arrullo de tu sexta cuerda en Mi, son la voz de esta tierra, que sufre y calla, que ríe y llora, rezando a la mar y al campo, que cure sus heridas y no la deje morir de hambre.
Bienaventurados: los que al son de tu quinta en La, regalan sus gargantas, al arrullo de pasodobles, tangos, y cuplés, para no morir en la burguesía del pobre, que nada tiene, pero no es capaz de luchar por nada, engañado por una realidad, que solo busca destrozarnos.
Bienaventurada tu cuarta: al son de Re, que siempre te lleva a la fuerza, antes de la batalla final de cada día, tu casa y los tuyos es el reino a defender, tu fuerza y claridad, el camino a seguir.
Bienaventurada tu tercera: el sol que cura nuestras heridas, la lucidez de tus autores, para reinventarse, una y otra vez, para dejar su inteligencia, y su amor por ti, en cada verso, en cada espina de su alma, la forma de amar más pura hacia tu tierra. Benditos todos vosotros.
Bienaventurada tu segunda en Si: el Sí que nos recuerda, quienes fuimos, el esplendor de una gente valiente, trabajadora, carnavalera, y que nunca olvida a los suyos, los que estuvisteis y nunca se fueron, los que luchan, los repertorios eternos por las esquinas de cañones, que lucharon por ti en trafalgar.
Bienaventurada ti prima en Mi: El Mi de todos nosotros, cantando por ti, porque algo de cada día sea mejor, porque el carnaval siempre sea libre, y la música de sones hermanos la haga más aún.
Por todos los que pronto volverán a pasear por las sombras alargadas, para reinventar el piropo más sincero, que parte del alma y llega al mundo, ese mundo que a veces, se olvida del sur, que es, el camino, cuesta abajo en la carretera de la vida, que te abraza y te lleva, para recogernos en el acorde infinito de ti, mi preciosa guitarra.
Renace guitara mía de las cenizas del árbol, llévame a la siguiente parada, llévame al gavilán, llévame al niño de la cruz verde, llévame al pescao en los callejones, dame la dignidad para contar del obrero de Cádiz, el poeta de San Vicente, pero… pero eso será otro día.
“Tus acordes siempre serán la luz de los poetas de Cádiz, la luz de mi vida”